Este artículo se publicó hace 13 años.
Estudio revela cómo el abuso infantil modifica el cerebro
Por Kate Kelland
Los niños que padecen violenciafamiliar muestran el mismo patrón de actividad cerebral que lossoldados expuestos al combate, señalaron científicos.
En un estudio publicado en la revista Current Biology, losinvestigadores emplearon pruebas cerebrales para evaluar elimpacto del abuso físico o la violencia doméstica sobre eldesarrollo emocional de los niños y hallaron que estabarelacionado a una mayor actividad en dos zonas del cerebro.
Estudios previos que controlaron los cerebros de soldadosexpuestos a situaciones violentas de combate mostraron el mismopatrón de actividad elevada en estas dos regiones -la ínsulaanterior y la amígdala-, que los expertos indican que estánasociadas con la detección de posibles amenazas.
Esto sugiere que tanto los chicos maltratados como lossoldados se habrían adaptado para estar "hiper-atentos" alpeligro en su ambiente, dijeron los investigadores.
"La reacción mejorada a una (...) amenaza como el enojorepresentaría una respuesta adaptativa de estos niños en elcorto plazo, lo que los ayuda a mantenerse alejados delpeligro", manifestó Eamon McCrory, del University College deLondres, quien dirigió la investigación.
Pero el experto añadió que este tipo de respuestas tambiénestarían mostrando un factor de riesgo neurobiológico subyacenteque incrementa la susceptibilidad del niño a enfermedadesmentales futuras, como la depresión.
La depresión ya es una de las principales causas demortalidad, discapacidad y carga económica a nivel mundial y laOrganización Mundial de la Salud (OMS) prevé que para el 2020será el segundo contribuyente más importante a la carga globalde enfermedad en todas las edades.
Se sabe que el maltrato infantil es uno de los factoresambientales de riesgo más potentes relacionados con losproblemas de salud mental a futuro, como los trastornos deansiedad y la depresión.
Un estudio publicado en agosto reveló que las personas quepadecían maltrato en la niñez eran dos veces más propensas queaquellas con infancias normales a desarrollar depresiónpersistente y recurrente, y menos proclives a responder bien orápidamente al tratamiento para su enfermedad mental.
McCrory manifestó que aún se sabe relativamente poco sobrecómo este tipo de adversidad temprana "se internaliza y aumentala vulnerabilidad futura de los niños, incluso en la adultez".
En la investigación, 43 chicos se sometieron a controlescerebrales a través de imágenes por resonancia magnéticafuncional (IRMf). Veinte niños que se sabía que habían estadoexpuestos a abuso físico en el hogar fueron comparados con 23que no habían experimentado violencia familiar.
La edad promedio de los chicos maltratados era de 12 años ytodos habían sido derivados a servicios sociales locales enLondres.
Cuando los niños estaban en el resonador se les mostraronfotos de rostros de hombres y mujeres con expresiones detristeza, calma o enojo.
Los investigadores hallaron que aquellos chicos que habíanexperimentado violencia presentaban mayor actividad cerebral enla ínsula anterior y en la amígdala como respuesta a las carasenojadas.
"Ahora simplemente estamos comenzando a comprender cómo elabuso infantil influye en el funcionamiento de los sistemasemocionales del cerebro", dijo McCrory.
"Esta investigación (...) brinda nuestros primeros indiciossobre cómo regiones en el cerebro del niño se adaptarían a lasexperiencias tempranas de abuso", finalizó.
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