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Los tejados solares en Madrid generarían la mitad del consumo eléctrico

Los obstáculos a las renovables en España contrastan con iniciativas como la Alianza Solar Internacional de Francia e India

Paneles solares en una comunidad de vecinos en Palencia. / ENERDISA/ELEKTRA

MALEN RUIZ DE ELVIRA

Mientras el Gobierno no encuentra dinero suficiente para una subida de las pensiones y éstas ven mermado su poder adquisitivo por la subida de la luz, el mayor recurso natural de España se desaprovecha continuamente, minuto a minuto y segundo a segundo. Que el ahorro en divisas que supondría el uso descentralizado de la energía solar aumentaría la riqueza nacional y la creación de puestos de trabajo para su aprovechamiento a pequeña y mediana escala es algo que no es discutible, y de hecho, numerosos estudios están cuantificando todo ello. Los tejados solares en Madrid, por ejemplo, podrían llegar a cubrir la mitad del consumo total de la ciudad en 2016, según el informe del Observatorio de la Sostenibilidad hecho público la pasada semana.

Este informe calcula que en Madrid se pueden cubrir 6.722 hectáreas energéticamente viables de terrazas y tejados con paneles fotovoltaicos, que producirían casi 6.500 gigavatios/año, lo que equivaldría a reducir las emisiones de CO2 en 3,17 millones de toneladas anuales. Las conclusiones parten de un análisis minucioso de los datos de satélites y otros, del Instituto Geográfico Nacional, y no tienen en cuenta el potencial adicional que supone que también se pueden cubrir fachadas verticales con paneles fotovoltaicos.  

El acuerdo es general entre los expertos sobre la necesaria acción política para avanzar en la transición energética (que incluye aprovechar la energía solar) eliminando las barreras para su expansión. En este aspecto el Gobierno de Rajoy lleva ya ocho años nadando a contracorriente, siendo el máximo exponente el delirante impuesto al sol, que grava las instalaciones solares privadas (descentralizadas), lo que se traduce en su práctica inexistencia. El principal responsable del informe sobre tejados solares en Madrid, Juan Avellaner, es claro en este aspecto: “Ya es hora de pasar de la teoría a los hechos, también en las ciudades y con actores dispersos como los ciudadanos, principalmente”. Ejercicios como éste del Observatorio de Sostenibilidad deben ayudar, en su opinión, a visualizar el potencial energético y en otros ámbitos que las renovables representan para España, y “el sinsentido, entre otros, del impuesto al sol”. 

La presentación del informe sobre tejados solares en Madrid se ha hecho coincidir con la primera cumbre de la Alianza Solar Internacional, que reunió en Nueva Delhi el 11 de marzo a mandatarios y representantes de alto nivel de más de 50 países y que ha sido ignorada por las autoridades españolas, desconectadas en este aspecto de las grandes tendencias internacionales, incluidas las europeas. En esa cumbre, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro indio Narendra Modi comprometieron un total de 2.000 millones de dólares para financiar proyectos de energía solar en los países en desarrollo. Se trata de una iniciativa de la política que mira al futuro, porque, aunque sea mucho dinero, tampoco va a cambiar el mundo de repente. 

El presidente francés Macron y el primer ministro indio Modi inauguran una central solar de la empresa francesa Engie en Uttar Pradesh tras la cumbre de la Alianza Solar Internacional. / GOI

El presidente francés Macron y el primer ministro indio Modi inauguran una central solar de la empresa francesa Engie en Uttar Pradesh tras la cumbre de la Alianza Solar Internacional. / GOI

Además, no es algo altruista, como sucede en cualquier área tecnológica; es más bien una inversión que entiende la importancia de la investigación y desarrollo. La I+D mueve la tecnología, la hace más eficiente y barata y los países que tengan esta tecnología avanzada obtendrán un beneficio al venderla. No hay más que ver lo que pasa con la telefonía móvil, con las marcas Apple y Samsung, por ejemplo. Cada vez que un español compra un terminal móvil de esas marcas (y compra muchos) está pagando a empresas de Estados Unidos o Corea del Sur, países que obtienen un significativo beneficio económico. Si ese terminal se hubiera desarrollado e incluso fabricado en España o Europa, la riqueza se quedaría en casa. Iniciativas como la ISA son un intento de que Europa no pierda otro tren tecnológico, como ya ha perdido muchos. De hecho, no hace falta que los Gobiernos pongan dinero directamente, opina el experto australiano Andrew Blakers en la revista Nature: “El sector privado puede aportar el dinero, lo que importa es que los Gobiernos supriman los obstáculos, como los subsidios a los combustibles fósiles”. 

Como la mayor parte de la población mundial tiende a vivir en grandes ciudades, estas son un factor clave en la transición energética, señala el experto Fernando García en la presentación del informe sobre los tejados solares en Madrid: “La generación fotovoltaica aporta tres importantes ventajas para su aplicación en urbes: su curva de aprendizaje, que está logrando abaratar los precios a un nivel de competencia con otras tecnologías, su alta capacidad de integración en forma de distintas superficies y el poder situarse cerca de la demanda como importante fuente de generación distribuida”. En cuanto al empleo generado, en el caso de Madrid, se estima en 14.000 personas durante la instalación de los paneles solares, que pasarían a ser 9.900 estables para la operación y mantenimiento. Estas cifras no incluyen los empleos generados por los fabricantes de los paneles y células fotovoltaicas. 

Como recuerda García, el final del proceso de I+D en el caso de la energía solar es abaratar su precio, lo que ya está sucediendo. Desde 2010 el coste de la energía solar fotovoltaica ha bajado nada menos que un 73%, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), de la que es miembro la Unión Europea, además de otros 150 Estados. Mientras tanto, en España, el sector de la energía fotovoltaica apenas puede crecer a pesar de tener profesionales bien formados por no haber un marco jurídico que permita su expansión. No sucede lo mismo con la energía eólica porque, por la gran escala a la que se ha desarrollado, está controlada por las empresas eléctricas.  

Por lo pronto, ISA, que se dirige sobre todo a países situados en la zona tropical, tiene la cooperación del Banco Europeo de Inversiones, ha firmado un acuerdo con IRENA, entre otros varios organismos, y declara su objetivo de alcanzar la implantación de 1.000 gigavatios de potencia solar en países en desarrollo con la inversión de un billón de dólares en el sector para 2030.

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