Este artículo se publicó hace 4 años.
MovilidadPatinetes eléctricos en las ciudades, ¿alternativa a la movilidad o incordio para los peatones?
El conflicto entre patinetes y automóviles se traslada de la calzada a las aceras. Este tipo de medios de transporte siguen circulando fuera de las carreteras y estacionando en el espacio de tránsito de los peatones. Ecologistas y expertos en movilidad se preguntan si estos artilugios impulsados por plataformas de alquiler son realmente una alternativa útil al automóvil.
Alejandro Tena
Madrid-Actualizado a
Caminando por la acera de una gran ciudad española, un viandante da un salto para esquivar lo que hasta hace poco era un juguete de niños; un patinete. Éste, no obstante, además de metal y ruedas, va provisto de un motor eléctrico que lo convierte en un transporte rápido que apenas requiere esfuerzo físico. El vehículo es, a priori, la gran solución para el problema de movilidad y contaminación de las urbes europeas. Tanto, que las calles –y las aceras– han sido tomadas en los últimos años por este medio de transporte reciclado del imaginario infantil, lo cual hace que la solución se empiece a convertir en un problema, pese a las ordenanzas municipales y los intentos de regulación por parte de grandes consistorios como Madrid, València, Barcelona o Zaragoza.
Los patinetes eléctricos gestionados por empresas privadas de alquiler llegaron a la ciudad como remedio. En vistas a los problemas de emisiones derivadas del transporte en los grandes espacios metropolitanos, los deslizantes se empezaron a ofertar como una alternativa sostenible al coche que permitiría, a golpe de manillar, subir cuestas y recortar trayectos. Pero, meses después, la convivencia difícil entre coches y patinetes ha desplazado a estos juguetes reinventados a las aceras, generando –a pesar de las ordenanzas municipales– un problema vial.
"Estos patinetes no son una alternativa real al modelo vigente de movilidad"
"Estos artilugios no son una alternativa real al modelo vigente de movilidad", expresa Alfonso Sanz, geógrafo experto en movilidad sostenible de la consultora ambiental GEA 21. "Ni son sostenibles, ni son saludables, ni son seguros", agrega, en referencia a la ingente cantidad de atropellos relacionados con los patinetes. De hecho, este tipo de accidentes son responsables que en los ejecutivos municipales hayan comenzado a legislar para tratar de abordar el problema.
Para Nuria Blázquez, responsable de Transportes en Ecologistas en Acción, este tipo de transportes –tipificados por la Dirección General de Tráfico (DGT) como Vehículos de Movilidad Personal (VMP)– no vienen a resolver el problema de movilidad que impera en la ciudades modernas, dominadas por los automóviles privados: "Lo que apreciamos es que se trasladan peatones hacia estos vehículos eléctricos, en lugar de usuarios de coches. Eso no es una buena noticia".
"El hecho de que tenga ruedas nos confunde un poco", apunta Miguel Álvarez, consultor de movilidad urbana. Para este experto, parte del problema guarda relación con la forma de entender el servicio que dan las plataformas de patinetes, el cual no es tanto de movilidad como de ocio. "En el distrito centro, nadie deja su coche para coger un patinete", argumenta, en referencia a Madrid y al uso turístico que en muchas ocasiones tienen deslizadores como los patinetes o los denominados segways.
"Cuando uno se mueve en patinete, realmente lo hace en camión"
Pero, más allá de su uso turístico –la ciudad como parque temático– y la incapacidad que tienen estas empresas privadas de movilidad de arrastrar conductores hacia los patinetes, existe un problema mayor que tiene que ver la incidencia real de este modelo en la reducción de emisiones derivadas por el transporte. "Cada noche tienen que ir a recoger en furgonetas los patinetes que se han dejado tirados en la vía pública. Al final esto genera emisiones de CO2, por lo que no se le ve mucho el sentido", advierte Blázquez. Una apreciación compartida por Álvarez: "Cuando uno se mueve en patinete, realmente lo hace en camión".
A ello, se suma un debate relativo a la privatización del espacio público que termina afectando a ciertos colectivos. El hecho de que las aceras –reducidas a la mínima en las calles de las grandes ciudades– sean ocupadas por estos patinetes repercute en la movilidad de los viandantes y, concretamente, en "personas con silla de ruedas o ciudadanos invidentes", expone Sanz. Tanto es así, en Madrid ya ha habido manifestaciones convocadas por organizaciones de personas con movilidad reducida para exigir la retirada de las calles de patinetes, segways o motocicletas de alquiler.
El predominio del coche
El conflicto de los patinetes eléctricos responde, en cierta medida, a un momento de la historia en el que el paradigma de la movilidad urbana empieza a ser cuestionado. La crisis climática y la necesidad de reducir las emisiones de CO2 han puesto sobre la mesa la necesidad de remodelar las ciudades y situar en el centro a las personas. Ante esta tesitura, han aparecido soluciones alternativas que van desde los servicios de motos eléctricas, hasta las bicicletas públicas, pasando por patinetes (de alquiler o privados), cuya proyección choca de lleno con el protagonismo que los automóviles siguen teniendo todavía en las metrópolis.
"El conflicto se ha derivado a las aceras porque no se pone solución al modelo de ciudad en el que el automóvil sigue siendo dominante"
Así, el predominio de los coches en las calzadas se ha presentado como un factor de riesgo que hace que los usuarios de patinetes eléctricos "se trasladen a las aceras", valora el experto de GEA 21. "El conflicto se ha derivado a las aceras porque no se pone solución al modelo de ciudad en el que el automóvil sigue siendo dominante", explica, para añadir que, de alguna forma, los usuarios "se sienten empoderados" y sienten libertad "para invadir las aceras", pese a que la mayoría de las ordenanzas lo impiden.
En esa línea se sitúa Álvarez, integrante del proyecto Nación Rotonda: "Las normativas y ordenanzas de movilidad te dicen cómo tienes que circular, otra cosa es que después cada uno haga lo que le dé la gana. Al final, es un problema de civismo y de falta de implicación de la administración". No obstante, el experto en movilidad reconoce que este tipo de medios de transporte tienen un gran "potencial" para ser usados en la ciudad y pone el foco en las alternativas que se pueden abrir con una gestión eficiente.
Hacia la alternativa real
"La Policía es una herramienta necesaria que puede dar respaldo y seguridad a los ciudadanos que no quieren tropezar con este tipo de vehículos"
"Habría que repensar el modelo", comparte la experta de Ecologistas en Acción. "Para que tengan impactos positivos debe de haber un acompañamiento de otras medidas que den la posibilidad de que los patinetes y los vehículos alternativos de alquiler sustituyan a los automóviles privados", opina. Una buena opción sería, a su juicio, "reproducir el modelo de bicicletas públicas con estaciones de carga", lo que permitiría que los artilugios no quedaran, al llegar la noche, abandonados en las aceras. Además, reduciría las emisiones asociadas a los camiones de recogida y podría freno a un modelo de trabajo precario basado, en la mayoría de los casos, en el uso de falsos autónomos para la recolección de patinetes.
Sanz, por su parte, señala que la posible solución al problema "tiene tres patas". Por un lado, las ordenanzas y regulaciones administrativas, las cuales ya se han trasformado a la realidad de los patinetes en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o València. Por otro lado y como complemento, un remedio "social y educativo" que permita consolidar la idea de que "la seguridad hay que ganarla en la calzada y no en las aceras a costa de los peatones". Finalmente, el experto reclama mayores actuaciones disciplinarias: "La Policía no debe ser lo primero, pero es una herramienta necesaria que puede dar respaldo y seguridad a los ciudadanos que no quieren tropezar con este tipo de vehículos".
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