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Bad Bunny y el arte de apostar por la nueva masculinidad
El cantante de reggaeton puertorriqueño es uno de los artistas con más éxito en todo el mundo. A medida que han ido pasando los años, sus letras se han ido alejando de los estereotipos hipermasculinos y machistas y ha ido incorporando características asociadas tradicionalmente a las mujeres.
Helena Celma
-Actualizado a
Uno de los cantantes de reggaeton del momento es el puertorriqueño Bad Bunny. El artista, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez, consta de una extensa discografía, con cuatro álbumes de estudio (X 100pre, YHLQMDLG, El último tour del mundo y Un verano sin ti), uno colaborativo con J Balvin -otro de los reyes del reggaeton- llamado ‘Oasis’, y uno recopilatorio (‘Las que no iban a salir’).
Esta discografía le ha permitido ganar dos premios Grammy, cuatro Grammy Latinos, dos Latin American Music y ha sumado otras diez nominaciones a los Grammy Latino de este año.
Por lo tanto, esta vasta discografía le ha permitido ser uno de los artistas más influyentes del panorama musical a nivel mundial, con más de 43 millones de seguidores en Instagram. Pero la importancia de la influencia de artistas como él no reside en los números ni en los premios, sino en el cambio de mentalidad que está provocando en la sociedad masculina.
Hay que tener en cuenta que el puertorriqueño proviene del reggaeton, uno de los géneros machistas por excelencia. De hecho, un estudio impulsado en 2019 por el ‘Instituto de Machos a Hombres’ analizó las tres listas de reproducción más relevantes del reggaeton en aquel momento: Spotify, Top 100 Latin Hot Songs de Billboard y las canciones más relevantes de la historia del género urbano según E! Online.
En base a estas canciones, decretaron que el 70% de las letras contenían mensajes machistas, ya que abusaban del lenguaje sexista, hacían referencias lascivas del cuerpo femenino, reforzaban estereotipos de la masculinidad tóxica, etc. Teniendo en cuenta este contexto, no es extraño que Bad Bunny publicara en 2017 canciones como Krippy Kush, cuyas letra sobre la marihuana decía que ‘To’a las putas quieren kush’.
Partiendo de esa base, es de admirar el cambio que ha hecho en los últimos años. De hecho, en julio del 2022 se quejó del machismo que impera en el reggaeton y rompía una lanza a favor de las mujeres en este género: “Estamos tan acostumbrados al machismo en el género que se nos hace difícil aceptar que una mujer le mete cabrón”.
Pero su cambio no es solo de palabras, sino también de hechos. Suele pintarse las uñas, aparece en conciertos y en galas exclusivas como el Met Gala en falda y prendas asociadas siempre al género femenino…
Además, el contenido de sus canciones ha cambiado de forma destacada. Sin ir más lejos, la canción Ella Perrea Sola, lanzada en 2020, trata sobre la mujer y su libertad para bailar y perrear sola o con quien le dé la gana. Además, en el videoclip aparece vestido de mujer y aparece la frase final: “Si no quiere bailar contigo, respeta, ella perrea sola”. Chapó, Benito.
La tradición masculina
Visto desde el punto de vista tradicional del reggaeton, pintarse las uñas y ponerse falda no es un gesto habitual. Al final, los hombres que “trabajan” este género musical mantienen su porte de masculinidad y de superioridad hacia las mujeres, las ridiculizan en sus canciones y quedan relegadas a un mero objeto sexual con el que hacer y deshacer como les venga en gusto. Partiendo de esa base, Bad Bunny es todo un revolucionario en este ámbito.
La Real Academia Española (RAE) define el concepto de “masculinidad” como la “cualidad de lo masculino”, y hace unos años era prácticamente impensable que los cantantes de reggaeton se asociaran con alguna característica femenina. Si se mostraban más sensibles de la cuenta ya no se les consideraba los más machos del rebaño y eso no se podía consentir. Y obviamente, en este imaginario colectivo las mujeres deben ser perfectas, lo más sensuales posibles.
Con Bad Bunny, la cosa va cambiando un poquito. Por ejemplo, un día salió en sus redes sociales haciendo un discurso a favor de la no depilación a la hora de tener relaciones sexuales. “Mujer que me escuchas, ve con la vagina peluda. Macharrán que me escuchas, ves con el pene peludo. ¿Qué creen que va a pasar? Nada, van a chingar igual”, comentaba el artista puertorriqueño.
Pero ser consciente del machismo y del cambio social que puede generar mediante sus letras es probablemente uno de los mayores elogios que se le puede otorgar. Por ejemplo, en su canción Yo no soy celoso dice la frase “Te quiero para mi nada más y eso es egoísmo, me pongo celoso sin razón y eso es machismo”. Pocos, como él, se atreven a comentar sus propios errores en las letras de sus canciones, fallos nacidos por la cultura heteropatriarcal vigente.
Por lo tanto, todo este cúmulo de pequeños gestos físicos y líricos permiten que Bad Bunny se erija como una de las figuras musicales que mejor representan esta nueva masculinidad, la cual permite una relación más sana e igualitaria con la mujer, sin necesidad de despreciarla en las canciones.
José Ignacio Pichardo, profesor titular del Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, comentaba en una entrevista con Amnistía Internacional que la nueva masculinidad “tiene que ver con el deseo de muchos varones de crear y vivir en una sociedad igualitaria. Ellos piensan que otras formas de ser hombre son necesarias y, para ello, saben que tienen que cambiar determinados elementos de la masculinidad tradicional”.
Y no hay mejor cambio que utilizar la música para dinamitar el patriarcado desde dentro. Ojo, que eso no significa que sea un santo y que todas sus canciones pasen a ser feministas. De hecho, un estudio del año pasado analizaba las canciones de Bad Bunny y su relación con el feminismo.
En 2019 seguía haciendo canciones en las que la mujer se seguía tratando como a un objeto de posesión, como en la canción Mía (Dile que tú eres mía, mía, tú sabes que eres mía, mía). No obstante, tan solo un año después publicaba Solo de mi, una canción en la que cambiaba el discurso y pasaba a decir ‘¿Que me quisiste? Te lo agradezco, pero no te pertenezco’. Por lo tanto, el tema de la propiedad de las personas pasaba a aparcarlo.
Lo único que faltaría saber es si este cambio de discurso que ha ido adoptando es fruto de una deconstrucción sincera o bien de un lavado de imagen con fines estratégicos para conseguir más fans. Como mínimo, ahora está en la línea de dejar atrás la masculinidad tóxica y permitir que las mujeres perreemos sus canciones sin necesidad de sentirnos mal porque nos dejan líricamente como un trapo. Gracias, Benito.