El Gobierno conservador de Nicolas Sarkozy pensaba haber resuelto el problema de la presión fiscal sobre las rentas altas con el reciente plan de reducción del déficit, con una nueva tasa del 3% a todos los ingresos que superen los 500.000 euros, entre otros incrementos puntuales de la presión fiscal. Pero esa medida, juzgada insuficiente, llega además demasiado tarde: el debate sobre el regreso a niveles de presión fiscal sobre los ricos que se sitúen en los niveles de los años ochenta está amplificándose y politizándose.
El problema de Sarkozy es que la campaña presidencial y legislativa para los comicios de 2012 ya está llegando. Y que sus recientes decisiones muy simbólicas (el 3% suplementario, el incremento de la Contribución Social Generalizada exigido a los más ricos, un cambio fiscal desfavorable a las multinacionales, etc) no logran hacer olvidar su pecado original: fue él quien instauró en 2007, un escudo fiscal de protección de los más ricos.
Ahora, hasta un grupo influyente de unos 20 parlamentarios conservadores, entre los que se cuenta el presidente del Senado, Gérard Larcher, están maniobrando para que, en la tramitación parlamentaria del plan de reducción del déficit, se amplifique el aumento del gravamen a los más ricos.
La petición va en la línea de lo que están haciendo algunos multimillonarios franceses. Tras un primer texto oportunista exigiendo más impuestos que iba firmado por, entre otros, la polémica Liliane Bettencourt (la mujer más rica de Europa, y propietaria de L'Oreal) y el no menos polémico Christian de Margerie (presidente de la petrolera Total), ahora otros están maniobrando. Claude Perdriel, acaudalado empresario que también posee varios medios de comunicación, se ha declarado insatisfecho con el plan del Gobierno y reclama más impuestos.
Es normal que hasta entre la derecha y los multimillonarios, ahora cunda la virtud ciudadana y republicana del impuesto. El candidato presidencial del Frente de Izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, está poniendo en sus primeros mítines toda la carne en el asador para explicar que la fiscalidad es ante todo una cuestión objetiva y política de igualdad social y de redistribución, al igual que lo hace también la candidata Verde, Eva Joly. Mélenchon propone el regreso a un sistema más centrado en un Impuesto sobre la Renta realmente progresivo, con numerosos escalafones, y en un principio básico comprensible: las rentas del capital deben ser gravadas al menos al mismo porcentaje que las rentas del trabajo.
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