Este artículo se publicó hace 6 años.
Juicio al miembro de 'La Manada'El miembro de 'La Manada' reconoce que robó las gafas: "Ha sido una gilipollez"
Ángel Boza se enfrenta a cuatro años de prisión acusado de robo con violencia en el juicio que se celebrado contra él en Sevilla. "Quiero pedir perdón a mi familia, que lo estamos pasando muy mal, y a la sociedad", ha afirmado.
Sevilla--Actualizado a
El juez de lo Penal número 10 de Sevilla ha dejado visto para sentencia el juicio contra Ángel Boza, uno de los cinco miembros de La Manada condenados a nueve años de cárcel por abuso sexual a una joven en los Sanfermines de 2016, por un presunto delito de robo con violencia de unas gafas en un centro comercial de la capital andaluza, una causa en la que la Fiscalía pide cuatro años de cárcel para el acusado, mientras que éste ha pedido perdón porque "ha sido una absoluta gilipollez".
Ángel Boza ha declarado este martes por la mañana en el juicio que se sigue contra él por el robo con violencia de unas gafas de sol en Sevilla el pasado verano mientras disfrutaba de su libertad condicional a la espera de la sentencia del Tribunal Supremo.
Boza ha admitido que robó las gafas —hay un vídeo que lo acredita— pero ha negado haber intentado atropellar a un vigilante de seguridad mientras huía en su coche, tal como sostiene la acusación y han afirmado dos testigos. Él lo niega: "Yo lo que quería era irme de allí y que no me pillasen así que seguí a mi miedo y me fui. Ni tenía intención de atropellar a nadie ni nada por el estilo". Boza ha añadido que nadie le dio el alto ni nadie se interpuso en su camino y ha negado que hiciera una conducción temeraria.
Boza, que se enfrenta a cuatro años de cárcel por un delito de robo con violencia e intimidación y al pago de una multa de 300 euros por un delito leve de lesiones —un guardia jurado resultó lesionado— así como que, en concepto de responsabilidad civil, pague una indemnización de 232 euros a uno de los dos vigilantes que la ha exigido.
También ha negado que opusiera resistencia al ser detenido: "Para nada. Estaba muy asustado en ese momento. Me paré, me dijeron que quitase el motor y no puse resistencia".
Los hechos tuvieron lugar el 1 de agosto en un centro comercial de Sevilla, cuando Boza, como ha admitido en su declaración, robó unas gafas de sol y en su huida supuestamente embistió a dos vigilantes del establecimiento con su coche mientras salía del parking, hechos por los que se encuentra actualmente en prisión provisional y que ha negado en el interrogatorio.
El acusado ha manifestado al hacer uso de su derecho a la última palabra que está "muy arrepentido" porque lo relatado le parece "una absoluta gilipollez". "Pedir perdón a mi familia, que lo estamos pasando muy mal, y a la sociedad", ha manifestado en su intervención.
La acusación particular, que ejerce uno de los vigilantes, pide dos años y medio de cárcel, mientras que la defensa del acusado niega que haya habido violencia al alegar que "no ha quedado acreditado el intento de atropello" y, por lo tanto, pide que se rebaje la acusación a un delito de hurto y que sólo se imponga una multa como condena, cuya cantidad sea "la que estime su señoría", según ha manifestado el abogado de Boza, Agustín Martínez Becerra.
Tras cometer el robo, que la defensa no ha negado, Boza fue interceptado en la Puerta de la Carne por una patrulla de la Policía Local que había recibido un aviso por los hechos de la empresa seguridad del centro comercial. Uno de los agentes de dicha patrulla ha explicado en calidad de testigo que en el momento de la detención, Boza llevaba puestas unas gafas de sol, y que al ser preguntado por un atropello a los guardas jurado, explicó que "no se paró porque tenía la música alta" en su huida, desconociendo si alguien le dio el alto en el parking.
Tras oír el relato de los testigos, la fiscal ha afirmado que para sostener la atribución de violencia en el robo "es indiferente si los vigilantes tenían autoridad para parar a Boza una vez sobrepasada la rampa" a la salida del parking, así como "es indiferente si tenían más celo en la persecución" al tratarse del ladrón de un miembro de La Manada.
Así, ha defendido los relatos de los testigos y ha añadido que se trata de un delito con violencia "por la consumación del mismo". La acusación particular se ha posicionado en gran medida en la misma línea que la fiscal y ha pedido los ya mencionados dos años y medio de cárcel y la indemnización, así como el pago de las costas del juicio.
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