Este artículo se publicó hace 18 años.
Jose Luis Pardo parte de los Beatles para decantar la "melodía" del malestar actual
El filósofo Jose Luis Pardo activó su memoria un día navideño de 2003 cuando miraba el revoltijo de personajes de la portada del álbum de rock "Sgt. Pepper", de los Beatles, y sintió la urgencia de contrarrestar una posible confusión. Así nació "Esto no es música", un libro que busca "la melodía" del malestar en nuestro tiempo.
"El malestar de hoy, el de la identidad a la que uno se agarra cuando ya no queda nada, tiene sus raíces inmediatas en la erosión de las estructuras del estado social de derecho (o del bienestar), pero en el fondo es un dolor más complejo y profundo que me obligaba a hurgar en la historia de la cultura de masas", ha explicado a EFE Pardo, entrevistado por la salida del volumen que publica Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
"Rebusqué en los entresijos para encontrar las encarnaciones culturales de ese dolor social que, por mucho que progrese la técnica, no se resuelve", señala sobre este trabajo que entremezcla muchas perspectivas y en el que retoma a Marx y Nietzsche -como hizo antes con Platón y Aristóteles- "para devolverlos al lector de nuestros días".
Pardo explica que su libro "no es filosofía de la música", sino que intenta "en la escritura el efecto que produce la música" un esfuerzo que lo ha agotado tras "La regla del juego", Premio Nacional de Ensayo 2005, que tuvo también a los Beatles en escena y del que "Esto no es música", dice, es una "secuela".
Esta vez "me he tomado muy en serio mi relación con la música pop, que me sirve de catalizador del gran experimento social que permitió a cuatro chicos de Liverpool convertirse en el primer grupo experimental de música popular", señala.
Pardo salió esa Navidad a comprar un par de Cds y se topó con el baturrillo de la histórica cubierta de hace 40 años: Marilyn con Oscar Wilde, el compositor Stockhausen con el boxeador Sonny Liston, Marx con Stan Laurel....
Mirándola, reparó en que alguien podría ver erróneamente en esa mezcolanza desjerarquizada de personajes el origen de la crisis de autoridad, del "todo-vale posmoderno", pero él sabe que no es así y quiso aclararlo en un nuevo libro.
Los Beatles son, para este profesor de Filosofía en la Universidad Complutense, "la banda sonora del estado de bienestar", no sólo porque su música fuera el fruto de su contexto sociopolítico, sino porque, con su apuesta, ellos contribuyeron a que triunfara el proyecto, "como de hecho ocurrió durante unos años", y "eso, quienes venimos de la clase trabajadora nunca lo vamos a olvidar".
"Por un ratito tuvimos la sensación de una posible igualdad social, de que los esfuerzos se compensarían gracias a la maquinaria del estado social que podía hacer equivaler el esfuerzo con la recompensa", explica.
Pero hoy la igualdad de aquella cubierta produce inquietud en plena opulencia tecnológica, y surge una nueva pobreza: "la sensación de fraude institucional en medio del despilfarro".
"Eso es el malestar -afirma Pardo-, los descalabros, despropósitos y todo tipo de tristezas generados por el destrozo de aquel proyecto", que fue "lo mejor que le ha ocurrido a Europa en los últimos 60 años".
Pardo puntualiza que "la filosofía del esfuerzo no se ha perdido por culpa de cuatro ideólogos del 68, como cree Sarkozy, sino porque uno experimenta que el esfuerzo es poco rentable en las aulas públicas de secundaria, en los pasillos de la Seguridad Social o cuando ganan los tunantes en los Tribunales de Justicia".
En vez de respetar las instituciones sabiendo que son éstas donde la sociedad se consolida, "la nueva clase política de miras a corto plazo las utiliza", dice, y se percibe el malestar en todo un "espectáculo de yoes gritando".
En el escenario de su época, Elvis y Lennon no repararon en que eran blancos, no negros, pero ¿quién se olvida hoy de algo así? pregunta Pardo, cuando "la desigualdad se ha convertido en un problema privado que te lleva al médico".
En ese repliegue en busca de identidad, el espacio público "sirve para proyectar quejas, rencores, heridas o afrentas", ya que la identidad "es antagónica forzosamente", recuerda.
Los españoles nos despertamos "sobresaltados -dice- queriendo saber quien es español y quien anti-español", los franceses "andan como locos con lo que es ser francés" y los americanos "quieren averiguar quienes somos nosotros".
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