madrid
Un vistazo al cubo de basura debería servir para entender la cantidad de comida que se desperdicia en el mundo. Se calcula que un tercio de los alimentos que se producen a nivel global terminan siendo desperdiciados, según las cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El coste de los alimentos que terminan pereciendo es de 728 millones de euros. En España, el 13º país que más comida despilfarra en Europa, se desperdicia una media de 173 kilos por persona al año, lo que supone que el 18% de los alimentos terminan en el cubo de la basura, según los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca. Estas cifras impactan aún más si se tiene en cuenta que más de 800 millones de personas pasan hambre en el mundo.
Frutas y hortalizas con imperfecciones, pescados con demasiadas espinas o cajas de cereales que, por una hendidura, terminan en lo más hondo del estante del supermercado. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo la vista condiciona el futuro de los alimentos a terminar en las basuras. Ante esta situación, ante la cotidianidad de los deshechos, surgen iniciativas tecnológicas que buscan dar salida a los miles de excedentes que se generan diariamente en esta industria.
Too Good To Go, Nice To Eat You o Soy Comida Perfecta son algunos ejemplos de estas iniciativas que pretenden rescatar a esos miles de alimentos que se despilfarran a diario. La idea es que los excedentes de restaurantes y mercados puedan ser vendidos al final de la jornada y no terminen en los contenedores donde habitualmente acaban.
“Nuestra principal competencia es el cubo de basura”, comenta Oriol Reull, directivo de Too Good To Go. Esta aplicación permite que las empresas del sector alimenticio puedan dar salida al final del día a los productos que no han logrado vender durante la jornada. A través de un descuento de al menos el 40%, las tiendas y establecimientos hosteleros consiguen atraer a algunos clientes que se pasan a recoger un paquete unas horas antes de que los empleados echen el cierre. Desde la empresa explican que el producto termina siendo una sorpresa, ya que los negocios no saben hasta un par de horas antes de cerrar cuales van a ser los alimentos que no han podido venderse. Es decir, el usuario puede reservar el bulto al medio día, pero no sabrá hasta que llegue al local por la noche cual va a ser el manjar que le espera.
De una forma similar funciona Nice To Eat You, donde las empresas ofrecen lotes genéricos de productos que son recogidos por los consumidores al final del día. De esta forma, explican desde la Start Up, se pretende “evitar” que se generen más emisiones de CO2 de las que ya se dan en toda la cadena productiva debido al procesamiento de los alimentos que se desperdician a diario.
“Me enteré por Internet de cómo funcionaban estas aplicaciones y lo probé. Cerca de casa había una frutería que estaba en Too Good To Go y esa fue mi primera compra. Recogí un paquete con unas manzanas y unas peras”, explica Inés, una usuaria de este tipo de aplicaciones. En cierta medida los vegetales y las piezas de fruta son los elementos más perjudicados por la forma de consumo que impera en las sociedades industriales. Tanto, que el 50% de los desperdicios alimentarios que se generan en el mundo son tubérculos, frutas y hortalizas, según los datos recogidos por el FAO.
A Kike, otro consumidor habitual, también le sale rentable acudir a fruterías cercanas de su casa o del trabajo para recoger excedentes que, pese a desperfectos en la piel, saben igual de tiernos. “También voy a panaderías y bollerías que encuentro en la aplicación. Me compro algún bollo o recojo el pan, que congelo para ir haciendo tostadas”, comenta.
El sushi es otro de los productos estrella, ya que es un tipo de comida difícil de conservar por su preparación con productos servidos semicrudos. Con esta aplicación desaparecen, además los precios prohibitivos de la comida japonesa. Tanto es así, que un plato de 18 euros puede terminar rebajado hasta los 5 euros.
También hay comercios pequeños, incluso familiares, que deciden trabajar con estas empresas antidespilfarro que se llevan una comisión por cada fardo vendido. Es el caso de José Luis Cañellas, propietario de Xarcuteria Anna, que suele vender uno o dos paquetes al final del día a través de la aplicación Too Good To Go. “La gente no es consciente de la cantidad de comida que podemos llegar a tirar al día”, valora el empresario que resalta que, aunque tampoco es mucho el dinero que le entra por esta vía, merece la pena “colaborar”.
En una línea similar se encuentra la iniciativa Soy Comida Perfecta, un supermercado online de productos que han sido rescatados del abismo de los vertederos. La mayoría de los alimentos que se encuentran en esta web, con descuentos de hasta el 80%, tienen problemas ligados a la estética de consumo que en ninguno de los casos afecta al sabor o a la calidad. Es decir, las rebajas del precio tienen que ver con abolladuras en el envasado, lotes incompletos o con una fecha de caducidad cercana, pero no cumplida. En este último caso, la propia Start Up avisa al consumidor mediante una notificación cuando esa fecha se acerque.
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