Irina Bukova, la directora general de la Unesco, decidió ayer subir la temperatura de su pulso con Estados Unidos, causado por la decisión de Washington de suspender sus pagos a la organización. La Unesco aprobó tal cual estaban los presupuestos para 2011-2012, pero Bukova anunció una suspensión de 'todos los programas' hasta fin de año (es decir, unas semanas), con el fin de cubrir parte del déficit provocado por EEUU. La medida empaña la imagen de Washington, pero tiene escasas consecuencias reales para la organización.

Bukova explicó que la 'medida radical' anunciada 'permitirá ahorrar 35 millones de dólares'. Esa cantidad, sumada a otros 30 millones obtenidos del 'presupuesto extrapresupuestario' de la Unesco, cubriría los 65 millones que EEUU no desembolsó en noviembre en represalia por la admisión de Palestina como Estado de pleno derecho, en la votación que dejó aislados a EEUU e Israel el 31 de octubre pasado.

Una portavoz de la dirección general de la Unesco precisó que la 'suspensión total' sólo concierne a la publicación de nuevos libros, las operaciones de comunicación y ciertos viajes del personal.

La situación generada con el anuncio de Bukova es una partida diplomática fascinante. Porque, en una organización tan compleja, lo verdadero está en los detalles.

Por ejemplo, si bien 'todos los programas' quedan suspendidos hasta fin de año, la Unesco se dispone al mismo tiempo a celebrar su Comité Intergubernamental en Bali, del 22 al 29 de noviembre, destinado a la Conservación del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, uno de los programas más recientes y apreciados de la organización. Igualmente, la medida anunciada no impide que la organización prosiga hoy mismo sus preparativos para reforzar sus equipos en Ramala, la capital provisional de Palestina.

Para buscar nuevos fondos, la Unesco habilitó un botón para donaciones online en su página web institucional, cuando hasta ahora la donación directa estaba reservada a sus programas afiliados y al llamado 'presupuesto extrapresupuestario'.

Estados Unidos financia el 22% de del presupuesto ordinario de la organización, pero el 'presupuesto extrapresupuestario' (539 millones) y el de institutos y programas afiliados se autofinancian, por lo que, en el conjunto final, el peso de Washington es como máximo del 12%.