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Con el sacristán en el suelo y ensangrentado el asesino de Algeciras no cesó en su ataque
Agencia Atlas
Alfonso estaba en la sacristía de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma en el momento del ataque. Esperaba a su hijo que estaba en catequesis en el piso de arriba cuando oyó gritos y al momento el sacristán entró perseguido por su asesino. El sacristán ya herido sale de la Iglesia y se dirige a la plaza Alta tratando de huir. La gente reacciona poco a poco y un compañero sale también en su ayuda, pero el cae fulminado.
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Eso es en lo que coincide los testigos, cuando Diego ya estaba en el suelo y ensangrentado su agresor no cesa en su ataque
Jamaica había servido unos minutos antes un café a Diego. Se despidieron con una sonrisa. Poco después corrió para tratar de taponar sus heridas, pero ya es demasiado tarde.