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Espada ToledoLa pandemia funde el negocio de las espadas toledanas: "Esto se va a quedar como una leyenda"
El coronavirus ha puesto en peligro los siglos de historia de la espadería toledana. A la competencia extranjera y las compras por internet se han sumado el cerrojazo de la hostelería y el declive del turismo, además de la falta de un relevo generacional.
Álvaro Celorio
En la calle Armas de Toledo ya no resuena el acero contra el yunque ni sus visitantes intuyen el olor del metal en las fraguas. Ahora, con suerte, los turistas –pocos- que se atreven a viajar pese a la amenaza vírica se han de conformar con las vistas de los restaurantes de comida rápida y de las tiendas de recuerdos que pueblan esta vía del casco histórico.
Los talleres que dieron nombre a esa calle quedan ahora lejanos en el tiempo y los actuales espaderos, apenas cinco, ven cómo su sector se acerca al abismo empujado por los estragos del coronavirus: "La pandemia ha sido la puntilla a nuestro negocio", dice el presidente de la Asociación de Fabricantes de Espadas de Toledo, José Ramón Moreno.
Moreno representa a las cinco empresas artesanas de Toledo que todavía fabrican espadas y otros objetos que suenan extemporáneos: armaduras, escudos y otros productos más propios de la Edad Media que del siglo XXI. Sin embargo, y a pesar de que recuerde más a Alatriste que a la época de la tan cacareada digitalización, 120 personas viven todavía del acero toledano.
El grito de la espada con denominación de origen en Toledo no es nuevo. Pese a ser un gremio con siglos de antigüedad, en la actualidad ve cómo la modernidad los deja atrás. No solo por la ausencia de duelos con espada o incluso el declive del toreo, para quienes forjan estoques. El coronavirus ha puesto en jaque a un sector que fio su recuperación al turismo y la hostelería.
"¿Un 80% menos de trabajo? A lo mejor estoy tirando por lo alto…", explica Moreno en conversación telefónica con Público. "Uno de nuestros asociados tiene también una tienda y está abierta porque se aburre. Esto es así. Cero clientes y cero fabricaciones", resume.
Las espadas toledanas forman parte de la Historia del país. "La presencia de espaderos en Toledo es muy antigua. Antes de Jesucristo se habla de los famosos cuchillos y espadas de Toledo y más tarde de la fabricación de estas armas en el pequeño taller casero, [...] siendo de tal importancia que los reyes les concederían muchas exenciones y privilegios", escribía Esperanza Pedraza en una publicación de 1981 de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
La importancia de los espaderos aumentó durante los siglos, definiendo en gran parte el papel de Toledo dentro de España y de Europa. "En el siglo XV ya existía un gremio de espaderos y venían caballeros de toda España a comprar sus espadas", explica a Público uno de los académicos de la citada institución, Félix del Valle. "En aquel momento esto pudo ser parte del motor económico de la ciudad, pues había unos cien talleres con sus maestros, oficiales y aprendices", agrega.
Sin embargo, de ahí en adelante, la importancia del sector vivió un constante vaivén: la salida de la corte de Toledo, la aparición de las pistolas o el descenso demográfico arrastraron durante siglos a los espaderos, que recuperaron algún lustre durante el reinado de Carlos III con la creación de la Fábrica Nacional de Espadas, aunque sin el antiguo relumbrón. Hasta que llegó la década de los 70 del siglo pasado.
"Entonces se puso de moda cortar la tarta de bodas y comuniones con una espadita", explica el presidente de los espaderos. Las parejas recién casadas y los marineritos impulsaron la venta de un sector que se vigorizó con las grandes celebraciones, con la exportación y el turismo. Las armas blancas vivieron una segunda juventud en una época en la que se colgaban de las paredes en lugar de emplearse en duelos.
"Cuando llega la pandemia fue justamente en el pistoletazo de salida de la temporada de bodas y comuniones. Se cancelaron, cerraron los restaurantes y desapareció el turismo. La exportación se paró al mes siguiente", resume Moreno el impacto del coronavirus. En cifras, y como botón de muestra: su empresa ha pasado de hacer 12.000 espadas a 2.000, una sexta parte.
En el medio siglo desde el renacer de la espada toledana, la situación ha vuelto a la casilla de salida. Afectados por la crisis, con la agresiva competencia exterior y del entorno digital, la pandemia ha puesto contra las cuerdas a los cinco últimos espaderos: "Ahora en septiembre hemos tenido un repunte de trabajo gracias a las comuniones, pero no se ha hecho ninguna boda. Pero al acabarse las comuniones o cuando vengan medidas más restrictivas…", pronostica el espadero.
En el Ayuntamiento de Toledo, el concejal delegado de Promoción Económica, Empleo, Turismo y Artesanía, Francisco Rueda, certifica la "complicada" situación del sector. "Es un sector que había decrecido mucho y ya quedaban muy pocas empresas antes de la crisis. Las espadas que ellos hacen, de artesanía, son objetos caros y desde hace años han entrado en el mercado cosas con forma de espada, como ellos dicen, que les ha quitado una importante parte de las ventas", explica el edil.
Rueda cuantifica la caída del turismo: entre un 80 y un 85% menos de visitantes, una cifra similar a la caída de la producción de los espaderos. "Los toledanos compran pocas espadas. Es algo que compran turistas y extranjeros. Es un producto muy particular de precio, de clientela y vinculada al visitante de fuera. Al turismo extranjero y también al nacional, que con las restricciones en Madrid también se ha resentido", afirma.
Moreno tiene 51 años y lleva desde los 16 trabajando como espadero en el taller que antes regentaba su padre: "Siempre me he preguntado a dónde va tanta espada. Nosotros, los toledanos, estamos cansados de verlas, pero la gente sigue flipando con algo que parece tan antiguo y obsoleto".
Con todo, la ausencia de grandes producciones cinematográficas (como Juego de Tronos, que se nutrió de estos filos) también ha supuesto la falta de un gran escaparate para su artesanía. Los espaderos reclaman medidas públicas de sustento a la espada: el sello Hecho en Toledo supuso un reconocimiento a la espadería local, pero la falta de difusión o de medidas complementarias lo han dejado en agua de borrajas.
"No hemos recibido ninguna ayuda", se lamenta Moreno. "Se nos ha abandonado. Propusimos hacer un museo de la espada toledana, más información para que la gente conozca lo que es este sello, no ha habido propaganda para que lo busquen en las tiendas… No pedimos ayuda económica, sino ayuda cultural. Es hora de hacerlo, cuando estamos hundidos".
Aunque no todos están de acuerdo con la protección cultural de los espaderos, como el académico Del Valle: "En la actualidad, no existe un gremio de espaderos, solo un par de talleres donde se fabrican espadas para los turistas", asegura el estudioso. "Al no existir ya espaderos puros, no tiene, en mi opinión, sentido una protección oficial", afirma.
Desde el Ayuntamiento, Rueda reconoce la existencia desde hace años de un proyecto de Museo de la Artesanía, donde estaría reconocida la espada, pero este borrador está paralizado por el terremoto desatado por la pandemia. El concejal explica cómo Toledo ha desplegado otras medidas para paliar la crisis y de las que se pueden beneficiar los artesanos, como ayudas directas para pymes y autónomos o la futura puesta en marcha de una plataforma de venta online.
Pero la digitalización no es la panacea para un sector con siglos de antigüedad. "¿Es una forma de ganar clientes? Sí, pero no. No da para sacar el sueldo. Es un complemento. En internet hay demasiadas tiendas y todas aseguran ser fabricantes. Ahí tienes que vender a precios muy bajos, más bajos que los representantes de fuera de Toledo que vienen a vender espadas a las tiendas de recuerdos. Ahora mismo ganaría más dinero, posiblemente, vendiendo espadas de esas que fabricándolas. El trabajo artesanal no lo valoran", critica Moreno.
Ahora mismo los espaderos tiran como pueden con sus ahorros esperando que la situación mejore de cara a 2021. Hablan de cerrar, de no ser así, pero la espada artesana de Toledo tiene fecha de caducidad.
-¿Hay relevo generacional? ¿Hay jóvenes con ganas?
No, no hay. Ese es el gran hándicap. Esto se va a quedar como una leyenda. Tengo 51 años y José Luis Rubio, que es hijo de espadero como yo, 46 años. Somos los jóvenes. Yo a mis hijos no les inculco la espadería. Aquí se ha ganado dinero, pero ha ido a menos. Ahora mismo no le recomiendo a nadie que monte una espadería. ¿Se van a seguir haciendo espadas? Más que hacerlas, venderlas. Pero las espadas toledanas se van a acabar. Una pena.
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