Este artículo se publicó hace 15 años.
Larrañaga sigue sin fecha de traslado 2 meses después de la visita de Moratinos
El preso hispano-filipino Francisco Larrañaga, que cumple cadena perpetua en Manila, no tiene fecha de traslado a España, dos meses después de que el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, anunciara que su extradición era "inmediata".
"Mi familia se encarga de los trámites y no sabemos cuánto pueden tardar. Cuando me internaron, en 1997, me dijeron que podría ser trasladado en diciembre de aquel año. Han pasado muchos diciembres y no quiero hacerme ilusiones sobre un día concreto", dijo Larrañaga en una entrevista a Efe en la cárcel de Bilibid, donde cumplen condena los presos más peligrosos del país.
"Ahora comienzo a ver la luz. Después de tantas desilusiones, creo que ésta será la buena", contó el recluso en una destartalada sala de visitas del penal, sentado bajo una descolorida estampa de la Virgen, entre muebles viejos, ventiladores polvorientos y paredes desconchadas.
Larrañaga, de 31 años, lleva más de doce preso por un caso de secuestro y asesinato de dos hermanas del que se declara inocente y por el que fue condenado a la pena capital antes de que este castigo fuera abolido en el país, en junio de 2006.
Desde que ingresó en el corredor de la muerte, su situación ha suscitado gran interés en España donde se han sucedido las peticiones para que Filipinas aboliera la pena de muerte y, una vez derogada, para que el reo cumpliera su pena en España, gracias al tratado de traslado de personas condenadas firmado en 2007.
El proceso de extradición pareció dar un acelerón cuando Moratinos anunció su traslado inminente, el 24 de marzo pasado, durante una visita oficial a Filipinas: "Ya está todo terminado. Su llegada es muy inmediata y sólo depende de que él mismo o su familia decidan cómo y cuándo".
Larrañaga tiene pendiente la obtención del certificado de penales y el pago de una indemnización de 12.500 euros a la familia de las asesinadas, antes de poder solicitar la extradición.
Será entonces cuando los diplomáticos españoles recojan el testigo de las gestiones y comiencen a aclararse las incógnitas que pesan sobre el futuro de este hombre, hijo del ex pelotari vasco Manuel Larrañaga: fecha del viaje, compañía de vuelo, prisión asignada en España y, sobre todo, número de años de cárcel y tipo de régimen penitenciario.
"Me gustaría poder retomar los estudios de hostelería que interrumpí cuando me arrestaron. También me encantaría trabajar. Me han dicho que en España te dejan trabajar con el tercer grado", dijo el recluso, con un destello de emoción en sus ojos rasgados de color azul claro, que dejan al descubierto su mezcla de genes españoles y filipinos.
Larrañaga explicó que ningún representante de las autoridades filipinas se ha puesto en contacto con él aunque sí lo han hecho funcionarios del Consulado español, a los que manifestó estar "muy agradecido".
También aseguró que no ha informado a ninguno de sus compañeros de prisión ni guardias sobre su traslado, para evitar perder el respeto ganado a lo largo de más de una década en la prisión, donde desempeña el cargo de asesor del jefe en su pabellón.
"Cuando me condenaron y me anunciaron el traslado a Manila, me hice un tatuaje que me identificara como preso de Cebú y me garantizara la protección de la banda de los cebuanos", dice, levantándose las bermudas para dejar al descubierto un enorme dibujo multicolor en su muslo.
Sputniks (los procedentes de Manila), ilongos, ilocanos y cebuanos son algunos de los nombres que usan estos clanes articulados en función de la procedencia, que se hacen cargo de la organización y la "seguridad" en cada uno de los módulos de esta prisión concebida para 5.000 presos, pero en la que actualmente se hacinan 12.200.
"Los más temidos son los de las provincias porque no tienen familia cerca. Los de la capital evitan las peleas para que no nos restrinjan las visitas", apuntó Larrañaga, vestido con la camiseta naranja que identifica a los internos.
"Ahora estamos en paz. Hace cinco meses que no hay motines y las autoridades carcelarias han restaurado los vis a vis de los sábados con las esposas", añade, tras explicar que convive con 480 personas en una celda preparada para cien.
"En Filipinas, mi única oportunidad para salir alguna vez de aquí era demostrar que esas dos chicas están vivas. Espero que en España me espere algún tipo de futuro mejor", zanjó Larrañaga, en un español propio de un hombre nacido y criado en Filipinas.
El límite de prisión contemplado por la legislación española es de 30 años, susceptible de acortarse con beneficios penitenciarios.
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