Barcelona afronta una crisis de instalaciones deportivas municipales insuficientes y deterioradas por el uso intensivo
Clubes como el Europa y el Sants alertan de la saturación de los campos de fútbol y de las condiciones estructurales que dificultan la actividad deportiva y comprometen la seguridad de jugadores y aficionados.
Barcelona-
Con el aumento de la demanda de jóvenes que quieren practicar deporte al aire libre ―un fenómeno especialmente impulsado por la creciente participación de chicas en disciplinas tradicionalmente masculinas―, las instalaciones deportivas municipales de Barcelona resultan insuficientes. Actualmente, no hay campos para cubrir las necesidades de todos y, al mismo tiempo, el uso intensivo al que están sometidos provoca un desgaste de las infraestructuras que supera la capacidad de reforma.
Se trata de una cuestión generalizada que afecta a varios deportes como el rugby o el atletismo, pero que tiene una especial incidencia en el ámbito futbolístico. "Hay un problema gravísimo de falta de campos municipales en Barcelona. Desde mayo, estamos buscando espacios para dar cabida a todos los niños y niñas que quieren jugar al fútbol con nosotros. Tenemos listas de espera", lamenta el presidente del Club Esportiu Europa, Hèctor Ibar.
El club del barrio de Gràcia cuenta con una escuela interna con 800 niños que compiten entre ellos y, además, con unos 500-600 niños que están federados. Según Ibar, podrían asumir un 25% más de jugadores si dispusieran de más instalaciones. Por este motivo, están buscando una fórmula privada por iniciativa propia, ya que el campo que gestionan y que es de titularidad municipal, el Nou Sardenya, no tiene más disponibilidad horaria.
El deterioro de los campos compromete la seguridad
El pasado noviembre se suspendió un partido entre el Europa y la Unió Esportiva Sant Andreu en este estadio porque una valla que separaba el césped de la grada cedió bajo el peso de los aficionados. Esto obligó a detener el encuentro por falta de garantías de seguridad. Tras una breve disputa entre el Europa y el Ayuntamiento de Barcelona, el consistorio se comprometió a subvencionar la reparación de la estructura metálica, aunque el club anticipó el pago. "Teníamos que cambiarla porque teníamos otro partido. Nosotros nos encargamos de pintarla y del mantenimiento general del campo, pero la administración debe hacerse cargo de las cuestiones estructurales", explica Ibar.
Por su parte, el Ayuntamiento de Barcelona ha alegado a Público que "el club es responsable del estado de conservación del equipamiento, ya que no paga ningún canon y dispone del resultado de la explotación". En este sentido, fuentes municipales han apuntado que, tras una revisión, asumieron el coste "como una ayuda puntual" y destacaron las inversiones realizadas en los últimos años en la renovación del césped o el alumbrado. De hecho, defienden haber sustituido el césped de 28 terrenos de juego entre 2019 y 2024.
El consistorio ha sustituido 28 terrenos de juego entre 2019 y 2024
"Hasta que no pasó lo de la valla, estábamos clamando al desierto", lamenta Ibar. En 1994, cuando aún no era presidente del club, se hizo una reforma del campo y, más tarde, hacia 2010, se pavimentaron los suelos de los vestuarios "porque resbalaban". Sin embargo, la ventilación de los vestuarios y las calderas no se han reformado, a pesar de que la temperatura alcanza niveles inadecuados. "Lo hemos repetido en muchas reuniones, pero ahora se nos ha abierto una ventana porque el Ayuntamiento hará una auditoría de seguridad en un sentido más amplio", añade.
En este contexto, Ibar cree que la administración debería tener en cuenta que, junto con el Sant Andreu, el Europa es el único club barcelonés que juega en la cuarta categoría estatal, la Segunda Federación: "Nuestros requisitos de instalación son diferentes a los de clubes menores. El equipo masculino es importante, pero el femenino también y solo tenemos un vestuario grande. Hace falta que sean más competitivos y confortables". Según el Ayuntamiento, la gestión de los campos está "descentralizada en los distritos", que tienen comisiones de seguimiento con los gestores y los usuarios.
Ibar: "El equipo masculino es importante, pero el femenino también y solo tenemos un vestuario grande"
De momento, no hay ningún calendario previsto para la auditoría, pero Ibar confía en la "vía abierta de conversaciones" para trabajar en el asunto. También está prevista la sustitución "sin tanta urgencia" de otra valla que, aunque no ha caído, no está en buenas condiciones.
La eterna remodelación del campo de la Magòria
El "gran elefante en la habitación" que continúa sin resolverse desde hace más de una década es la remodelación del campo municipal de la Magòria, situado en el distrito de Sants-Montjuïc. Este espacio está en desuso desde 2009 debido a las obras de Can Batlló y no fue hasta 2020 que se presentó el proyecto Campus Magòria: Connecta 4. Este plan preveía una inversión de 60 millones, a partes iguales entre el Ayuntamiento y la Generalitat, con la intención de iniciar las obras en 2023.
Para desgracia de los diversos equipos que utilizaban el espacio, entre los que destaca la histórica Unió Esportiva Sants, la previsión no se cumplió. En octubre de 2023, el consistorio anunció un nuevo planteamiento urbanístico basado en la propuesta anterior: el plan incluía un campo de fútbol 11, un polideportivo y dos edificios con equipamientos sociosanitarios y pisos para personas vulnerables. Pero tampoco se hizo realidad. El pasado lunes, 23 de diciembre, se volvió a abrir el concurso de ideas para definir las obras del campo. Se resolverá en el verano de 2025 y el objetivo es que esté redactado a finales de 2026.
El Ayuntamiento ha vuelto a abrir este diciembre el concurso de ideas para definir las obras de la Magòria
El tesorero del Sants, Carles Martínez, sabe que un proyecto "más sencillo" se habría terminado antes. No obstante, admite que tanto su club como el otro que entrenaba allí, el Mercat Nou Magòria, decidieron conjuntamente apostar por una instalación deportiva más "ambiciosa". "Es difícil saber por qué no se ha construido todavía. Cuesta mucho dinero hacerlo y hay complejidades de gestión interna que no ayudan", lamenta. Martínez también es el responsable de hablar con la comisión del distrito sobre los campos de fútbol y, aunque acepta que se siente "escuchado", considera que cada cierto tiempo debe empezar de cero debido a cambios en los cargos políticos y técnicos.
Fuentes del Ayuntamiento explican a Público que "la actividad de los clubes se ha mantenido en todo momento en el campo de fútbol de la calle Energia". Y es cierto, pero las condiciones en que se encuentra este campo, que debería haber sido de uso temporal, no son adecuadas para un buen rendimiento ni para la comodidad de jugadores y familiares. "No se han hecho reformas ni se ha cambiado el césped desde hace muchos años. Este no es de titularidad municipal, sino que depende de la Secretaria d'Esports de Catalunya, que no quiere hacerse cargo y no invierte en él", explica Martínez.
No se han hecho reformas ni se ha cambiado el césped desde hace muchos años
El Sants no es un club tan grande como el Europa ―tiene 33 equipos y un plus 50; unas 500 fichas―, pero, aun así, se ve obligado a usar otros campos para dar cabida a todos sus jugadores. Además del campo de Energia (Marina del Port), también entrena en La Bàscula (Poble-sec) y en el Ibèria (Marina del Port), ambos de titularidad municipal. El Mercat Nou Magòria, en cambio, es más pequeño y ya tiene suficiente con los horarios en el campo de Energia, a pesar de que sea una instalación "envejecida".
La distribución en tres espacios distintos perjudica gravemente a la masa social que acompaña al Sants. Los miembros de la entidad se sienten "desterrados de su barrio" y saben que han perdido afición y el apoyo de pequeños comercios locales. "La práctica deportiva no se ha visto tan afectada, pero sí que antes había un grupo de gente que seguía al primer equipo. La transición se hacía de forma natural: exjugadores que se hacían mayores apuntaban a sus hijos al club, ahora eso se ha roto", lamenta el tesorero. Con todo, confía en que el próximo proyecto de la Magòria salga adelante y que el club recupere la base social que lo fortalecía. Dejar de ser nómadas para volver a casa.
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