Este artículo se publicó hace 3 años.
"Edmundo Bal no está a favor de quienes trabajan en las plantaciones de algodón ni del Ku Klux Klan": críticas al portavoz de Cs por su equidistancia
Tremending
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Nadar entre dos aguas nunca ha funcionado en la política española, siempre tan polarizada, pero menos en los tiempos que corren. Que se lo digan a Edmundo Bal, el candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Comunidad de Madrid en las pasadas elecciones del pasado 4 de mayo: su ejercicio de equilibrismo político entre una derecha que proclamaba "libertad o comunismo" y una izquierda que respondía "democracia o fascismo" le llevó a perder la representación de los naranjas en la Asamblea de Madrid. Pero, además, hay veces que esa equidistancia no tiene ningún sentido cuando lo que se cuestionan son cosas tan elementales como los derechos humanos.
Sin embargo, Edmundo Bal es de esa clase de políticos que tropiezan las veces que haga falta en la misma piedra. Erre que erre, que dirían los más antiguos. Empeñado en lanzarse de cabeza a la irrelevancia política, Bal pone a la misma altura el comentario con tintes racistas de Rocío Monasterio, portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, recordando que el diputado de Podemos Serigne Mbaye llegó a España de forma ilegal (hace muchos años; ahora disfruta de la nacionalidad española) y la reacción de una diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid que le recriminó el comentario a Monasterio y fue expulsada de la Cámara por ello. Este es el tuit de Bal. Juzguen ustedes mismos.
Las reacciones de los tuiteros no se han hecho esperar. Nos quedamos con las mejore, pero destacamos la de nuestro gran amigo Anacleto Panceto: no pueden resumirse mejor las contradicciones de Bal.
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