Por Mark Elkington
La selección española de fútbol se libró de su perpetua etiqueta de equipo que rinde por debajo de lo esperado al ganar con clase la Eurocopa 2008, y está considerada como favorita para conquistar su primer Mundial en Sudáfrica.
Siempre que llegaba un torneo importante, España era incluida entre las selecciones con posibilidades de ser campeona, ya que nunca se ha puesto en duda la calidad de sus jugadores, pero "la Roja" siempre se quedaba en el camino.
Siempre parecía que le faltaba algo. Pero eso cambió hace dos años.
La Eurocopa supuso sólo su segundo título internacional, 44 años después de ganar a la entonces Unión Soviética por 2-1 en la final de la edición de 1964 del mismo torneo.
Una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 y un segundo puesto en la Eurocopa de Francia de 1984 no aliviaron lo que comenzó a denominarse "la maldición de los cuartos de final" de la selección española. Los tropiezos en cuartos se repitieron en las Eurocopas de 1996 y 2000 y en los Mundiales de 1994 y 2002.
Muchos aficionados españoles temieron lo peor en la última Eurocopa, en la que una Italia campeona del mundo peleó por un empate 0-0 que obligó a llegar a los penaltis en la ronda "maldita", pero entonces la suerte cambió y las paradas de Iker Casillas clasificaron a España para la semifinal.
Liberada del maleficio, una repentina fe invadió a la selección española, que venció a Rusia y Alemania y se alzó con el título europeo, ganándose los aplausos de todos por su toque del balón y talento natural para el ataque.
Desde entonces no han vuelto a mirar atrás.
Después de esta victoria, el entonces seleccionador Luis Aragonés renunció al puesto, pero su sustituto Vicente del Bosque ha mantenido al núcleo del equipo.
Del Bosque ha efectuado los ajustes mínimos e indispensables en una plantilla bien organizada y segura de sí misma que ha vencido en todos los partidos de clasificación para el Mundial y ha brillado en algunos amistosos, como sus victorias sobre Argentina y Francia.
El único obstáculo en una racha por lo demás perfecta fue la sorprendente derrota 2-0 ante Estados Unidos en las semifinales de la Copa de las Confederaciones en junio de 2009.
Esta derrota terminó con la imbatibilidad que la selección española había registrado durante 35 partidos, pero Del Bosque la utilizó como recordatorio a sus jugadores de los peligros de confiarse demasiado.
Cualquier resultado que no fuera llegar a la semifinal del Mundial de Sudáfrica sería considerado como un fracaso, y quizá la final más deseada por los neutrales sería entre España y Brasil. Para eso tendrá que dejar atrás el Grupo H, donde se medirá con Chile, Honduras y Suiza y luego mantener la racha ganadora.
Siempre, por supuesto, que "la maldición de cuartos" no golpee de nuevo.
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