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Del mercado de CO2 a la reforma del FMI: el Sur toma la iniciativa en la Cumbre del Clima ante la inacción de los países ricos
Prosigue la COP27 de Egipto con el liderazgo marcado de los países en desarrollo, que han presentado iniciativas interesantes como la reforma de las reglas del FMI o del Banco Mundial para introducir la variable del cambio climático para dar flexibilidad
Alejandro Tena
Actualizado a
La Cumbre del Clima de Sharm el Sheikh (COP27) está plasmando las desigualdades entre países como nunca. Los problemas de financiación para la lucha global contra la crisis climática son cada día más evidentes, con los países más vulnerables ante la crisis climática presionando para exigir dinero a quienes, de manera histórica, han contribuido con sus emisiones de CO2 a calentar el planeta. En la mesa hay ya muchas líneas de actuación y una de ellas la ha puesto el bloque de países africanos, que ha anunciado su intención de crear un mercado de carbono con el que financiar la transición de sus economías hacia energías renovables.
En la anterior cumbre, la de Glasgow de 2021, los países perfilaron un mecanismo internacional para compensar las emisiones y comprar derechos de carbono entre países. Ahora, África pretende perfilar su propio mercado de CO2, similar al existente en Europa, de tal forma que las empresas que operen en el continente paguen por tonelada de CO2 liberada durante sus procesos productivos.
Lola Vallejo, directora del programa de Clima del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI), asegura que este proyecto podría traducirse en "un aumento muy necesario de la inversión para impulsar el desarrollo limpio en África". La experta explica que la idea central es conseguir que la recaudación obtenida a través del gravamen del CO2 vaya canalizado directamente hacia proyectos de adaptación a la coyuntura de crisis climática.
Sin embargo, existen algunas incógnitas respecto al papel que podrían jugar los países ricos en todo esto. "Consideramos que, en general, los mercados de carbono pueden ser instrumentos de colonización. Históricamente, a los países africanos y del Sur se les conceden más derechos de emisión para poder desarrollar sus economías y esto suele ser aprovechado por los países ricos para comprar sus derechos y seguir contaminando", opina Javier Andaluz, responsable de Clima de Ecologistas en Acción. "No nos vamos a meter en el proceso africano, porque es algo que tienen que plantear ellos, pero entendemos que la participación de Europa en estos mercados debe ser nula. La financiación para la adaptación de los países en desarrollo no puede depender del mercado, debe ser algo planificado desde los Gobiernos", valora.
El desarrollo de un mercado de carbono africano, no obstante, responde a la necesidad de estos países de sacar adelante una financiación que está siendo bloqueada por las superpotencias. Tanto es así que las grandes economías del mundo se comprometieron a poner 100.000 millones de dólares en un fondo verde para ayudar a la lucha climática de los países más empobrecidos y sólo consiguieron recaudar 82.000 millones.
Un paso al frente para reformar el FMI
Esa falta de iniciativa por parte de las grandes economías del mundo ha llevado a que las delegaciones más humildes tomen las riendas de la COP25. El ejemplo más claro es, quizá, el de Barbados. Su primera ministra, Mia Mottley, ha introducido en la agenda un tema importante como es la necesidad de reformar el FMI y el Banco Mundial para dar mayor flexibilidad en las deudas de los países más expuestos a la crisis climática, es decir, los más empobrecidos.
"Ha llegado el momento de introducir cláusulas sobre desastres naturales en nuestros instrumentos de deuda"
"Ha llegado el momento de introducir cláusulas sobre desastres naturales y pandemias en nuestros instrumentos de deuda. Necesitamos flexibilidad durante dos años para hacer frente a los efectos económicos de estos desastres", dijo este martes en una de sus intervenciones. Mottley, que recibió el aplauso y de buena parte del plenario, recordó a las naciones industrializadas que los principios y reglas por las que se rige el FMI o el Banco Mundial fueron creados en los Acuerdos de Bretton Woods de 1940, cuando muchas de las naciones del Sur Global ni siquiera existían.
La iniciativa no ha caído en saco roto y se ha anunciado una agenda preliminar para iniciar las reformas de estas instituciones financieras a lo largo de 2023. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha respaldado el plan de Barbados, al que también se han sumado Ghana, Sudáfrica, Cabo Verde o Surinam.
Pobres iniciativas entre los países ricos
"El cambio de tono de los países desarrollados sobre el apoyo a los países en desarrollo, para que puedan hacer frente a las pérdidas y daños del cambio climático, es escueto", subraya Alex Scott, líder del programa sobre Cambio Climático y Geopolítica del Think Tank E3G. "Aún no han mostrado la voluntad política para establecer un nuevo fondo", agrega, en referencia al tema central de la cumbre: la financiación para que las regiones empobrecidas puedan asumir los gastos por los destrozos generados por inundaciones o sequías extremas.
El dinero no está fluyendo. EEUU, el mayor emisor de CO2 de la historia y principal responsable de la crisis climática, ni siquiera ha movilizado nuevos presupuestos para el Sur Global. Este miércoles, el enviado especial sobre Clima, John Kerry, ha anunciado que el apoyo económico quedará en manos de las grandes empresas y ha asegurado que "ningún gobierno en el mundo tiene dinero suficiente", lo que ha sido criticado abiertamente por los colectivos ecologistas.
Los estadounidenses, junto a la Unión Europea, han bloqueado el acuerdo en las últimas cumbres y, aunque en esta ocasión se muestran predispuestos al diálogo, no está del todo claro que se consiga avanzar en los próximos días. El principal escollo no es tanto el dinero como la creación de un mecanismo de control que monitorice la financiación. "Cómo se verá esta herramienta es lo que se discutirá en las próximas dos semanas", apunta la analista del IDDRI, que advierte de que muchos países ya están sufriendo las consecuencias más feroces del cambio climático.
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