Estados Unidos arrancó hace un año los últimos silbidos que ha escuchado en su contra la selección perfecta. Ocurrió en Santander, justo el día antes de que la España de Luis emprendiera su viaje hacia la gloria, de que pusiera rumbo a la Eurocopa de Austria y Suiza.
Una incursión habilidosa y postrera de Xavi entre los rocosos armarios yanquis remedió a última hora las complicaciones que el entonces incipiente juego de toque español, aquel día excesivamente horizontal y sin carga de peligro, se había encontrado frente a un adversario fornido y batallador pero finalmente menor. Las gradas del Sardinero airearon su enojo a golpe de gritos sobre un equipo que ya nunca más ha vuelto a despertar sospechas.
Poco ha cambiado en aquel combinado estadounidense que hoy vuelve a verse las caras, esta vez en partido oficial, con España, que realmente sí es otra. No en jugadores, pero sí en seguridad y confianza, en capacidad de intimidación, en grandeza. La selección que abandonó hace un año Santander era un equipo discutido y que despertaba recelo por su propensión a los resbalones en las fases finales. La de hoy es la campeona de Europa, un favorito indiscutible, la mejor selección no sólo del momento, sino, por números, también de toda la historia.
Y ya sin Luis Aragonés, pero con Del Bosque al volante, el paradigma de la discreción, un seleccionador que ha sabido prolongar la buena obra de su antecesor sin obsesionarse con el mal del intervencionismo tan frecuente en los entrenadores. Del Bosque deja todo el protagonismo a los jugadores y maneja la selección con cordura y poco ruido.
El pase de España no debería correr peligro. Es mejor, mucho mejor, que Estados Unidos. Su único peligro está precisamente en creérselo, en correr tan deprisa que ponga la cabeza ya en la final frente a Brasil (el partido más esperado) antes de quitarse del medio al rival de esta noche.
'No creo que nadie piense en relajación', tranquilizó ayer Del Bosque. 'En los anteriores partidos hemos dado sensación de humildad ante rivales inferiores. Mal haríamos si nos creemos muy superiores a Estados Unidos. Tienen un buen equipo y ahora mismo con buena organización y físicamente como están, te pueden complicar'. Y, por último, como quien no quiere la cosa, dejó un mensaje para Florentino Pérez: 'Los grandes clubes no se hacen con grandes fichajes solamente'.
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