La música puede salvar vidas. En situaciones en las que una persona se siente un bicho raro, ver a alguien a través de la pantalla igual que tú puede ser una auténtica salvación. La creación de referentes con los que sentirse identificados es vital para las personas del colectivo LGTBI+.
A través de la psicología afirmativa, Erica Romero, psicóloga de formación que trabaja en diferentes proyectos de innovación y cooperación musical, y Cristóbal Rivera, psicólogo psicoterapeuta, docente y consultor, han decidido lanzar un estudio con el que comprobar el poder que puede tener la música sobre la salud mental de las personas LGTBI+.
El alivio del estrés, la reducción de la ansiedad, el fortalecimiento de la identidad y de la autoestima o la creación de un sentido de comunidad y pertenencia son algunos de los efectos positivos de la música sobre el colectivo, según han podido comprobar los investigadores en la primera fase del estudio, que esperan poder culminar el próximo mes de enero.
Los psicólogos han decidido abordar este tema debido a sus propias experiencias personales. “La música ha sido la forma de escapar de una sociedad heteronormativa. Cuando era una adolescente, en proceso de aceptación conmigo misma, tener a la música, que no tenía por qué ser con mensajes explícitamente homosexuales, fue una forma con la que encontrar un sentido de pertenencia cuando la sociedad en general no me lo ofrecía. Al final, identificarte con artistas que explican sus identidades hace que pensemos sobre nuestro propio viaje de autodescubrimiento”, se sincera Romero.
En su investigación –que esperan concluir a principios de 2024– toman como marco teórico la psicología afirmativa, una corriente que promueve “la aceptación, la igualdad y la celebración de la diversidad sexual y de género, lo opuesto a la terapia de conversión. Se centra en apoyar y fortalecer la identidad y también reconociendo la estigmatización, que puede tener sin duda un impacto negativo en la salud mental”, explica Erica Romero.
El análisis cualitativo realizado por los dos investigadores a 74 personas, objeto de estudio mediante encuestas, ha descubierto que el 75% de la muestra afirma que no han tenido referentes del colectivo hasta bien entrada la edad adulta. Además, aquellas personas de la década de los 70 afirman que han llegado a apreciarse a sí mismos como “seres raros e incluso enfermos por su condición sexual”.
Una de las preguntas del cuestionario era “¿Qué piensas que hubiera pasado en tu adolescencia si hubieras conocido a cantantes o actores del colectivo LGTB?”, las respuestas más repetidas fueron “me sentiría normal” y “que hay más personas como yo”. Otra de las cuestiones era “¿Cuándo ves una serie o vas a un concierto en el que hay personas pertenecientes al colectivo, qué emociones sientes?”, las respuestas fueron positivas: “orgullo”, “alegría”, “satisfacción”, explica Rivera. Así, se confirma la importancia que tienen los referentes del colectivo para los más jóvenes, lo cual ayuda a la aceptación y a la creación de la propia identidad en la adolescencia, la infancia o incluso en la edad adulta.
Mayor índice de suicidios
Las personas de la comunidad LGTBI+ reportan mayores problemas de salud mental, en comparación a la población general. El colectivo cuenta con un mayor porcentaje de intentos de suicidio (32,1%) y autolesiones (19,5%), según la Confederación de Salud Mental de España. Estos problemas también les llevan a ser más propensos a padecer adicciones y trastornos alimentarios que el resto de la población.
“Hay estudios que demuestran que nuestra música favorita puede hacernos sentir menos solos, y la soledad es una de las experiencias que más se sienten dentro del colectivo”, remarca Erica Romero. El colectivo sufre el catalogado como “estrés de minorías”, el cual suelen sufrir las minorías étnicas y las minorías del colectivo debido a la discriminación y el estigma que sufren. Si bien, tal y como explica Cristóbal Rivera, hay una diferencia en el caso de la comunidad LGTBI+, “las personas del colectivo sufren este estrés en soledad, las minorías étnicas o religiosas al llegar a casa sienten esa sensación de pertenencia, sin embargo, las personas gays, lesbianas, transexuales, intersexuales, cuando llegan a casa después de un ambiente social hostil, en muchos casos siguen sin percibir el sentimiento de pertenencia. En un número muy elevado estas personas sufren pensamientos suicidas, hay un mayor índice de suicidio dentro del colectivo”.
Además, Rivera desvela que en su consulta se encuentra con muchos casos de lo que se determina como “adolescencia tardía”, es decir, cuando las personas no han podido vivir la adolescencia en la misma etapa que sus compañeros cishetero normativos. “La adolescencia tardía lo que provoca es que tú no puedas desarrollarte en el momento en el que toca ese primer amor o desamor, no es lo mismo vivirlo a los 16 que a los 40, hay un salto evolutivo que no se ha podido vivir a esa edad”, explica.
Dar visibilidad desde la industria musical
El estudio, que actualmente se encuentra en una fase inicial, esperan que se pueda tener en cuenta para lograr avances también en el terreno educativo, “animamos a que se use la música como herramienta en la educación”, afirma Erica Romero. Dentro del contexto educativo se puede tratar el tema de forma explícita o de manera transversal e implícita, “un avance sería a la hora de estudiar el cuerpo humano hablar de las personas intersexuales o en historia mencionar la diversidad sexual de algunos personajes históricos”, señalan.
De hecho, esto último es un ejercicio que pone en práctica Rivera en sus consultas, “para una mayor aceptación les digo a mis pacientes que busquen referentes en libros, series, músicos de personas bisexuales, homosexuales, trans, etc. Tanto actuales como a nivel histórico, porque es precioso poder ver y tomar conciencia que esto es algo que ha existido siempre, no es algo novedoso, siempre hemos existido las personas LGBTI+”.
La investigación también remarca la visibilidad que ha dado un evento musical como es el Festival de Eurovisión, todo un referente desde su nacimiento para la comunidad. “Para muchas personas Eurovisión acaba convirtiéndose en ese lugar donde desde pequeños se podía ver desde la pantalla otras realidades a las que muchos europeos no tenían acceso desde sus pueblos. Es un lugar de encuentro sobre todo para la comunidad homosexual gay, un evento en el que se puede ver personas de distintas identidades. La primera persona trans que acudió a Eurovisión, Dana Internacional, representando a Israel en 1998, se convirtió en un auténtico himno y en todo un referente para aquellos tiempos”, declara Rivera.
“La industria musical debe darse cuenta de la responsabilidad y el poder que tiene para cambiar formas de ver el mundo, para ofrecer referentes y dar visibilidad al colectivo y la creación de aliados. Es una plataforma también para concienciar y animamos a que se haga ese ejercicio de responsabilidad”, concluye Romero.
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