a coruña
Actualizado:Los cinco acusados del asesinato homófobo de Samuel Luiz, cuyo caso se juzga en la Audiencia Provincial de A Coruña desde el pasado miércoles, niegan haber sido los autores de la horrible muerte del joven. Lo habían hecho ya durante la instrucción del sumario, insinuando la responsabilidad de los demás, exculpando la suya propia y/o acusándose mutuamente de mentir. Ninguno admite haber matado a Samuel, y todos juran decir la verdad. Pero con ésta sucede a veces que cuanta más gente se propone distorsionarla, más fácil resulta intuir quiénes tratan de ocultarla.
Así, las primeras declaraciones ante el jurado de dos de los presuntos asesinos durante la segunda jornada de la vista oral el pasado jueves, han empezado a revelar llamativas contradicciones entre los cinco respectivos relatos, todos diferentes entre sí. También con lo que se observa en las grabaciones e imágenes del pub donde varios de ellos estaban de fiesta aquella madrugada del 3 de julio de 2021, de las cámaras de tráfico del paseo marítimo donde Samuel fue linchado en una verdadera cacería humana, como la ha definido la fiscal, y de los comercios aledaños al lugar de los hechos.
Los primeros en declarar fueron Alejandro Míguez, de 29 años, y Catherine Silva, de 22, que contaban con 25 y 19, respectivamente, cuando ocurrió el crimen, del que se declararon inocentes. Tenían derecho a testificar al final del juicio una vez conocidas todas las pruebas, testimonios y peritajes que se van a practicar, es decir sabiendo cuáles les incriminan y en qué sentido. Pero prefirieron hacerlo antes. En cierto modo es una forma de decirle al jurado que no tienen nada que ocultar. Además, renunciaron a su derecho a no declarar y se prestaron a contestar a todas las preguntas de todas las acusaciones y de todas las defensas.
Los únicos que están en libertad
Alejandro, Álex para sus amigos, y Catherine, Katy para los suyos, son los únicos que están en libertad: llegan y se van del juicio por su propio pie y como uno más entre el resto de testigos, abogados, periodistas, público y familiares de las víctimas. Por contra, Diego Montaña (29 años), Kaio Amaral Silva (22) y Alejandro Freire, a quien llaman Yumba (24), están en prisión provisional desde 2021. Su imagen entrando y saliendo de la sala de vistas esposados y escoltados permanentemente por agentes de policía, es muy diferente a la que ellos pueden permitirse.
El primero en hablar fue Alejandro, que se definió como una persona dialogante y pacífica que odia la violencia. A preguntas de la fiscal, explicó que la noche en que murió Samuel escuchó un griterío a unos metros del pub Andén, junto a la playa de Riazor, donde habían pasado varias horas bebiendo en un reservado con varios amigos y conocidos, entre ellos Diego y Katy, que por entonces eran novios. Cuando se aproximó, vio al primero pegándole puñetazos a otra persona, y luego a Yumba estrangulándolo por detrás con el brazo. Se acercó para intentar frenarlos pero alguien se interpuso y se lo impidió.
"No hagas nada, es cosa de Diego", le dijo Katy. Luego, continuó, se quedó "paralizado" ante el tumulto de gente que perseguía a Samuel mientras intentaba escapar. Entre ellos reconoció de nuevo a Diego y a Yumba, así como a los otros dos menores que ya han sido condenados por su participación en el suceso. También a tres personas negras —no dos, como aseguran el resto de testigos— que intentaban proteger y llevarse a la víctima. Un centenar de metros más allá, vio cómo a Samuel le daban caza y volvían a pegarle y a patearle hasta que acabó desplomándose sobre el asfalto.
Identificaciones en los videos
Esa es la primera parte del relato de Míguez, que la fiscal fue arrancándole pausadamente, como quien extrae un corcho enquistado en una botella añeja, preguntándole por cada detalle y, sobre todo, por si podía identificar por el rostro, la ropa o el aspecto a las personas que aparecían en los videos y fotogramas de la grabación del linchamiento que fue mostrándole durante casi dos horas. En casi la mitad de las ocasiones en las que la fiscal le preguntó si quienes aparecían era él y otras personas, Míguez dijo no reconocerse ni reconocerlas, escudándose en la mala calidad de las imágenes.
Alejandro Míguez reconoció haber mentido a la policía en la primera versión que dio sobre la muerte de Samuel
Ahí empiezan las primeras contradicciones. Porque Katy, que declaró después de él, sí les puso nombre a casi todas sin problemas y al instante. Alejandro tampoco supo explicar por qué, si es verdad que aborrece la violencia, ni siquiera había llamado a una ambulancia o a la policía cuando vio a Samuel herido de muerte y tirado en la calle sin ayuda después de recibir la brutal paliza en la que dijo no haber participado, pero sí observado. Tampoco acertó a concretar por qué había mentido a la policía en su primera versión, que reconoció haber cambiado luego en el juzgado: "Estaba asustado", se limitó a decir.
La tesis de las acusaciones es que fue precisamente el miedo por haber matado a Samuel lo que llevó a Míguez y a otros acusados a acudir al hospital donde éste fue ingresado agonizando y donde murió poco después. Él asegura que lo hizo porque le habían advertido de que otra amiga estaba allí, esa misma noche, por un coma etílico. Pero no supo explicar por qué tras regresar a su casa desde el centro médico, volvió a salir para reunirse con el resto de los presuntos asesinos en un parque donde, según la acusación, habían quedado por Whatsapp para "cuadrar versiones" sobre la muerte de Samuel.
Mensajes en el grupo de Whatsapp
La policía lo sabe por los mensajes en el grupo por el que se comunicaba la pandilla tras el volcado de la información del teléfono de Diego, el primer detenido y novio de Katy. Pero no estaban en el terminal de Míguez, que lo había cambiado días antes de que los investigadores se lo intervinieran. También estaba vacío su registro de llamadas y la mensajeía instantánea de esos días, así como la app de Instagram. Él se justificó diciendo que el que tenía el día de los hechos se le había caído poco después y había quedado inutilizado, y que desconoce por qué esos mensajes, registros y aplicaciones ya no constan en el móvil nuevo con el que lo sustituyó. La fiscal le recordó que la policía también tiene constancia de que esa misma madrugada y tras la paliza, su aparato recibió y envió numerosas llamadas desde y hacia los del resto de implicados.
Durante su testimonio, Katy incurrió en una contradicción parecida. Reconoció que fue al parque con Diego tras la agresión, pero negó que fuera para cuadrar versiones y coartadas. Ella niega haber borrado de su dispositivo los mensajes de esa noche, pero la policía asegura que sí fueron eliminados. Katy incluso declaró que ni siquiera tenía constancia de que estaba en el mismo grupo de Whatsapp con su novio y sus amigos, aunque no supo qué responder cuando la fiscal le preguntó cuál era su número de teléfono, para recordarle acto seguido que es el mismo que aparece asignado al usuario "Morena" registrado en ese chat. La misma madrugada en que murió Samuel, Yumba les había enviado al grupo este mensaje para convocarlos a la reunión: "Me estáis quemando todos, ya estáis tardando en venir al parque Europa".
Katy es morena, mide uno 1,56 y pesa 50 kilos, según desveló ella misma en el juicio a preguntas de su abogado, que pretende demostrar la imposibilidad de que alguien de su estatura y tamaño pueda haber participado en el salvaje linchamiento de Samuel, y por tanto haber cometido el delito que le imputan de asesinato con ensañamiento y alevosía agravado por discriminación por orientación sexual.
"Es una niña"
El miércoles, en la presentación de su informe inicial, su defensor había utilizado varias veces la expresión "es una niña" para referirse a ella. El jueves, Katy insistió en que sus mejores amigos y amigas son transexuales y que no tiene nada en contra de la homosexualidad. La estrategia de su defensa también intenta que el jurado descarte el móvil homófobo del crimen. Katy Incluso subrayó que se hubiera enfadado mucho si su novio hubiera llamado a alguien maricón pretendiendo insultarle. "Diego le llamaba maricón a todo el mundo", llegó a decir.
Esos argumentos recuerdan a los de los machistas que pretenden no serlo porque tienen madre y hermanas, o a los que buscan normalizar las agresiones verbales racistas, sexistas u homófobas presumiendo más buena fe en los agresores cuanto éstos más las emplean. Pero al margen de esas consideraciones, lo cierto es que Katy sí tiene rostro de niña. Claro que una niña, por lo que ella misma detalló sobre lo que pasó la noche en que murió Samuel, y por la forma en que lo expresó, que parece habituada a la violencia física y moral en sus relaciones personales.
Katy reconoció que había agarrado y empujado a Lina, la amiga de Samuel que intentaba socorrerlo de la primera agresién de Diego. Y aunque dijo que fue para apartar ella misma a su novio, no supo explicar por qué le dijo al momento a Alejandro Míguez que no se metiera en la pelea porque era "cosa de Diego". Justo después, señaló, habría abofeteado a éste por haber iniciado la reyerta. Cuando todo terminó, con Samuel casi muerto y mientras caminaba con su novio hacia el parque donde se reunió con los otros acusados, Katy admitió haberse encarado con dos chicas y un chico que pasaron a su lado y a quienes oyó decir: "¡Cállate, puta!" en una conversación entre ellos. Segundos después, volvió a abofetear a Diego, lo que provocó que el trío con el que se había cruzado pensara que era éste quien le pegaba a ella. "Debieron pensar que era una cosa de violencia de género, pero les dije que había sido yo".
En la vista del jueves estaba prevista la declaración de los dos jóvenes de Senegal que trataron de auxiliar a Samuel y las de dos amigos de la víctima, pero las de Katy y Alejandro ocuparon toda la jornada y las anteriores han sido aplazadas a este viernes y al próximo lunes. Las de Diego, Kaio y Yuma serán al final del procedimiento, bien entrado el mes de noviembre. Quedan más de 80 personas por declarar, y el juicio se aventura largo y complejo. Durará exactamente el tiempo que lleve extraer cualquier mentira, por inocente que parezca, del único relato verdadero sobre la muerte de Samuel.
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