Este artículo se publicó hace 2 años.
Tres personas denuncian los abusos sexuales que sufrieron de un párroco de Tenerife cuando eran menores
Tres víctimas relatan las traumáticas experiencias que sufrieron por los abusos de un cura de Tejina y que fueron ocultados durante años por el obispo de Tenerife.
Madrid-
Tres personas han reunido el valor suficiente para hacer públicos los abusos sexuales que sufrieron cuando eran menores de edad por parte de un párroco en la isla de Tenerife. El cura aprovechaba los momentos de intimidad de las confesiones de los niños para llevarles a la sacristía o a su casa para perpetrar los abusos. Ante las denuncias presentadas en su día, el Obispo de Tenerife, Felipe Fernández, las ocultó y tan solo se limitó a cambiar al cura de destino. Su sucesor en el cargo, Bernardo Álvarez, figura en el listado de casi 40 prelados acusados de ocultar casos de pederastia, elaborada por El País.
Los testimonios de estas personas los ha recogido la cadena SER. Camilo, cuyas iniciales verdaderas son C.M.L., cuenta los pormenores de la pesadilla que sufrió durante años. "Cada vez que te hacías una paja te entraba remordimiendo de conciencia e inmediatamente tenías que confesarte", explica.
"Me preguntaba en qué pensaba mientras me masturbaba, me tocaba el muslo, me preguntaba si se me ponía durita y cosas de ese tipo", describe la víctima de los presuntos abusos. "Un día me sentó encima de él, me dio un beso en la boca y sentí su pene duro en mi muslo. Me levanté y me fui de su casa", narra. Todo aquello sucedió cuando tenía 10 años. Su madre lo denunció al obispado en el año 2004 y la única consecuencia fue que al sacerdote le cambiaron de su parroquia en Tejina a La Laguna. "El Obispo ni siquiera recogió la denuncia. No me creyó, no comunicó a Roma lo que estaba pasando y tampoco abrió un proceso canónico para esclarecer los hechos", asegura.
Para más inri, Camilo sufrió una revictimización en su propio pueblo. "Me hicieron la vida imposible. Algunos vecinos se cambiaban de acera cuando me veían por la calle y a mi madre dejaron de darle la paz en misa. Llamaban a casa para amenazarnos. Algunas feligresas se manifestaron en la puerta de la iglesia para que les devolvieran al cura", explica.
Tras diez años de lucha, en el año 2014 se animó a volver a denunciar los hechos gracias a la entrada en vigor del protocolo que obliga a comunicar al Vaticano este tipo de denuncias. Entonces, el Obispado sí se vio en la obligación de poner en marcha el proceso. "Al poco tiempo me llamó el Obispo y me dijo que el cura iba a dejar de ser cura, pero no porque Roma lo pidiera, sino porque renunciaba al sacerdocio", afirma Camilo a la SER.
Dos testimonios más en los años 70
Otras dos personas, animadas por el testimonio de Camilo, también han denunciado que sufrieron abusos aparentemente por el mismo sacerdote. Sus casos se remontan a los años 70 cuando el sacerdote estaba destinado en Vallehermoso (La Gomera).
Samuel denuncia que "me metía las manos en los genitales, me besaba y me contaba historias sobre sexo en una sacristía a dos centímetros de mí, sentía su aliento en mi boca. Era un niño de diez años a punto de hacer la primera comunión y lo que conseguí fue un odio tremendo hacia este señor".
Por su parte, Esteban rememora la vez que sufrió la situación: "Me cogió en la sacristía, me besó, me metió la mano en mis partes íntimas. Afortunadamente entró en la sacristía un señor y yo me escapé. Evidentemente siendo un niño de once años el asco fue terrible. Como niño aquello me impactó muchísimo".
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