Este artículo se publicó hace 6 años.
Insectos¿Nutrición o esnobismo? Los insectos llegan a la mesa con dudas sobre su consumo
Forman parte de la dieta de 2.000 millones de personas en el mundo desde hace décadas. En España son una novedad exótica pero llena de interrogantes como su poder nutricional, el modo de cocinarlos o su alto precio.
Madrid-
Gusanos, grillos, hormigas, saltamontes... Europa dio luz verde a la venta y comercialización de insectos comestibles el pasado 1 de enero, pero hasta hace pocos días no eran una realidad en las estanterías de los supermercados en España. Según la FAO, más de 2.000 millones de personas en el mundo los consumen en su dieta desde hace décadas. Aquí son una exótica novedad que está despertando todo tipo de interrogantes. Despejamos algunas dudas sobre el consumo de insectos.
¿Por qué antes no había insectos en los supermercados y ahora sí?
Los insectos se pueden comercializar y vender de forma oficial en Europa desde el pasado 1 de enero, que es cuando entró en vigor el Reglamento 2215/2283 que regula los nuevos alimentos en la UE y que, por primera vez, citó expresamente a “los insectos enteros y sus partes” dentro de esa categoría. Antes no es que estuvieran prohibidos, pero tampoco autorizados, porque el reglamento no los contemplaba en ninguno de sus apartados. Algunos países como Reino Unido o Bélgica, no obstante, sí los comercializaban, al interpretar que estos formaban parte de la categoría de “ingredientes alimentarios obtenidos a partir de animales”.
En España, aunque hubo algunos comercios pioneros que aprovecharon también ese limbo legal, tuvieron que terminar retirándolos después de que la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria (Aecosan) se pronunciara en su contra y de que las autoridades sanitarias decidieran prohibirlos hasta que quedara aprobado el nuevo reglamento europeo.
¿Se puede comer cualquier insecto?
No. Una cosa es que los insectos hayan pasado a ser considerados alimentos en la UE y otra que se dé vía libre a la venta de todos ellos. Como cualquier otro alimento que quiera comercializarse en Europa, deben pasar por un proceso de autorización previa hasta aparecer en la lista de nuevos alimentos de la Comisión Europea. Es decir, que la empresa que quiera vender un tipo de insecto concreto debe asegurarse primero de que este ha sido autorizado y aparece en la lista, o si no, tramitar la solicitud para que se autorice. En el caso de algunos insectos, ocurre también que al ser alimentos tradicionales en otros países donde ha quedado probada su seguridad para el consumo durante largos años, se autorizan de forma automática cuatro meses después de la solicitud y si no hay alegaciones por parte de ningún organismo.
¿Cuáles se pueden probar ya en España?
Por el momento, los que están disponibles en España son aquellos que ha puesto a la venta Carrefour, compuestos a base de gusanos y grillos, principalmente. Diez artículos en total entre barritas energéticas, snacks, aperitivos, pasta y granolas que incluyen gusanos búfalo con chili picante, gusanos molitor con ajo y finas hierbas o grillos con cebolla ahumada y salsa barbacoa. Además, hay restaurantes que empiezan a ofrecerlos en su carta.
¿Es seguro comerlos?
Al comercializarse como alimentos, los insectos pasan los mismos controles sanitarios de calidad que el resto de productos, a veces incluso mayores por el hecho de ser nuevos. No obstante, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha estudiado los riesgos de la producción, el procesamiento y el consumo de insectos atendiendo a los posibles riesgos biológicos, químicos, de alergia y ambientales. Su principal conclusión es que los peligros biológicos y químicos dependerán de los métodos de producción, de aquello de lo que se alimenten los insectos (sustrato), de la etapa del ciclo de vida en el que se críen, de las especies de insectos y de los métodos utilizados para su posterior procesamiento. “Cuando los insectos no procesados se alimentan con materiales actualmente permitidos, se espera que la posible aparición de peligros microbiológicos sea similar a la asociada con otras fuentes de proteínas no procesadas”, señala. Sin embargo, admite que los datos disponibles sobre la transferencia de contaminantes químicos de diferentes tipos de sustrato a los insectos son “limitados”.
¿Y sano?
Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), los insectos son ricos en proteínas, ácidos grasos omega 3 y 6, vitamina B1, B2 y B3, y una importante fuente de minerales como el hierro, el calcio y el zinc. No obstante, el propio organismo advierte de que los valores nutricionales de los insectos comestibles varían mucho de unas especies a otras y dentro de una misma especie, dependiendo también de la etapa metamórfica del insecto, su hábitat, su dieta o el modo de preparación.
En el caso de los gusanos molitor con ajo y finas hierbas que vende Carrefour, por ejemplo, sí es cierto que presentan un alto contenido en fibra (7 de cada 100 gramos), pero más bajo que en sal (8,3 gramos) y que en azúcar (7,5 gramos). Una barrita de chocolate negro con higos y polvo de grillo, por su parte, contiene hasta 25,4 gramos de azúcar por cada 100 de producto. Es decir, más de una cuarta parte del producto es azúcar.
¿Son una alternativa sostenible a la carne?
La FAO sí considera a los insectos como una alternativa “saludable y nutritiva” al consumo de alimentos como el pollo, la carne de cerdo, la carne de ternera o incluso el pescado. De hecho, una parte importante de los beneficios que encuentra en su consumo es que su producción supone muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero que la de la ganadería convencional. La cantidad de alimento que se necesita para criar insectos es asimismo mucho menor. Sin embargo, aquí todavía son un producto muy minoritario y algo esnob. Su precio —los productos de venta en Carrefour oscilan entre los 50 euros el kilo de las barritas y los 500 euros el kilo de los snaks— no ayuda por el momento a planteárselos como alternativa.
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