El secretario general de UGT, Cándido Méndez, cantó ayer al Gobierno las verdades de los trabajadores. Lo hizo sin asomo de titubeo ante el presidente, con la expresión de un apoyo tan decidido como crítico y una disposición tan colaboradora como reivindicativa.

'El diálogo social no es una foto de familia, mejor o peor avenida, sino una forma de ejercer la política del Gobierno', afirmó el líder sindical, que no se mordió la lengua para denunciar ante Zapatero 'cosas que han ocurrido que no nos gustan'.

Aunque sus palabras no tenían el tono de una amenaza directa, sus reproches los acompañó con el recuerdo de que cuando los gobiernos de Felipe González y José María Aznar 'tiraron por la calle de en medio, con decisiones unilaterales y recortes, convocamos huelgas generales'.

Méndez amonestó al Gobierno por las 'improvisaciones unilaterales y ocurrencias que debilitan el diálogo social', refiriéndose a la reunión de la semana pasada y las declaraciones del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, sobre la contratación en origen de inmigrantes.

'Teníamos que tratar un plan para ofrecer la oportunidad de empleo a 100.000 parados. La reunión no tuvo nada que ver y salió de forma recurrente la inmigración', explicó. Méndez evitó cortar puentes con Corbacho, de quien dijo que es 'una persona honesta y trabajadora', por lo que 'confíamos en él', pero le recordó que la política de inmigración fue pactada con sindicatos y empresarios y sostuvo que España precisará de esa mano de obra hasta 2030.

El líder de UGT, que recordó al presidente su 'compromiso solemne' con la concertación social, habló sin circunloquios de una 'crisis profunda' y pronosticó que 'se puede agravar en los próximos tiempos'. Abogó por una política común en la UE y la rebaja de los tipos de interés.