Aitana Bonmatí y Alexia Putellas: las referentes que han encumbrado el fútbol femenino
Las dos jugadoras azulgranas han liderado la revolución que ha permitido llenar estadios multitudinarios y aparecer en todas las portadas.
Helena Celma
Una de las imágenes más icónicas de esta temporada deportiva es la de Alexia Putellas marcando el segundo gol de la final de la Champions League contra el Olympique de Lyon, seguida por una Aitana Bonmatí eufórica porque ese tanto certificaba la victoria que les permitía a las azulgranas levantar la tercera copa y convertirse de nuevo en reinas de Europa.
No era fácil, ya que además de luchar contra uno de los rivales más fuertes del fútbol femenino -ya tiene ocho Champions en su palmarés y ha sido un equipo que ha marcado una época-, luchaban también contra sus propios fantasmas, y es que las francesas eran su coco particular.
En las cuatro ocasiones en que se habían enfrentado nunca habían conseguido ganarlas y en dos de ellas eran las finales de la competición europea -temporada 19/20 y 21/22-. Las ganas de dar un golpe en la mesa y cambiar la historia estaban más presentes que nunca.
Si hay dos jugadoras que se han erigido como referentes absolutas en estos últimos años, estas han sido Alexia Putellas y Aitana Bonmatí. Junto al resto del equipo del Barça, han revolucionado el mundo del fútbol femenino y han sido protagonistas de algunas de las noticias deportivas más importantes de los últimos años, como la doble consecución del Balón de Oro por parte de la primera, o la continuación del reinado de la segunda al ganar el mismo trofeo.
Alexia Putellas, la pionera
Hablar de Alexia Putellas es hablar de una referente en muchos sentidos. Su trabajo en el terreno de juego ha traspasado fronteras y ha contribuido a que la gente se enganche al fútbol femenino.
Sus proezas la preceden, y es que se convirtió en la primera española en ganar un Balón de Oro y en la primera en llevárselo dos veces consecutivas. De repente, las camisetas azulgranas dejaban de poner nombres de jugadores masculinos y empezaba a lucir el icónico “Alexia 11”.
De repente, las conversaciones en el bar ya no eran solo del Barça masculino, sino de cómo el Barça femenino goleaba en cada jornada o de cómo el Real Madrid se subía a la ola imparable y creaba su equipo femenino.
De repente, los niños no solo soñaban con ir al Camp Nou, sino que también lo hacían con ir al estadio Johan Cruyff para ver a su ídola, aquella que maravillaba en cada partido y se ganaba su repercusión internacional a base de goles y asistencias.
De repente, las niñas que soñaban con ser futbolista ya no necesitaban idolatrar de forma obligatoria a un jugador, sino que tenían una jugadora en la que verse reflejadas e intentar seguir sus pasos.
Está claro que todo este cambio no puede recaer tan solo en una persona, sino que, en este caso, fue un trabajo coral del Barça expuesto a todo el mundo. Con el paso adelante que dieron hacia la profesionalización llegaron los récords de asistencia en el Camp Nou, con 91.544 y 91.648 espectadores en menos de un mes de diferencia.
Este liderazgo le sirvió como aval para que Prime Video hiciera una docuserie sobre ella en 2022: Alexia, Labor Omnia Vincit (Alexia: El trabajo siempre triunfa). Sin duda alguna, el título está bien escogido, porque ellas más que nadie saben lo que han tenido que trabajar, y siguen trabajando a día de hoy, para que la sombra del fútbol masculino no las opaque en su día a día ni en sus grandes citas.
Sin embargo, su carrera frenó en seco en julio del 2022, cuando la jugadora catalana se rompió el ligamento cruzado anterior en un entrenamiento previo al inicio de la Eurocopa con la Selección. Todos sus seguidores se llevaron las manos a la cabeza ante la mala noticia y el trono de la reina quedaba desierto, aunque por poco tiempo.
Aitana Bonmatí, la sucesora
Cuando Alexia sufrió esta grave lesión, todos los aficionados se preguntaban quién sería la jugadora que ocuparía su lugar, y no tuvieron que mirar muy lejos, porque compartían vestuario cada fin de semana.
Aitana Bonmatí era uno de los pilares fundamentales del equipo y de la Selección, pero a raíz de la lesión de su compañera, dio un paso adelante y comenzó a ocupar su lugar, emergiendo como la nueva líder.
Su influencia no era baladí, ya que el mismísimo Pep Guardiola llegó a catalogarla como “la versión femenina de Iniesta”. Pocos elogios más contundentes que ese, sabiendo que el jugador de Fuentealbilla marcó un antes y un después en la historia del fútbol español al anotar el gol que le dió a la Roja el primer Mundial.
Su liderazgo iba más allá del césped y también iba muy unido a las causas sociales. Aitana fue la siguiente jugadora tras la ‘era Putellas’ en ganar todos los premios habidos y por haber. En su discurso tras ganar uno de ellos, no dudó en alzar la voz y hacer referencia al lamentable episodio que tuvo lugar tras ganar el Mundial, cuando el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol Luis Rubiales besó sin consentimiento a la jugadora Jenni Hermoso e inició un tsunami en el mundo del deporte que todavía sigue a día de hoy.
Aitana no ha rehuido nunca del altavoz que le ha dado el hecho de tener notoriedad pública, más bien lo contrario. Lo ha utilizado siempre para reivindicar causas como la salud mental o la campaña a favor de acoger a refugiados, entre muchas otras.
Lo que está claro es que las dos jugadoras son parte del motivo que explica la explosión del fútbol femenino en España. Los movimientos necesitan líderes, y Aitana y Alexia han sido las dos caras visibles de un fenómeno que ha llegado para quedarse. No hace falta más que ver cómo cerca de 40.000 aficionados azulgrana se desplazaron a San Mamés para presenciar la final de la Champions League.
Sin duda, éste ha sido otro récord en la historia del fútbol femenino y marca la tendencia que permite soñar con que no será el último. Sin Marta Vieira, Alex Morgan, Mia Hamm, Christine Sinclair o Kristine Lilly, entre muchas otras, no se habría llegado hasta este punto. Todas ellas han conseguido que el fútbol femenino deje de ser un submundo del deporte masculino y ya tenga una identidad propia.