Penny Jay: “En la vida me gustaría ser Rosalía, pero la realidad es que soy C. Tangana”
La humorista publicó un libro este año, llamado Puta, gorda y feminazi, a raíz de los insultos que recibió tras su paso por La Resistencia en 2019. Esta entrevista marcó un antes y un después en su vida, pero consiguió plasmar todo el aprendizaje en esta aventura literaria.
Aurora Muñoz / Helena Celma
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Aparecer en la televisión, y más concretamente en programas como La Resistencia, puede ser una lanzadera importante. Sería algo así como si en vez de coger Cercanías, utilizáramos un tren exprés para llegar al destino deseado. Sin embargo, la velocidad con la que se alcanza la popularidad no siempre equivale a tener éxito o a que tu mensaje sea entendido por la audiencia como debería. Si no, que se lo digan a Penny Jay. Sara García, -nombre de verdad-, es una humorista madrileña que apareció en el show de David Broncano en enero del 2019 para promocionar su proyecto Riot Comedy, un altavoz para mujeres cómicas.
Durante su intervención, Penny Jay le regaló unas bragas con la palabra “feminazi” estampada y una camiseta donde se leía “De ser un señoro también se sale”. El mensaje no solo quedó serigrafiado, también tuvo ocasión de afear al presentador el escaso número de colaboradoras que aparecen en su programa… Y una bomba de insultos explotó hacia la humorista.
Puta, gorda y feminazi fueron algunos de los más repetidos y los que inspiraron a Sara a hacer su libro, fruto de la reflexión de todo lo que aconteció después de su participación. De esto y de muchos otros temas de actualidad, como el machismo, el feminismo, las drogas y el sexo, trata este libro sobre el que conversamos en una entrevista telefónica.
El embrión de este libro es la visita que hicisteis Asaari Bibang y tú a La Resistencia en 2019 para promocionar Riot Comedy. Después de la publicación del libro, ¿te sigue pareciendo que aquello fue tan mal viaje?
Sí. La Resistencia es tan solo un punto para poder explicar muchísimas violencias que vivimos las mujeres a lo largo de nuestra vida. Cuanto más va aumentando tu sobreexposición y tu capacidad de liderazgo, te enfrentas a más violencias que pueden hacer que acabes muy mal. Ha sido un mal viaje, pero de los que se aprende y es de lo que más contenta estoy, porque me ha llevado a entender muchas cosas de la vida.
Mara Jiménez también tuvo que enfrentarse a una ‘escrache’ gordofóbica en la presentación de su segundo libro y, pocas semanas antes, vio una oleada de hate Teresa López Cerdán en las redes sociales. ¿Consideras que esta normalización del acoso evidencia que existe un privilegio 'delgado'?
Existe un privilegio delgado, blanco, cisheteronomativo y masculino. Todos los privilegios que existen dentro del patriarcado de los que hablamos las feministas se ven afectados en el momento en el que una mujer decide salir y tener voz. El caso de Teresa me impacta muchísimo, porque yo esto lo vivo hace cuatro años y provoca que yo esconda mis opiniones porque no puedo con tanta violencia. Me da terror, pero es que las mujeres siempre vamos a querer seguir hablando y cuantos menos puntos tengas en el carnet de la aprobación social, más difícil va a ser la movida. El problema no es solo que se normalicen estas violencias, sino que se permita su capitalización, como es el caso de diferentes canales de YouTube que se dedican a violentar a mujeres.
En un futuro, miraremos hacia atrás y pensaremos “¡Cuánto machismo!”, igual que ahora vemos vídeos del pasado y nos damos cuenta de cómo hemos cambiado. Cuando repasemos lo que está ocurriendo ahora, fliparemos.
En ‘La buena turra’ comentabas que si te vieras en La Velada con Jordi Wild, no necesitarías ni boxear para ganarle. ¿Crees que los ‘forococheros’ son recuperables?
Para que ellos sean recuperables, primero tienen que aceptar y entender qué cosas hicieron mal. Entonces, podrían visualizar el dolor de los demás y entrar en un debate. Para que eso ocurra, van a pasar muchos años de debate. Lo que escondo detrás del tema de Jordi Wild es que en algún momento tiene que haber un enfrentamiento con la gente que ha ejercido estas violencias de manera directa o indirecta. Deberían pensar: “¡Qué cagada! Vamos a ceder estos espacios a las mujeres”, pero no lo hacen. Estos perfiles se atienen a la libertad de expresión como si les perteneciera solo a ellos, cuando a las mujeres, la gente del colectivo LGTBI y las personas racializadas nos comen vivos cada vez que decimos una palabra fuera de la normatividad.
Se pueden reconducir, pero es un camino largo. Mi objetivo principal es que empecemos a dialogar y que de verdad haya una conversación, tanto dentro del movimiento como fuera. Esto tiene que dejar de ser una lucha de egos, tanto en la política como fuera de ella. Al final, nos creemos que Internet no es política cuando todo el contenido que hay dentro lo es.
Volvamos a tus orígenes, a esa Sara que trabajaba en una agencia de publicidad y un día estalló cuando la mujer de su jefe le puso un bebé en brazos. ¿Crees que el humor es el mejor camino para denunciar la precariedad?
El humor es el mejor camino para denunciar absolutamente todo. El humor es la herramienta de comunicación más fuerte que existe, porque relaja a la persona que te está escuchando y la lleva a un espacio seguro. El efecto de La vida moderna fue una locura, un proyecto que arrasó y que acabó teniendo influencia en la política de este país. El humor es una locura, pero siguen sin aceptarlo.
En Puta, gorda, feminazi, ¿hay cabida también para el amor?
Con los hombres siempre nos va a ir mal, siendo gordas y siendo delgadas. Las relaciones amorosas siempre irán mal socialmente, al menos hasta que no aprendamos a respetarnos entre nosotros. Mientras las mujeres sigan siendo un objeto de consumo y no compañeras de vida que te abren las puertas de su casa y de su cuerpo, seguirá habiendo conflictos relacionales. El problema no está en los cuerpos, sino en cómo nos vemos.
Se dice que nuestra generación es la sanadora y yo lo creo firmemente. El trabajo que nos toca es empezar a sanar las relaciones sociales y cómo nos tratamos entre nosotros.
Este libro está dedicado a Oxana Shachkó, una de las cofundadoras de Femen, que se suicidó. ¿Consideras que las redes sociales han ensanchado el debate sobre la salud mental o todo se queda en un nuevo ejercicio de postureo?
El tema de Oxana se introduce en el libro porque es una historia con la que yo me siento muy relacionada. Me permite conocer cuáles son los comportamientos sociales ante el levantamiento de la voz de una mujer y su activismo. La violencia no se vive únicamente desde el exterior. Los comentarios en Internet generan una visión pública que acaba afectando en cómo te valoran en tus propios espacios, tanto personales como laborales. La historia de Oxana me permite entender que no había nada malo en mí ni en mi lucha. Las luchas implican un cambio, un debate, y por eso muchas veces la gente reacciona de manera violenta hacia ellas.
Yo he intentado abrirme y hablar sobre las drogas, el comportamiento social y la violencia. Cuando eres adulto, te das cuenta de que toda la gente se droga. Hay una falta de conocimiento absoluto hacia cómo las drogas afectan a nuestro día a día y por qué la gente recurre a ellas. El esconderlo y no decir que ha habido momentos en los que he consumido marihuana u otros estupefacientes sería mentir a muchísima gente que va a leer el libro y que también lo ha hecho. Es una historia al desnudo para que los lectores se identifiquen. Hay muchas drogas a las que tenemos demonizadas y que podrían tener un uso médico si estuviesen controladas y hubiera un conocimiento profundo. La gente no estaría tan enganchada si no tuviese un vacío emocional interior enorme. Achacar la drogadicción únicamente a que es una sustancia mágica que hace que no puedas prescindir de ella es borrar muchos parámetros de la sociedad. Ojalá en el futuro se abra un debate real sobre ello, porque se han consumido a lo largo de toda la historia.
Tienes un vídeo que se titula Ser fan de Rosalía me salvó la vida. ¿Por qué le atribuyes este ‘poder sanador’?
Rosalía actualmente es el mayor icono pop que tenemos en España y uno de los más importantes en el mundo. Ser un icono pop implica muchísimas cosas: ser inspiración para la gente, afectar a su vida con actos y con música. Rosalía está siendo un referente también para observar las violencias que recibimos las mujeres, incluso las que consiguen hacer absolutamente todo bien. Ella es una artista que se ha mantenido en evolución y nos abre un mundo hacia el hecho de darnos cuenta de que la sociedad no le exige a los tíos ni un cuarto de lo que se nos pide a nosotras.
Rosalía es brillante, un referente en muchos espacios. Cada obra que nos ha dado desde El Mal Querer hasta Motomami es un libro de su historia y sus sentimientos. Lo que pasa es que ha tenido tanto éxito que la gente tiene reticencias a reflexionar sobre su obra, pero es la mayor artista del planeta.
En las entrevistas todo el mundo dice que trabajar con Rosalía es duro, porque es exigente. Ella tiene la fuerza que nos han negado a las mujeres laboralmente.
En cuanto a C. Tangana, ¿le aplicarías la frase de “de ser señoro también se sale” a pesar de tener letras en su discografía como Demasiadas mujeres?
En la vida me gustaría ser Rosalía, pero la realidad es que soy C Tangana. Me flipan las obras artísticas en las que puedo ver al artista, en las que soy consciente de que lo que estoy consumiendo no es un producto para agradar a las masas, sino que me encuentro ante una persona abriéndose en canal. Creo que el arte es comunicación y cuanto más te abras artísticamente, más comunicas y más llegas a la gente. Antón es un artista lleno de fallos sociales y de dicotomías, pero aún así reflexiona sobre sí mismo y vuelve a sacar su rabia a la vez. Es brillante todo lo que hace, le admiro.
Me gusta tanto ver su evolución que, pese a mi ideología feminista, no puedo anular este contenido que me está llegando, porque lo estoy disfrutando.
¿Cerrarías el círculo regresando al teatro con David Broncano para comentar este libro?
Estaría bien poder hablar con él y explicarle por qué hice lo que hice, de dónde venían mis sentimientos; aunque era totalmente consciente de cómo le podían afectar y quizá lo estaba buscando. Entiendo que podría haberle ocasionado conflictos y que me odie, pero le diría todo desde el amor y desde la perspectiva de que yo antes creía en él. Me encantaría hacer una performance en la que le enseñara lo que he aprendido desde mi paso por La Resistencia. Me fliparía, aunque no creo que pase.
Mucha gente piensa que si volviese al programa, sería desde la violencia, pero no es así. Yo estoy en un punto de mi vida que he vivido la muerte del ego y he aprendido que mi iluminación absoluta ha sido esa muerte. Si nos comunicamos, se acaba nuestro dolor.