'11M: una mañana diferente': cinco historias anónimas para narrar el mayor atentado de la historia de España
Una víctima, la directora del Servicio de Urgencias Médicas SUMMA 112, el jefe de los servicios de atención psicológica, el primer periodista en cubrir in situ la noticia y uno de los intérpretes de los terroristas se unen dos décadas después en un podcast de Podimo.
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"¿Alguna vez te has preguntado qué siente el cuerpo de un ser humano cuando siete kilos de Goma-2 ECO estallan a pocos metros de distancia dentro de un vagón de tren?". Con esta impactante pregunta arranca el primer episodio de 11M: una mañana diferente, un podcast de Podimo sobre el mayor atentado de la historia de España. Se sustenta en una idea original de Jose Covián, content Operations Lead de la plataforma de streaming de contenidos de audio, apoyada en el guion de Luis Romero y Jon Beltrán. "Empezamos a escribir hace seis meses y las preguntas que nos hacíamos entonces eran sobre cómo se había vivido una situación tan dramática desde dentro. Por eso hemos buscado el testimonio de cinco personas que, cada una desde su posición, nos han aportado puntos de vista que se complementan entre sí para entender la historia en primera persona", introduce Covián.
El documental sonoro se centra fundamentalmente en las primeras horas después de la explosión y describe minuciosamente los efectos de una onda expansiva que recorre más de 10 metros por segundo y que emite un calor de 2.480 grados centígrados. La detonación se compara gráficamente con la de un camión cisterna cargado de propano. "Consultamos con expertos los efectos de la bomba para una persona que está dentro del vagón porque para nosotros era fundamental que la audiencia tuviera esa imagen en su cabeza al arrancar y luego poder ponerse en la piel de las personas que nos han contado sus historias", señala su creador, quien incide en la idea de que cualquiera podríamos haber estado entre las víctimas.
Diez bombas en cuatro minutos
La locución de Asier Sola nos devuelve dos décadas atrás, al 11 de marzo de 2004, en un Madrid que amanece con cielos cubiertos y máximas de 13 grados. Los informativos abren con las elecciones generales, que se celebran en tres días y destacan en la crónica deportiva como el Real Madrid acaba de hacerse con una plaza en los cuartos de final de la Champions tras eliminar al Bayern de Múnich. Nada parecía salirse de lo preestablecido, al menos hasta que el ruido del ajetreo mañanero de un día laborable cualquiera en la capital de España se rompe con la activación de diez bombas. En un intervalo de cuatro minutos se producen explosiones casi simultaneas en cuatro trenes de Madrid. Tres bombas estallan en un tren de cercanías procedente de Guadalajara, tres minutos después explotan cuatro bombas en un tren procedente de Alcalá de Henares, simultáneamente dos bombas en un tren detenido y una más en un convoy.
"Yo iba en el vagón de cola y la bomba explotó en el primer vagón, al lado del conductor. Cuando me di cuenta, estaba en el suelo. No había ni ventana, ni puerta. Me acuerdo de que a mi lado había un señor con dos niños. Me dolían muchos los oídos y estuve llorando hasta que me llevaron al Gregorio Marañón", rememora Paco Alameda, un madrileño que aquel jueves cogió un tren a las 7 de la mañana para ir a trabajar. Cuando se subió al tren y pensó en los 20 minutos que tenía de trayecto hasta el trabajo, cerró los ojos para descansar. Al abrirlos, su vida había cambiado para siempre.
El primer instinto fue correr despavorido por el andén, pero de pronto se da cuenta de que le faltan sus gafas y vuelve a recuperarlas. En ese momento, toma consciencia de lo que sucede a su alrededor. Sus heridas son superficiales, los médicos aún no han llegado y opta por ayudar. "Llevábamos a la gente al hospital de campaña que se montó, hacíamos de camilla. Éramos seis personas y los transportábamos en la puerta del tren. Llevábamos a los que estaban menos graves porque los otros se nos iban de las manos”, narra. Cuando Paco y algunos pasajeros consiguen sacar a un herido de las vías, lo colocan en el suelo. Los vecinos lanzan mantas y salen a ayudar.
A 22 kilómetros de Atocha se encontraba el servicio de emergencias 112, donde Ana Miquel, nada más comenzar la jornada se encuentra con la mayor tragedia que ha vivido la ciudad. "No sé a qué hora llegué, pero yo viví justo como, de repente en el centro coordinador, había llegado una llamada: ‘Hay un accidente en Atocha’. Inmediatamente apareció una segunda llamada, una tercera, no parecía que fuera solo un foco. Me acuerdo perfectamente como fuimos dándonos cuenta de que aquello era grande, muy gordo", cuenta.
La difícil tarea de traducir a un acusado de terrorismo
Una de las primeras enfermeras que llegó a la zona fue la mujer de Elhassane Benhaddou. Vivían juntos en la calle Téllez de Madrid. "Yo estaba en casa cuando explotó una de las bombas. No pensé que fuera un atentado, pero lo que vino fue dramático", recuerda este vecino que se ha convertido en la columna vertebral de este podcast. El destino quiso que acabase vinculado al caso por más de una razón. "Conocí su historia hace cinco años y me impactó por su superación personal y la enorme trascendencia que acabó teniendo en el proceso judicial del 11M”, destaca el content operations lead de Podimo.
Mediante la narración, el oyente viaja hasta su Marruecos natal para conocer su infancia y primeros años. De su mano, llegamos a España, sin apenas recursos. Un camino marcado por la seguridad en sí mismo y que tendría como destino la Oficina de Asilo, en Madrid, y la Policía Nacional. Allí se convertiría en uno de los intérpretes de los atentados del 11M, el mayor proceso acometido en Europa después de los juicios de Núremberg. "Nadie está preparado para ser la voz de un terrorista", confiesa. Sin embargo, gracias a él y su equipo la investigación dio un giro, tras descubrir un error en las interpretaciones llegadas desde Italia. "Me dijeron: ‘Te necesitamos como intérprete, tú tienes que estar, tienes mucha variedad lingüística’. Al final acepté, pero me daba mucho miedo", admite. "Me tocó interpretar a de Rabei Osman El egipcio, que iba a ser condenado a 38.000 años. Estaba acusado de ser el autor y confesó en las grabaciones. Eso conlleva una carga enorme”, añade.
Ser interprete supone hacer frente a la presión mediática, pero también de correr el riesgo de equivocarte y de enviar a la persona equivocada a la cárcel. "Uno de mis compañeros de trabajo fue afectado, estuvo sedado durante varios meses porque le estallaron los pulmones. El primer día mi cabeza solo estaba pensando en la gente que había fallecido. Aquella entrevista fue la más larga y dura”, reconoce Benhaddou.
Tras varios encuentros como aquel y con 29 personas acusadas, todo se iba a decidir el 15 de enero de 2007, ese día comienzan los juicios del 11M. 57 sesiones, tres magistrados, cuatro fiscales, 26 abogados defensores y 23 de acusación, tres acusaciones populares, 650 testigos y 98 peritos. La interpretación de Benhaddou había sido fundamental para la sentencia. Finalmente se dictaminó que los atentados fueron obra de grupos terroristas de tipo yihadista y que no hubo intervención de ETA en ellos. Además, se condenó a Othman El Gnaoui y Jamal Zougam a más de 42.000 años de prisión, a cada uno. Se les consideró autores materiales. También fue condenado José Emilio Suárez Trashorras como cooperador necesario en los 162 asesinatos, para él se había solicitado una condena de más de 38.000 años.
Cómo contar el horror
Iñaki Gabilondo es una de las voces que más se recuerdan al hablar de los primeros instantes del 11M, pero el periodista, entonces presentador de Hoy por hoy, en realidad fue quien dio paso a Francisco José Delgado, periodista de deportes en la Cadena Ser. "Desde la cama escucho un estruendo y mi cerebro procesó que era una explosión de gas. Muy poco después, escuché una segunda detonación más cerca. Salgo del portal y en cuanto piso la calle veo que de las vías sale gente. Sabía que no había pasado nada bueno. Noté como los que me veían hacer el recorrido inverso me miraban extrañados, nunca lo olvidaré", relata.
Los sanitarios, bomberos y equipo que se encontraba en Atocha reciben la orden de abandonar el lugar porque habían localizado otro artefacto explosivo sin detonar en uno de los trenes estacionados, pero para entonces Delgado ya había llegado al foco de la tragedia. "Cuando ya veo que estamos hablando de una cosa muy grande, llamo a la radio. Marqué el teléfono directo de antena y me lo cogió la productora de Hoy por hoy. Iñaki le preguntó a cuánto estaba del tren y yo respondí: 'Si alargo la mano, tocó el tren, pero dile que no sé cuánto tiempo voy a aguantar'", rememora. La recuerda como la conexión más difícil de su vida. "En 50 segundos, tomé el aire ocho veces, me faltaba aire para contar aquello. Un minuto se me hizo un año", asegura.
Delgado consideró que informando también ayudaba y fue el primero en contar que había muertos, pero no se siente orgulloso por ello. A lo largo de su trayectoria ha formado parte del equipo de enviados especiales de la Cadena SER en los Juegos Olímpicos de Barcelona, Atlanta, Sídney, Atenas y Pekín, pero dos décadas después aquel directo sigue siendo el momento más relevante de su carrera como periodista. Nadie olvida dónde estuvo o que estaba haciendo aquel día. Covián, el impulsor de este documental, estudiaba entonces 2º de la ESO. "Recuerdo que mi madre me despertó antes de tiempo aquel día para decirme que había explotado una bomba en Madrid. Fui corriendo al salón y vimos juntos las imágenes de los trenes destrozados en el informativo de la mañana en Antena 3. Yo era un niño de 13 años y tampoco tenía mucha conciencia de lo que suponía aquellos para todos, para la sociedad en general. No fue hasta que llegué al colegio y me encontré con que todo el mundo hablaba de eso cuando empecé a pensar que lo que estaba sucediendo era grave", cuenta en una entrevista telefónica con Público.
Todos los protagonistas de esta historia comienzan reconociendo que, en inicio, no entendieron la trascendencia de lo que estaban viviendo, pero aquel día murieron 191 personas y más de 2.190 familias sufrieron las consecuencias. Luego llegarían las frases grandilocuentes de los políticos y, en concreto, hubo una sentencia de Alfredo Pérez Rubalcaba que cambió el rumbo de las elecciones: "Los españoles no se merecen un gobierno que les mienta", dijo el entonces portavoz del PSOE e interlocutor socialista en el Pacto Antiterrorista en una comparecencia, en plena jornada de reflexión, para exigir al Gobierno de José María Aznar la verdad sobre los atentados del 11M. Desde ese momento, las teorías de la conspiración empezaron a circular y no han cesado hasta nuestros días. Este podcast no entra a analizarlas. "Ya hay un montón de artículos, reportajes audiovisuales, columnas y libros que hablan sobre posibles infiltraciones de servicios secretos de otros países y respeto a los que han escogido ese ángulo, pero nosotros queríamos contar lo que sabemos y darle la perspectiva de las personas que lo vivieron para tratar de entender unos hechos de los que ahora se cumples 20 años. Los más jóvenes, sobre todo, creo que ni son conscientes de lo que supuso el 11M para todos los que en aquel momento estábamos viviendo en España", defiende.