Este artículo se publicó hace 15 años.
Los niños obesos tendrán a los 30 años patologías propias de los ancianos
La obesidad infantil está adelantando a los treinta años patologías que antes eran propias de los ancianos, una situación que, según los expertos, debería hacer reaccionar a todos los agentes que intervienen en la alimentación de los niños, porque éste es un problema social que no sólo atañe a los padres.
El Día Mundial contra la Obesidad, que se celebra este jueves, coincide con el debate social abierto en España por la retirada de la tutela a los padres de un menor de nueve años que pesa 70 kilos.
La doctora Elisa Blázquez, especializada en Nutrición Humana y Dietética del Instituto Europeo de la Obesidad, ha declarado a EFE que aunque los padres son los principales responsables de trasmitir hábitos saludables a sus hijos, no depende sólo de ellos el poner fin al sobrepeso que afecta a casi el 28 por ciento de los niños españoles y a más de la mitad de los adultos.
"Sin lugar a dudas el entorno familiar es imprescindible cuando hablamos de una correcta educación nutricional, pero no debemos olvidar que un niño pasa más de la mitad del día en el colegio", ha comentado.
En un mundo industrializado, ha proseguido, es difícil controlar todo aquello que el niño va a observar y aprender en los medios, y un padre o tutor tampoco puede aislar al menor de su entorno.
Por esta razón, ha hecho hincapié en que debería existir una reglamentación "mucho más poderosa" que controle toda la información engañosa que los niños reciben cada día sobre materia nutricional.
Además de la muerte, el sobrepeso propicia enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, el exceso de colesterol, los infartos cerebrales, los problemas cardiacos y el cáncer.
Alicia Gordillo, doctora en Ciencias Biológicas y especialista en Nutrición y Obesidad, ha apuntado que en una persona obesa, más especialmente si lo ha sido desde la infancia, aumenta por tres la probabilidad de desarrollar cáncer de colón; por cuatro, artritis; por cinco, un problema cardiaco y, por ocho, diabetes del tipo II.
Otras dolencias derivadas del exceso de peso serían la artritis y los problemas respiratorios, ha apuntado Gordillo, quien ha recordado que el 42,3 por ciento de los fallecidos por gripe A padecía obesidad grave.
Sin olvidar que uno de cada doce españoles muere por causa del exceso de peso, la doctora ha destacado que se estima que la obesidad puede acortar la vida hasta diez años.
El porcentaje de la obesidad infantil ha aumentado un 35 por ciento en la última década, un porcentaje alarmante que no se justifica por una posible predisposición genética.
Hoy en día los niños pasan más horas del día viendo la televisión, y los juegos que más les gustan son en soporte audiovisual. Según datos del INE, un 17 por ciento de los niños y un 21,9 por ciento de las niñas no hacen ejercicio en su tiempo libre.
Además, existe un consumo excesivo de alimentos manufacturados -comida rápida, golosinas, refrescos y bollería industrial- que están al alcance de los menores por su bajo coste y fácil acceso en los centros comerciales, zonas de ocio y los colegios.
A este abuso de alimentos poco saludables se suma la falta de un patrón de consumo organizado, dado que una gran cantidad de niños no desayunan, están acostumbrados a picotear y no comen en familia.
La nutricionista ha resaltado que "en el mundo en el que vivimos y en el que viven nuestros hijos las prohibiciones son difíciles y pueden incluso ser un arma de doble filo y generar rebeldía".
Blázquez ha incidido en que para que un niño adquiera unos valores determinados es determinante que viva en un entorno en el que tenga la capacidad de experimentar qué es una vida saludable.
Los pequeños tienen que recibir un mensaje coherente: "si una madre dice a su hijo que tiene que comer verdura y ella nunca la prueba, el niño no comprenderá por qué el sí la debe tomar y ella no".
Ha explicado que los menores con problemas de peso suelen tener un patrón de estilo de vida mal estructurado, que, a menudo, viene condicionado por unos malos hábitos de los padres.
En otras ocasiones, menos frecuentes, los progenitores pueden llevar un estilo de vida saludable pero no se hacen responsables de la educación nutricional de sus hijos, dejándoles comer a su antojo y poniendo a su alcance todo aquello que más les agrada.
"A menudo son niños que han tenido siempre lo que han querido, con falta de madurez e incapacidad de tomar decisiones por sí mismos", ha lamentado.
Esta elevada permisividad de sus tutores, ha sentenciado la experta, les lleva a tener una baja autoestima e incluso una falta de percepción de la realidad.
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