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Sindicalismo El 'procés' altera el mapa sindical catalán e impulsa a la Intersindical-CSC

Aparte de ganar la semana pasada en la Función Pública de la Generalitat, esta semana ha alcanzado la tercera posición en las elecciones sindicales de Educación, consiguiendo 47 delegados. Analizamos los motivos por los que aún no había triunfado un sindicato nacionalista y por qué CCOO y UGT han podido aglutinar en Catalunya a independentistas en sus filas.

Una manifestación de la Intersindical-CSC

Ander Zurimendi

La Intersindical CSC vive días de euforia, gracias a los vistosos resultados sindicales que ha encadenado en las últimas semanas. En pocos días ha conseguido estrenarse en las juntas de personal de Enseñanza, convirtiéndose en la tercera fuerza con 47 delegados -por detrás de la USTEC-STEs y CCOO-, mientras que la entidad hermanada SEGCat se ha estrenado en el Consejo de Seguridad de los Mossos, con 1 de los 12 delegados en juego. Sin embargo, la joya de la corona son los 35 delegados sindicales alcanzados la semana pasada en la elecciones de la Función Pública de la Generalitat, avanzando a todos los demás sindicatos desde su exigua posición anterior (tenía tan sólo 4 representantes). A todo ello hay que añadir la atracción a sus filas de una parte de la sección sindical de los Bomberos de Catalunya (hasta ahora en la COS).

Según informan fuentes de la Intersindical-CSC, su crecimiento "responde a la necesidad de un sindicalismo comprometido con el proyecto de construcción de la República Catalana y debe comportar que otros sindicatos opten por esta construcción colectiva del proyecto republicano y nacional". A favor de la República y, de paso, mensaje para los demás sindicatos. No ocultan que, evidentemente, su posicionamiento explícito en la situación política les ha ayudado en el crecimiento. Si justo después del referéndum del 1 de octubre contabilizaba 1.800 afiliados, ahora tiene cerca de 3.600. Y de los 300 delegados con que contaba en noviembre de 2017 ha pasado a unos 400. A pesar de los buenos resultados en este ciclo electoral en el sector público, tampoco son un sindicato de funcionarios: el 65% de los delegados pertenecen al sector privado.

Las mismas fuentes añaden: "Estos resultados consolidan al sindicato como la entidad que está teniendo el mayor crecimiento en este ciclo de elecciones sindicales". Aún podría sumar una última campanada, ya que los días 26 y 27 de marzo se presenta al Institut Català de la Salut (centros de atención primaria y hospitales). Se cerrará así un ciclo en el que habrán podido votar cerca de 200.000 trabajadores del sector público catalán.

La cara visible de las huelgas del procés

Su éxito se debe, especialmente, al liderazgo y visibilidad alcanzada en la convocatoria de las huelgas del procés (especialmente el 8 de noviembre de 2017 y la de este pasado 21 de febrero). Por ello, la Intersindical está recibiendo el apoyo de los sectores independentistas más favorables a la vía unilateral. Desde miembros de la CUP (especialmente ligados al corriente de Poble Lliure), pasando por algunos CDR locales, hasta los seguidores del expresident Puigdemont, la zona de influencia de Waterloo y los auto-considerados "legitimistas" (que reivindican a consellers y presidente legítimos, previos al 155). Es por ello que, en el reverso de la moneda, se ha ganado no pocas enemistades políticas y sindicales. De hecho, han sido tachados de ser el sindicato del "procesismo" y han visto cuestionado su modelo sindical.

La manifestació que va culminar la vaga del passat 21 de febrer, convocada per la Intersindical-CSC. EFE/Marta Pérez

La manifestación que culminó la huelga del pasado 21 de febrero, convocada por la Intersindical CSC. EFE/Marta Pérez

Los delegados que gana la Intersindical provienen, en gran medida, de UGT y CCOO. En la Enseñanza, el bi-sindicalismo ha pasado del 34% al 22% de los delegados. En Función Pública de la Generalitat, han bajado del 48% de los representantes (en 2015) al 37% de la semana pasada. Un descenso que se añade al acumulado: en 2010 habían obtenido el 64% de los delegados. O sea, los sindicatos mayoritarios van perdiendo peso, para dar paso a otras centrales sindicales: Intersindical y COS (independentistas), CGT y CNT (libertarios) y otros.

La rareza catalana: independentistas en CCOO y UGT

Esta tendencia hace presagiar una tímida recomposición del mapa sindical en Catalunya. De hecho, era toda una singularidad que hasta ahora CCOO y UGT mantuvieran una mayoría tan elevadísima, mientras que el procés parecía no venir acompañado de un auge de los sindicatos independentistas: Intersindical, COS, CATAC-IAC y en cierta medida la USTEC-STEs . Planteémoslo de otro modo: dada la gran polarización social que vive Catalunya, ¿con qué sindicatos se identifican aquel 47% de voto independentista?

Hasta ahora, muchos también lo han hecho con CCOO y UGT. Esta singularidad se explicaría por múltiples factores: por un lado, se han manifestado relativamente en favor del derecho a decidir (el anterior líder de la UGT catalana, Josep Maria Álvarez, ha venido a decir que cualquier pacto final debería ser votado en Catalunya). También han defendido la puesta en libertad de los presos (el actual líder de UGT, Camil Ros, siguió el otro día la declaración de Jordi Cuixart desde la pantalla gigante de Òmnium Cultural en la calle). Comisiones Obreras también ha tenido posiciones más favorables al derecho a decidir, incluso más avanzadas que su partido madre, ICV. Y sin duda, en todos los sindicatos se encuentran destacados independentistas: Camil Ros era miembro de ERC, la actualmente encarcelada Dolors Bassa era responsable de UGT en Girona; las comarcas de Osona y de las Terres de l'Ebre habían sido lideradas por militantes de Esquerra,…

Así pues, la excepcionalidad proviene debido de que ni CCOO y UGT no han sido beligerantes con el independentismo (aunque tampoco favorables). Han tratado de esquivar el tema, con un acuerdo de mínimos asumible para la famosa mayoría del 80% de la población catalana. Una posición que entronca con el lema "un solo pueblo" y la idea de "cohesión nacional" generada desde la galaxia del PSUC y CCOO en la Transición. Lo que explicaría porque muchos militantes catalanistas e incluso independentistas se han sentido hasta ahora cómodos en un sindicato de matriz española.

"La invención" de la parada de país para tensar de CCOO y UGT

De hecho, que se añadieran a la parada de país del 3 de octubre, en contra de las cargas policiales por el referéndum, también fue un hito importante. La misma noche del domingo hay cumbre en Palau: Carles Puigdemont y Oriol Junqueras convocan a Jordi Cuixart y Jordi Sánchez -líderes de Òmnium y la ANC en aquellos momentos- y los líderes sindicales Camil Ros (UGT) y Javier Pacheco (CCOO) . La idea de convocar huelga no convence, pero finalmente se inventan la "parada de país" y tejen un consenso.

En la próxima huelga del 8 de noviembre, en cambio, Junqueras y 'los Jordis' están encarcelados y Puigdemont en el exilio. Apuntan fuentes conocedoras de que la ruptura de los interlocutores también se carga la capacidad de generar complicidades, facilitando que los sindicatos se descuelguen rápidamente de la protesta. Sin embargo, en España también se han elevado voces claramente discrepantes con algunas de las posiciones catalanistas (favorables al diálogo y no avaladoras del 155) de las respectivas federaciones autonómicas, pero no han contado con el aval de la dirección estatal, ahora mismo controladas por los nuevos liderazgos periféricos: el bilbaíno Unai Sordo al frente de CCOO; mientras que José María Álvarez, de origen asturiano pero establecido desde 1975 en tierras catalanas, como portavoz de UGT. Un vasco y un astur-catalán desembarcan en Madrid.

Hacia un sindicalismo como en el País Vasco y Nafarroa

Si la Intersindical (como la COS, USTEC y CATAC-IAC) mantuvieran una senda de crecimiento, estaríamos acercándonos poco a poco a un escenario más cercano al sindicalismo gallego o vasco, que cuentan con potentes centrales implantadas exclusivamente en su territorio. En el País Vasco y Navarra, además, los sindicatos nacionalistas ELA y LAB conforman la llamada "mayoría sindical", con más de la mitad de delegados totales. De hecho, la suma de ELA y LAB llega al 60% de los delegados en el País Vasco y casi el 40% en Navarra. Esta correlación de fuerzas es histórica, ya que tanto ELA como LAB son centrales sindicales consolidadas desde la Transición (ELA proviene del STV, formado a principios de siglo XX y originariamente vinculado al PNV, mientras que LAB es parte estricta de la Izquierda Abertzale y nace en 1974).

Divergencias con la COS para la última huelga

Sin embargo, la Intersindical está divergiendo con un espacio en teoría no muy lejano, el sindicato COS, tal como se evidenció con la última huelga del 21 de febrero (en protesta por el juicio en el Tribunal Supremo), debido a la conveniencia o no de convocarla y las formas para hacerlo. La COS manifestó, de hecho, "entender los motivos de fondo que animarán a muchas personas a sumarse a la movilización", pero no compartir una huelga "que ha venido impuesta verticalmente y unilateralmente por cúpulas políticas". También criticaban que la llamada no había logrado "una mínima unidad de acción del sindicalismo combativo", aparte de que tildaban la huelga de "convocatoria adulterada que se disfraza de movilización obrera con aquellos y aquellas que, al día siguiente, continuarán siendo nuestros explotadores".

A pesar de que la COS es el sindicato laboral oficialmente miembro de la Esquerra Independentista, algunos militantes de la EI también militan en la Intersindical (especialmente el sector de Poble Lliure), lo que a priori generaría una cierta sinergia.

Amplio rechazo de los sectores de ICV y CCOO

Donde el auge de la Intersindical ha sido recibido con hostilidad manifiesta es a sectores de Iniciativa. Un rechazo que no fue compartido por toda la galaxia de los Comunes, ya que a pesar de no apoyar la huelga por el juicio en Madrid, tampoco se salió en tromba a criticarla. En cambio, sí que generó reacciones de Joan Coscubiela (sindicalista histórico de CCOO), calificando de "residual" la presencia de la Intersindical y de "degradar" el concepto de huelga. "A pesar de los muchos recursos económicos vertidos y el gran apoyo mediático y político, el nacionalismo catalán no ha conseguido nunca crear un sindicato a su servicio. La explicación es muy evidente, los sindicatos los hacen las personas trabajadoras no la patronal ni los gobiernos amigos", tuiteaba el mismo día de la huelga general.

De hecho, la posición del coscubielismo conecta con la línea argumental de la patronal Fomento del Trabajo, que ya trató de prohibir las huelgas de la Intersindical, como la del 8 de noviembre de 2017, aduciendo que era una protesta política y no paso laboral. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya rechazó el recurso de los empresarios.

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