El secreto de la felicidad se esconde en este museo
Este lunes es el más triste de todos los de 2024 o por lo menos eso defiende una fórmula sin ninguna base científica conocido como 'Blue Monday'. Para combartir esa apatía y el bajo ánimo que nos deja el frío y la resaca navideña, hay muchas opciones. El Museo de la Felicidad (MüF) de Madrid invita a descubrirlas.
Hugo [nombre ficticio, para prevervar la identidad del menor] tiene siete años. De hecho, este 15 de enero es el día que los cumple. Ha viajado en tren con sus padres desde Huesca a Madrid para celebrarlo con una visita a un nuevo museo que se encuentra a pocos metros de la rotonda de Embajadores. Se trata del Museo de la Felicidad (también conocido por sus siglas, MÜF), la primera muestra experiencial permanente dedicada a esta emoción.
Al llegar nos encontramos a este pequeño amante de las locomotoras acariciando a un panda virtual en la primera experiencia de las más de veinte que componen el recorrido de 600 metros cuadrados. Nada parece indicar que hoy el calendario marca una fecha más destacada por los informativos que el nacimiento de Hugo. El tercer lunes de enero ha sido denominado como Blue Monday, el día más triste del año y esta vez la climatología ha decidido acompañar con una mañana desapacible de niebla y lluvia fina. "Este concepto nace en 2005 de la mano de Cliff Arnall, un profesor de la Universidad de Cardiff y experto en motivación, que creó una fórmula matemática para determinar el día más triste del año con dudoso rigor científico. Él optó por combinar en su ecuación el clima que hacen en enero, junto a las deudas navideñas, la poca motivación que nos queda para cumplir los propósitos de vida que nos marcamos en Año Nuevo y el sentimiento de que todo va decayendo tras las fiestas", introduce Pablo Claver, director del Museo de la Felicidad y autor del libro de acción empresarial Por fin es lunes.
En realidad, aquella deprimente fecha formaba parte de una estrategia publicitaria. La idea de crear un patrón fue de la agencia de viajes inglesa Sky Travel, para promocionar la reserva de vacaciones en un mes en el que hay pocos desplazamientos. Pronto se convirtió en un fenómeno viral, pero la comunidad científica rechazó este supuesto cálculo de variables y advirtió que no era más que pseudociencia. "La realidad nos dice que todos vamos a tener días tristes durante el año: vamos a estar de luto, tendremos familiares enfermos, algunos suspenderemos un examen o nuestro equipo favorito puede perder. No se puede ser feliz a diario, porque hay que vivir todas las emociones. El mensaje que nos gusta dar desde el Museo de la Felicidad es que, igual que elegimos el vestuario que nos ponemos cada mañana, millones de personas escogen hoy la actitud que quieren tener y de cada una de ellas depende que hoy sea un lunes especial", defiende Claver.
Hay que llegar con la sonrisa puesta
Esta declaración de intenciones se evidencia incluso antes de cruzar la puerta. Para franquear la barrera que permite acceso a recinto hay que pagar un peaje (además de la entrada): debes dedicar una enorme sonrisa a la cámara de seguridad para que sea detectada y el sensor nos conceda vía libre. A continuación, uno de los dinamizadores del museo te invitará a dar un salto a la felicidad en las camas elásticas que encontrarás nada más pasar el umbral. Ese brinco activará tu energía y te ayudará a dejar atrás el recuerdo del mal tiempo, las preocupaciones y abrirte a todas las experiencias que te esperan.
"Hay un camino al bienestar emocional entendido como felicidad que está basado en estudios científicos y psicológicos. Queremos que nuestros visitantes cojan esa senda y experimenten en su propio cuerpo cómo aumentan los niveles de dopamina y baja el cortisol [hormona relacionada con el estrés]", explica Ana Sastre, guía del museo y formada con un máster en Gestión del Mercado del Arte. El Museo de la Felicidad de Madrid se ha hermanado a la galería del mismo nombre de Copenhague (Dinamarca) para ofrecer un conjunto de actividades muy variopintas que se dividen en tres niveles: aprendizaje, magia y experiencias.
La planta cero está dedicada a la cara más académica de esta emoción. Sus muros recogen la Paradoja de Easterlin, que evidencia como a medida que un país se vuelve lo suficientemente rico como para mantener sus necesidades básicas cubiertas, la riqueza media se vuelve cada vez menos importante a la hora de ser valorada por sus habitantes como un factor importante en su felicidad. Como dijo Robert Kennedy en 1968, "el PIB (Producto Interior Bruto) lo mide todo, menos aquello que hace que la vida valga la pena".
Todo el equipo de este museo está dispuesto a darle la razón al exfiscal general de los Estados Unidos y, para lograr convencerte de su teoría, te invitarán a hacer un repaso a la historia del arte y del cine. No solo descubrirás cómo Leonardo da Vinci logró la enigmática sonrisa de la Gioconda, también comprenderás cómo sonreir transforma la apariencia de una persona con la ayuda de la inteligencia artificial, que cambiará la expresión del rostro a los protagonistas de los retratos de famosos artistas.
"Hay que llegar con ganas de pasarlo bien", adelanta Laura Fernández, coordinadora del Museo de la Felicidad, justo antes de invitarnos a pasar a una cámara roja e insonorizada. Es el risódromo, una de las actividades mejor valoradas del museo. Dentro, una locución te invita a adoptar postura de pingüino y a disfrutar de una sesión de risoterapia. "Lo verdaderamente divertido es mezclar a gente de grupos diferentes e invitarlos a que aprovechen juntos la experiencia. Empiezan forzando la risa y acaban por contagiársela los unos a los otros", explica. Esta práctica está fundamentada en el estudio de la Universidad de Harvard, Adult Development, donde se recoge que las personas con más vínculos tienden a vivir mejor mientras que las más aisladas son más propensas a que sus funciones cerebrales decaigan más rápido.
No el personal de sala no solo animará a los visitantes a interaccionar con extraños, sino que también pondrá a su disposicón una icónica cabina de teléfono amarilla para poner a prueba esta investigación y les sugerirán que hagan una llamada muy especial, porque la felicidad cuando se comparte se hace mayor.
El show continúa en la primera planta con trucos de magia interactivos a cargo del ilusionista Miguel de Lucas, un viaje virtual a la ciudad utópica de Tomás Moro con gafas de realidad aumentada y hasta un tobogán que te sumerge en una piscina de bolas. "Muchos creen que esta instalación está pensada para los pequeños, pero la idea es que los adultos se atrevan a recuperar su niño interior y disfruten de la sensación que surge cuando se hace algo por primera vez", aclara Fernández. En vez de bajar por las escaleras, los más disfrutones tendrán la oportunidad de abandonar sus zapatos por un rato y descender un piso por el tubo.
Para terminar, un jardín de sonrisas ayudará a los visitantes a recordar la importancia de relajarse y dejar atrás las tensiones de la vida diaria. Todo vale: bailar al ritmo de las canciones más 'buenrolleras' del pop, rendirse al abrigo de los abrazadores de peluche o dejar un mensaje en el mural de la felicidad. En esta pared de recuerdos alegres conviven cocidos de mamá con el olor a café recién hecho, pero el verdadero secreto de este museo se esconde tras la puerta de un armario. ¿Estás preparado para descubrirlo?