Este artículo se publicó hace 13 años.
El microcrédito necesita una readaptación para no perder su función social
El sistema de microcréditos necesita una readaptación para no perder su función social, ya que valores como la solidaridad deben prevalecer sobre los resultados meramente económicos.
La primera sesión plenaria de la jornada de hoy en la Cumbre Mundial del Microcrédito, que se celebra en Valladolid, se ha centrado en la búsqueda de soluciones a los problemas que han aparecido en el mundo de las microfinanzas.
Endeudamiento excesivo, pérdida de clientes, prácticas poco éticas, intereses altísimos, el alejamiento de la función social o el mal funcionamiento de entidades dedicadas al microcrédito son algunos de estos problemas.
Por ello, la sesión plenaria ha debatido soluciones ante la "sobrevaloración de las microfinanzas", como ha definido el problema en su conjunto Fabiola Céspedes, coordinadora en Bolivia del Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas, una entidad de ayuda de desfavorecidos en el mundo rural.
Céspedes ha advertido, en su intervención en el plenario, de que el beneficio social de los microcrétidos "no es automático", ya que "no siempre son sinónimo de función social".
En este contexto, ha apelado al valor de "la solidaridad", especialmente en situaciones de emergencia, en las que los beneficiarios de un micrecrédito no pueden seguir pagándolo.
Fabiola Céspedes ha lamentado "la tolerancia cero" que a veces se tiene con los desfavorecidos que no pueden seguir pagando un crédito, por lo que ha reclamado "un código de conducta" de las entidades prestamistas.
Al respecto, ha abogado por unas microfinanzas que combinen equilibradamente la función social con el beneficio económico.
Por su parte, Tilman Ehrbeck, de CGAP, una entidad estadounidense de ayuda a los pobres, ha citado el caso de Túnez y su revuelta social en demanda de democracia, que dio pie al movimiento denominado "primavera árabe" que se extendió a otros países de África y de Asia.
Ehrbeck ha explicado que las entidades dedicadas a las microfinanzas en Túnez "cerraron filas", mantuvieron su funcionamiento y colaboraron con las nuevas autoridades del país, con lo que han logrado no solo mantener el sistema de microcrétidos, sino incluso fortalecerlo.
El representante de CGAP ha recordado la "vulnerabilidad" de los pobres, a quienes cualquier "circunstancia dramática", como la muerte de un familiar, puede devolver a la pobreza de la que los microcrétidos les habían ayudado a salir.
Por ello, ha destacado la necesidad de "ser creativos" y diseñar microcrétidos adaptados a cada situación de sus destinatarios.
La sesión plenaria ha partido de un trabajo del fundador de Imp-Act, Anton Simanowitz, un consorcio británico que agrupa a organizaciones de lucha contra la pobreza.
Anton Simanowitz ha hecho hincapié en el impacto de las situaciones de emergencia entre los beneficiarios de los microcréditos, y se ha referido al caso de Haití, donde muchas mujeres no han nacido pobres, sino que han empobrecido al intentar pagar los gastos de curación de un familiar enfermo.
"En cualquier momento pueden perderlo todo", ha aseverado, por lo que "no todas las microfinanzas son buenas", si no tienen en cuenta estas situaciones críticas.
La directora general de la Fundación Kashf, Roshaneh Zafar, dedicada en Pakistán a los microcréditos para mujeres, ha reclamado unas microfinanzas "más flexibles y personalizadas", frente a las "malas prácticas" en el mundo de los microcréditos.
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