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Agresión machista La cajera a la que tocaron el culo e investigó a su agresor hasta que fue detenido

La empleada de un supermercado de Sevilla logra que la Policía detenga al joven que le rozó con sus genitales usando como prueba las grabaciones de vigilancia de la tienda, con las que también localizó a otras clientas víctimas del acosador y las convenció para denunciarle.

Una mujer compra en un supermercado. | EFE (ARCHIVO)

Usted es una mujer de 39 años, soltera, licenciada en Pedagogía, que por circunstancias de la crisis trabaja como cajera en un supermercado. Está reponiendo artículos en un estante y al agacharse, nota que alguien le roza por detrás, a la altura de las nalgas, se asusta y pega un respingo. Al darse la vuelta ve a un joven de 25 años que se hace el distraído, balbucea una excusa y echa a andar pasillo abajo. Puede usted pensar dos cosas: que ha sido un contacto casual, sin importancia; o que el chico ha buscado intencionadamente rozar sus genitales con su trasero. Se siente violentada, confusa y cabreada. Una mezcla de todo. 

Ahora piensa que ha perdido la oportunidad de darle una bofetada, "como habría hecho de haber estado en un bar o en una discoteca". Pero está trabajando, había más clientes en el supermercado y ha tenido que reprimirse la rabia. "¿Por qué no le he pegado?", se pregunta. Y entonces se cabrea mucho más. Esa noche apenas consigue dormir.

Esto ocurrió en Sevilla el lunes 13 de noviembre de 2017 a las 19.30 de la tarde. Así quedó grabado por las cámaras de videovigilancia del establecimiento. La empleada del supermercado se hace llamar Sara, nombre ficticio para este reportaje, porque sigue cerrando la tienda cada noche y no quiere que sus padres se preocupen. Además no se lo ha contado a su familia "por vergüenza, por miedo, porque es embarazoso".

Sara fue víctima de un abuso sexual, castigado en el Código Penal con uno a tres años de cárcel. ¿Qué habría hecho usted? Ella, a medida que pasan los días, lo tiene más claro: "Tengo que denunciarlo. No sé bien qué denunciar, pero tengo que denunciarlo. O lo denuncio o lo reviento por la calle", se dice.

Un mes después de aquel suceso, el 4 de diciembre, la Policía arrestó al joven acosador por un delito de abusos sexuales y lo puso a disposición de una jueza, que lo dejó en libertad con cargos a espera del juicio, confirman fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). El error del chaval fue volver a la tienda cinco días después.

Sin embargo, la labor de Sara resultó decisiva para la identificación y detención del agresor: ella misma inició la investigación para atraparlo. Utilizó las grabaciones de las cámaras de videovigilancia para identificar al joven y descubrió, con sorpresa, que el mismo día del incidente el chaval había acosado a otra mujer, una clienta del local. Entonces decidió visionar los vídeos de otros días (los supermercados no borran la grabaciones hasta pasadas dos semanas) y encontró a otras tres mujeres acosadas por el mismo chico. Amplió la imagen con el zoom y trató de retener las caras de esas tres chicas por si algún día volvían por la tienda: la mujer del chandal; la chica que compraba golosinas Haribo; la joven extranjera que miraba los aguacates…

Las dos primeras regresaron unas semanas después. Sara las reconoció enseguida y se alió con ellas para ampliar su denuncia contra el agresor sexual. La cajera y las clientas cazaron al cazador. Para cuando la Policía abrió el atestado, Sara ya había identificado al culpable: les dijo dónde trabajaba, les llevó un testigo que podía reconocerle, les proporcionó las grabaciones del local como prueba documental y les entregó dos denuncias más, las de sus clientas y "compañeras" de hazaña.

La historia de Ángela

El 13 de noviembre a las 19.30 horas había otra mujer en el supermercado: Ángela C., 43 años, periodista. Aquel día volvía de correr y se detuvo a hablar por teléfono frente a la tienda. Notó que alguien le rozaba por detrás, se dio la vuelta y vio a un joven hablando por el móvil, no le gustó que la rozasen en mitad de una calle despejada, pero lo dejó estar. Luego entró en el supermercado. Ángela no podía saberlo entonces, pero aquel joven "la siguió por los pasillos y vigiló sus movimientos para ver cuándo se agachaba y poder frotarse con ella por detrás. El mismo patrón que con las demás". Así lo vería Sara al revisar las grabaciones de aquel día.

Ángela salió del supermercado con su bolsa de la compra. Por el camino se detuvo a ver la cartelera del cine en un pasaje poco iluminado, y entonces sí, volvió a sentir el contacto en sus nalgas, se dio la vuelta y reconoció al mismo chico de antes, el de la calle, el del supermercado. "Me asusté. Le dije 'o te largas o llamo a la Policía'. Y me fui casi corriendo y mirando hacia atrás, con miedo y nerviosa, como si tuviera 20 años", recuerda. Aquel día le contó a sus amigas lo que le había pasado, entre "asqueada, avergonzada y muy cabreada". Y lo dejó estar. Llegaron las Navidades y se olvidó.

Hace unos días, Ángela volvió a entrar en el supermercado. No había vuelto por allí desde el incidente del 13 de noviembre, pero Sara la reconoció al instante. "No la conocía de nada pero la abordé de sopetón. Le dije: '¿Puedo contarte algo?' Fue como si un rincón de la memoria se le iluminara", recuerda. En efecto, así fue: "Ya sé qué me vas a contar", le dijo Ángela, "es sobre un tipo que acosa a mujeres en este supermercado".

Sara se lo contó todo a Ángela desde el principio: las grabaciones del supermercado, la primera denuncia, la segunda víctima, aquella chica que compraba golosinas, que había vuelto por la tienda poco antes de Navidad y se había animado a denunciar el mismo día de Nochebuena. También le contó cómo, por casualidad, había descubierto el nombre y apellidos de su agresor. "Llevaba el vídeo de mi agresión en el móvil y se lo enseñé a un amigo. El chaval que se rozó conmigo parecía cubano y mi amigo le enseñó la grabación a un conocido suyo, que también era cubano, y éste lo identificó enseguida: había trabajado como dependiente en su tienda, muy cerca del supermercado. Vivía en la parte norte de la ciudad y tenía una hija pequeña".

Poco después Sara buscó su nombre en Facebook y allí estaba él con una niña pequeña en brazos. "Cuando me enteré de que tenía una hija pequeña, pensé: si con 25 años no puede reprimir sus impulsos, qué nos espera cuando tenga 50. Quise llegar hasta el final con la denuncia para que al menos este tipo esté fichado por la Policía, para que conste que en diciembre de 2017 le arrestaron por abuso sexual. Que no esté limpio, que tenga antecedentes. Ojalá que su hija no tenga que pasar por lo que pasamos nosotras", cuenta Sara.

La Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional envió a dos agentes a recoger las grabaciones originales de las cámaras del supermercado y recomendó a Sara ponerse en contacto con la asociación Amuvi para buscar asesoramiento psicológico y jurídico. Sara, Ángela y la tercera joven acudieron por separado a comisaría para denunciar al agresor. Las tres identificaron a la misma persona cuando la Policía les mostró una serie de fotografías.

4.420 víctimas desde 2002

La agresión sexual a varias mujeres en un supermercado de Sevilla es un suceso muy común. Ocurre más veces que las veces que es denunciado, como ahora, y de las veces que llega a juicio. Desde 2002, el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) ha asistido a 4.420 mujeres víctimas de violencia sexual, 200 de ellas en 2017, un 9,8% más respecto al año anterior.

El caso Weinstein ha despertado una mayor sensibilidad respecto a situaciones de acoso y abuso sexual a mujeres, pero todavía hay quien ve matices en el comportamiento de algunos hombres que no están contemplados en el Código Penal. El empresario que simuló besar en la boca a la líder de Podemos, Teresa Rodríguez, explicó ante el juez que había sido "una broma", pero se enfrenta a un año y nueve meses de cárcel. Tocar a alguien con intención libidinosa y sexual, tocarle en contra de su voluntad es un delito.

El 35% de las mujeres ha sufrido violencia sexual en algún momento de su vida, según denunció recientemente el IAM, durante la presentación de su campaña contra el acoso callejero. Las abogadas de la ONG Amuvi representan de forma gratuita a víctimas de violencia de género o violencia sexual desde 1994, y confirman que ahora se denuncian más hechos que antes estaban más naturalizados, como que te toquen el culo en un autobús, pero que siempre han sido delito.

Pero la presidenta de Amuvi, Celia Pulido, cree que la novedad no es que se denuncie más, sino que se escuche más, que cada hecho aislado tenga trascendencia mediática. "Con el caso del supermercado, incluso un periodista me preguntó extrañado si esto era delito. Por supuesto que lo es. En 25 años he visto a muchos hombres condenados por casos como éste y algunos de ellos han acabado en prisión, aun sin tener antecedentes", dice. Entonces, todo esto… la investigación de Sara, las grabaciones, la denuncia conjunta, la detención y puesta a disposición judicial, la posibilidad de pasar tres años en prisión…¿es proporcional al que el joven les tocase el culo sin permiso? Sí. "No podemos pasar ni una".

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