De Jennifer Hermoso a la víctima de Dani Alves: callar frente a las agresiones sexuales ya no es una opción
A raíz del movimiento #MeToo, las mujeres han dado un paso adelante y se atreven cada vez más a alzar la voz y denunciar las situaciones de abusos y agresiones sexuales que sufren.
Helena Celma
La violencia hacia las mujeres es uno de los problemas estructurales en España. No hay distinción de clase y todas somos susceptibles de poder sufrirla. Ante un machismo imperante en la sociedad, cada vez se van dando más pasos adelante para acabar con la violencia hacia las mujeres por el mero hecho de serlo.
Así, existe una pequeña luz de esperanza para las mujeres. Cada vez más, los abusos (en muchos casos sexuales) hacia ellas acaban siendo conocidos, lo que permite que el problema se visibilice. Si hubo un suceso que rompió con todo lo establecido hasta ese momento y que sentó un precedente fue, sin duda alguna, el movimiento #MeToo.
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Hay que remontarse a 2017 para recordar cómo impactaron estas dos sencillas palabras en Estados Unidos, un mensaje de “yo también” que unía a las mujeres bajo un tristísimo hecho: haber sido agredidas sexualmente. El acusado original de este mensaje fue Harvey Weinstein, uno de los productores de cine más importantes de todo Hollywood, y que había sido acusado por multitud de mujeres por agresiones y acoso sexual.
Una de las primeras actrices en iniciar este movimiento fue Alyssa Milano, la intérprete de Embrujadas, quien pidió que contestaran a su tuit con el mensaje ‘me too’ si habían sido agredidas sexualmente. En 24 horas, el post tuvo 50.000 respuestas y 500.000 retuits.
Esto abrió la veda a que multitud de mujeres explicaran sus casos, y muchas de ellas apuntaran nuevamente a Weinstein, como fue el caso de Gwyneth Paltrow, Rose McGowan o Ashley Judd. La lista fue creciendo de forma exponencial y pudo conocerse entonces la enorme cantidad de mujeres que desvelaban el que seguramente había sido el peor momento en sus vidas. Antes, muchas mujeres habían considerado estas lamentables situaciones como algo sobre lo que sentirse avergonzadas, pero ahora quienes tenían que sentir esa vergüenza eran los agresores. Las mujeres habíamos conseguido cambiar el enfoque.
Durante siglos, el miedo a no ser escuchadas o a no ser tomadas en serio actuaba como impedimento para que ellas no se atrevieran a denunciarlo. De hecho, la misma Alyssa Milano explicó en una entrevista que los abusos los sufrió tres décadas antes de lanzar el #MeToo.
"Tardé tres décadas en contarles a mis padres el ataque que sufrí. Nunca presenté una denuncia. Nunca se lo dije a los policías. Nunca intenté encontrar justicia para mi dolor porque la justicia nunca fue una opción", lamentaba.
Cambio de paradigma
Sin embargo, este movimiento abrió la puerta a que las mujeres dijeran su verdad y denunciaran haber sufrido algún abuso sexual. Si miramos en España, hay varios casos recientes que demuestran que el silencio no es una opción, porque callar implica que ganen los agresores y los abusos hacia las mujeres se perpetúan.
Uno de los más sonados fue el caso de Jenni Hermoso. El ex presidente de la Real Federación de España de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, originó un absoluto vendaval cuando le dio un beso no consentido a la delantera de la Selección Española tras ganar el Mundial de Fútbol Femenino. A pesar de que el agresor intentó restarle importancia en un primer momento, llegando incluso a emitir un comunicado con palabras de la jugadora que ella misma negó haber dicho, la realidad es que ni la opinión pública, ni las jugadoras, ni el mundo de la política dejaron pasar el tema.
De hecho, Hermoso ha tenido que lidiar con situaciones de todo tipo por haber denunciado la agresión de Rubiales, como los numerosos insultos por las redes sociales, o incluso el hecho de que se fuera publicando su ubicación cuando intentaba permanecer alejada del foco mediático después de que explotara el caso.
Si la jugadora agredida hubiera dejado pasar de largo ese beso no consentido muchos hombres seguirían pensando que tienen derecho a besar a cualquier mujer sin su consentimiento, pero al denunciarlo se evidencia que ese no es un comportamiento que se pueda consentir.
Otro de los casos más mediáticos de los últimos tiempos, y relacionado también con el mundo del fútbol, fue el de Dani Alves. El pasado 30 de diciembre del 2022, el jugador brasileño violó a una joven de 23 años en los lavabos de un reservado de la discoteca barcelonesa Sutton.
La víctima decidió denunciar y plantar cara ante unos hechos deplorables. Este pasado febrero, Alves recibió la condena de 4 años y medio de prisión por la violación cometida, algo que dejó indignada a gran parte de la sociedad por el poco tiempo de condena que obtuvo ante una agresión tan grave.
En este momento, el agresor está en libertad provisional tras haber depositado una fianza de un millón de euros. Por ello, hay mujeres que pueden llegar a pensar si es que vale la pena pasar por tanto dolor y sufrimiento para que finalmente un agresor tenga una condena ridícula y salga de la cárcel en poquísimo tiempo. El punto de vista de la víctima y el de las personas que lo ven desde fuera puede ser muy diferente, pero lo que queda claro es que, si hay denuncia y no se dejan pasar estos hechos, la agresión al menos no queda impune. Hoy, el que otrora fuera una leyenda futbolística, más allá de ser recordado por sus hazañas con el balón, pasará a la historia como el violador que fue.
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Estos son quizá los casos más relevantes de los últimos tiempos, pero por desgracia, no son los únicos. Existe también el caso del director de cine Carlos Vermut, quien ha sido acusado por al menos seis víctimas de presuntamente haber mantenido relaciones sexuales violentas no consentidas. También las 14 denuncias al dramaturgo Ramón Paso por presuntas agresiones sexuales hacia varias actrices. Y si nos fijamos en Francia, también está la triple investigación al actor Gérard Depardieu por presuntas agresiones sexuales.