Nador (Marruecos)
La muerte este viernes de al menos 18 personas migrantes -37 según las asociaciones- en la ciudad marroquí de Nador al intentar cruzar la valla que la separa con la vecina Melilla tiñe aún de incredulidad las caras de sus vecinos, que hoy recuerdan perplejos un episodio nunca visto en décadas.
Mohamed lleva los 63 años de su vida en Nador y ha visto a muchos intentar saltar la valla frente a su tienda, pero nada parecido a lo que pasó ayer con las 1.500 personas que intentaron acceder a la ciudad española contigua. "Nunca he visto tanta muerte".
Los habitantes de Nador, cuyos límites los marca por uno de sus lados la enorme valla de hierro levantada por España para impedir que los migrantes accedan a su territorio, se despertaron hoy aún en "shock" por el episodio, el más violento que recuerdan.
La Agencia Efe pudo reconstruir con algunos testigos y fuentes de seguridad el recorrido que hicieron los migrantes al llegar a la zona de la valla, después de bajar por una calle de Nador en grupo y armados con palos, cuchillos artesanales, piedras y una radial para cortar los barrotes.
De las 2.000 personas que bajaron por esa calle con la intención de cruzar a España, a las que esperaban las fuerzas marroquíes, llegaron hasta la valla unas 1.500 y 500 consiguieron caminar los cien metros que separan la esquina del enrejado del paso fronterizo que lograron flanquear. 133 cruzaron finalmente a España.
El paso fronterizo convertido en ratonera
Los subsaharianos, relatan los vecinos, se aproximaron primero una zona de la valla conocida como del Barrio Chino (a la que llegaron esas 1.500) e intentaron franquearla primero por una de sus esquinas, donde hay un foso paralelo al muro, pero al ver que no podían romperla por ahí se movieron hacia el puesto fronterizo.
Los alrededor de 500 que llegaron al puesto usaron la radial para romper las rejas y consiguieron entrar, pero se encontraron en unas dependencias cercadas por vallas de hierro azules que aún son territorio marroquí y de las que solo se puede salir a España por un torniquete por el que cabe una persona.
En ese espacio, según las fuentes de seguridad, fallecieron algunas personas. En un vídeo verificado por la Agencia Efe se puede ver cómo desde esos compartimentos vallados algunos migrantes subieron a un muro de unos cinco metros que da a la calle y cayeron al suelo al ceder una valla instalada en su parte superior.
En redes sociales circulan desde ayer otros vídeos, cuya veracidad confirmaron a la Agencia Efe fuentes de seguridad marroquíes, que muestran a decenas de personas custodiadas por agentes marroquíes y tumbadas en el suelo, muchas inmóviles y amontonadas, en ese espacio del puesto fronterizo al que entraron tras franquear la puerta.
Palos y ropa aún enganchados en el alambre
Los lugares donde ocurrieron el asalto aún guardan hoy los restos de la tragedia, testigos de la desesperación de cientos de personas. Palos enganchados en los alambres de espino, una gorra de béisbol, una camiseta roja... que los operarios marroquíes, afanados en limpiar el lugar, aún no han podido retirar.
Desde el lado marroquí, los vecinos coinciden en que no guardan recuerdo de un episodio así, con tanta gente y tanta violencia: palos, armas blancas y ganchos del lado de los migrantes y gas lacrimógeno, pelotas de goma y porras del de las fuerzas de seguridad.
"Yo he vivido siempre en la frontera y el que vive en la frontera siempre ve cosas, estamos acostumbrados, pero como esta vez nunca se ha visto, nunca se ha visto la muerte como esta vez", dice Mohamed en su tienda de alimentación, aún a medio llenar tras más de dos años de pandemia y cierre fronterizo.
Son, resume, personas subsaharianas que estaban escondidas en los montes aledaños, donde "no tienen comida, no tienen agua, no tienen nada... han perdido el miedo. Es la muerte o pasar a España".
Y denuncia que cuando la Policía los retuvo en ese espacio acotado del paso fronterizo, donde se grabaron los vídeos ampliamente difundidos, "nadie de ninguna asociación les llevó ninguna botella de agua".
Mohamed pudo ver cómo las ambulancias iban poco a poco llevándose a los heridos (76 migrantes y 140 agentes, según las autoridades marroquíes) y fue también testigo de cómo cargaban a otros "en ambulancias de la muerte", porque, resume, las ambulancias de los muertos "son diferentes".
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