Este artículo se publicó hace 15 años.
El increíble caso de la cabra menguante
Un estudio en Murcia y Andalucía alerta de que cazar los mejores ejemplares de estos animales reduce los cuernos de la especie
Los cuernos de la cabra montés, una especie que sólo vive en la península Ibérica, están menguando debido a la caza. Así lo indica un estudio que ha analizado el tamaño y el grosor de las cuernas de este animal (Capra pyrenaica hispanica) durante décadas en el Coto Nacional de Caza de la Sierra de Cazorla, en Andalucía.
El fenómeno también se ha detectado en el arruí, otro caprino que vive en la Reserva Natural de Sierra Espuña, en Murcia.
Los autores señalan que la caza de los machos más grandes y con cuernos más vistosos supone una selección constante que está introduciendo alteraciones genéticas en la especie, cuyos cuernos no consiguen recuperar el tamaño que tenían ni cuando se deja de cazar.
"La caza está eliminando los genes más favorables e impidiendo que se transmitan a la descendencia", explica a Público Jesús María Pérez, profesor de la Universidad de Jaén y uno de los autores del estudio, en el que también han participado expertos del CSIC y de otras universidades.
El tamaño de los cuernos disminuye hasta 10 centímetros
Congreso de unguladosLos autores presentaron los datos sobre la cabra montés en un congreso internacional de ungulados de montaña y esperan publicarlos junto a los del arruí este año. Señalan que el tamaño de los cuernos de los machos cazados en Cazorla era en 1985 un 15% menor que 10 años antes.
En ocasiones la mengua supera los 10 centímetros. Es el caso de los machos de entre ocho y nueve años que fueron cazados entre 1973 y 1978. Igual sucede con los que tenían entre 10 y 11 años. Los animales de entre 12 y 13 años perdieron ocho centímetros. Además, el grosor de sus cuernos disminuyó entre uno y dos centímetros.
El mismo fenómeno afecta al arruí, una especie originaria del norte de África que fue introducida en algunas sierras de Murcia en la década de 1970. Los cuernos de los machos de entre siete y ocho años menguaron un 11% entre los años 1980 y 1991. Los datos provienen de animales cazados en el Parque Regional de Sierra Espuña, en la región murciana.
La longitud no se recupera aunque se deje de cazar durante años
"Los cuernos siguen una tendencia general de disminución constante", comenta Pérez. El descenso se debe a que, durante décadas, se ha cazado a los individuos de más edad y cuernos más grandes, comenta.
Su interpretación coincide con la del investigador de la Universidad de Sherbrooke (Canadá) Marco Festa-Bianchet, que también ha participado en este estudio.
El experto siguió durante 30 años a una población de carnero de las Montañas Rocosas en Alberta, donde también estuvieron sometidos a caza controlada. Sus datos, publicados en Nature, indicaban que el tamaño de los cuernos había descendido un 25%.
Y el científico añadía que el cambio puede deberse a una respuesta evolutiva de la especie. Como los mejores ejemplares no aportan sus genes a las nuevas generaciones, los cuernos y el tamaño de los machos va en descenso.
Estos cambios evolutivos suceden en un tiempo récord y son hasta tres veces más rápidos que la evolución natural, según señalaba otro estudio publicado en PNAS a principios de año que analizó el efecto de la caza y la pesca en 29 especies. Festa-Bianchet y otros expertos alertan de que, una vez suceden estos cambios, es difícil volver atrás aunque se deje de cazar o pescar.
Recuperación difícilEso es lo que parece suceder en Cazorla con la cabra montés. Su caza estuvo prohibida entre 1987 y 1999 debido a que una epidemia de sarna había acabado con más del 95% de los ejemplares, explica Pérez. Sólo quedaron vivos unos 200. La población se ha recuperado en las dos últimas décadas y ya hay unos 2.000 ejemplares. Sin embargo, el tamaño de los cuernos sigue sin alcanzar la magnitud que tenían antes, alerta Pérez.
Los autores alertan de que puede ser un cambio evolutivo
La teoría del cambio evolutivo está aún a debate. Otros expertos proponen que los cambios se deben a la plasticidad fenotípica de cada especie. Es decir, que responderían a factores externos como la cantidad de alimento disponible, el clima, las enfermedades o la densidad de la población, entre otros.
Pérez señala que los factores medioambientales no explican toda la mengua de los cuernos que han encontrado en las dos especies estudiadas. Su equipo ha analizado las fichas que durante décadas rellenaron los funcionarios que acompañan a los cazadores dentro de los cotos.
Cuando se abate un animal, se consigna el tamaño y el grosor de las cuernas, así como su edad, lo que sirve para determinar la calidad del trofeo y la cuota que debe pagar el cazador. Los expertos han analizado fichas de cientos de animales abatidos entre 1970 y 2004. Después recogieron datos del clima, la densidad de la población y los diferentes grupos de edad. Los analizaron con un modelo estadístico que explica a qué factores se debe la evolución de las cuernas.
En el caso de la cabra montés, los factores medioambientales y de la densidad de la población sólo explicarían un 20% de la reducción total de los cuernos. El 80% restante se debe en gran parte a la caza de los individuos mejor dotados, señala Pérez. En el caso del arruí de Sierra Espuña, los factores ambientales explicarían sólo el 50% de la disminución.
"La mortalidad por caza debería ser lo más parecida a la natural"
Pérez señala que una posible solución sería modificar la estrategia de caza para no centrarla en los trofeos más grandes. "La mortalidad artificial generada por la caza debería ser lo más parecida a la natural", comenta.
Añade que cualquier medida debe ir apoyada por estudios concretos de cada especie y entorno, pues los datos son aún muy prematuros para generalizar.
Cambio "imposible"Fuentes de la Junta de Andalucía, que gestiona la caza en el coto de Cazorla, niegan haber detectado una disminución en el tamaño de las cuernas. Añaden que "un cambio genético en 10 años es imposible" y que no creen que haya una relación causa-efecto entre la caza y la reducción del tamaño de los trofeos. Explican que lo normal es cazar individuos adultos de 10 a 12 años, que tienen las mayores cuernas, pero también se cazan cabras más jóvenes para equilibrar la población.
La Junta andaluza estima cada año el estado de la especie y fija unos límites de caza. Un cazador que desee abatir un "medalla de oro" con los cuernos más grandes está obligado a matar también hembras o machos con cuernos menores. "El objetivo es que el propio cazador desempeñe un papel de gestión de la población", detallan.
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