Este artículo se publicó hace 4 años.
Covid-19 en los CETILos masificados CETI de Melilla y Ceuta: cárceles a cielo abierto amenazadas por el coronavirus
Los Centros de Estancia Temporal de Migrantes de ambas ciudades autónomas se encuentran desbordados y han restringido la salida de los migrantes a la ciudad siguiendo las medidas de confinamiento. Mientras en el de Ceuta se han producido algunos traslados a la península, para el de Melilla, con más Más de 1.600 migrantes, Interior no ve necesaria la aplicación de medidas para proteger a estas personas y descongestionar las instalaciones.
Rosa Soto / Lucía Muñoz
Melilla / Ceuta--Actualizado a
El coronavirus no entiende de fronteras. No entiende cuál es tu situación administrativa, social, económica, da igual. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla tampoco se han librado de este estado de alarma en España, generado por la crisis sanitaria del coronavirus. Aunque, en estos enclaves con ubicación africana, la crisis ya venía de antes por otros motivos: ese sentimiento de aislamiento y de abandono, la vulneración de derechos de las trabajadoras transfronterizas como las porteadoras, o la situación de los Centros de Estancia Temporal para personas Inmigrantes (CETI), así como el hacinamiento de los centros de menores.
Desde que se decretó el estado de alarma, las rutas marítimas o aéreas a la península y la frontera con Marruecos, el país vecino, han sido suspendidas. Un problema, que también atraviesa a las personas migrantes y solicitantes de asilo que esperan llegar a la Península para continuar con sus proyectos de vidas.
Huelga de hambre en el CETI de Ceuta
Sin embargo, en las últimas dos semanas, 142 personas han sido trasladadas desde el CETI de Ceuta, a la Península, pero "aún así, la situación es insostenible porque la espera es demasiado larga", cuenta H.Q., que no ha querido dar su nombre por miedo a represalias. Si de algo no ha tenido miedo es de iniciar este 27 de marzo una huelga de hambre junto a 12 compañeros que todavía continúa. "Esta es nuestra respuesta, porque estamos cansados. No sabemos cuánto tiempo más tenemos que estar aquí y desde el centro nadie nos da una respuesta. Nos dicen que esperemos, pero no podemos esperar más", explica.
H.Q. tenía miedo y temía por su vida en su país
H.Q. trabajaba en Ceuta como mecánico y, para ello, cruzaba la frontera terrestre que separa la ciudad autónoma con Marruecos. Tenía miedo y temía por su vida en su país, porque según asegura, "estaba siendo perseguido por la policía y por la justicia". Así que, un día del noviembre pasado no volvió más y decidió pedir asilo en España, "ya que aquí existen derechos, existe la igualdad y me siento seguro", añade.
Protesta pacífica
Este grupo personas en huelga de hambre se sienten "discriminadas por el hecho de ser marroquíes" y con esta protesta pacífica tratan de visibilizar lo que les está ocurriendo y señalan a la propia Delegación del Gobierno, para que en los próximos traslados a la península, o laissez passer, puedan estar sus nombres.
Tras una semana de huelga de hambre, el aviso para dejar el CETI no llega. H.Q. es consciente de la situación excepcional que vive el país, pero no hay cosa que más desee que pasarla con su pareja que está en España. "Tengo mi tarjeta roja, estoy esperando que se resuelva mi estatus como refugiado, pero quiero seguir con mi vida, con mi futuro, y quiero hacerlo con mi pareja que está esperando a que llegue en cualquier momento. Para ella también está siendo duro", recalca, después de explicar que está cansado por la falta de alimentos.
Aunque se están intentando tomar medidas de prevención ante la covid-19, H.Q. cuenta que por habitación hay unas 10 personas y el espacio total no es más de 16 metros cuadrados
Pero las reivindicaciones de estas 13 personas no es lo único que preocupa en el CETI. Aunque la Delegación del Gobierno cuenta que se están tomando las medidas necesarias para evitar posibles contagios y propagaciones de la covid-19, el propio H.Q. cuenta a Público que "todas las personas están en sus habitaciones, pero en cada una puede haber hasta 10 personas en literas y el espacio total no es más de 16 metros cuadrados". Una denuncia que coincide con la de CGT Ceuta, que además añade, que "tampoco se da en los espacios comunes por causas de hacinamiento".
A pesar de este baile de cifras, en ambos casos queda patente la aglomeración que alberga este centro de régimen abierto que desde que se decretó el estado de alarma cerró sus puertas para garantizar el confinamiento y evitar la propagación del coronavirus entre sus residentes y el resto de ciudadanos de Melilla. "Desde que no nos dejan salir, esto parece una prisión dentro de otra prisión aislada por tierra, mar y aire", comenta Amadou (nombre ficticio) desde el otro lado de la verja del CETI. "¿Por qué no nos trasladan a la península como han hecho en Ceuta?", se pregunta.
Covid-19 en el CETI de Melilla
El hacinamiento de personas en un espacio pequeño y la ausencia de pruebas para diagnosticar posibles casos de covid-19 puede ser el caldo de cultivo que dé lugar a un foco de infección. Estas circunstancias se dan en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla, donde a día de hoy permanecen confinadas más de 1.600 personas en un espacio para 781, cifras facilitadas por el director del CETI, Carlos Montero, y que Amnistía Internacional eleva a 1.753 en unas instalaciones para 580.
El director del CETI asegura que no hay ningún residente enfermo por coronavirus y reconoce que se han realizado tres pruebas que resultaron negativas, aunque no especifica si se les realizó por haber estado en contacto con posibles contagiados o por presentar síntomas compatibles con la covid-19.
Ante la negativa de la dirección del centro a trasladarlos a la península o a dejarles salir a la ciudad, ayer decenas de residentes del CETI de Melilla se concentraron delante de la verja con diversos cánticos. "Los ánimos se caldearon y la tensión subió. Vino la Guardia Civil a dispersarnos y acabamos escondiéndonos en nuestros barracones", comenta Amadou. Un trabajador del CETI que prefiere no dar su nombre corrobora este hecho: "No llegó a ser un motín porque los residentes se acabaron calmando con la presencia de los agentes. No les pegaron ni nada, su simple presencia bastó para que se disolviera la concentración".
Sin test de coronavirus ni traslados
No se han hecho más test más allá de estos a pesar de que los migrantes que viven en el CETI tenían libertad de movimientos por la ciudad autónoma antes del confinamiento, tiempo en el que pudieron entrar en contacto con algún positivo. Ante la petición de Amadou que sigue la estela de las reclamaciones de Amnistía Internacional, Montero responde que la decisión para trasladar a residentes del CETI de Melilla a otros centros en la península depende del Ministerio del Interior.
En la jornada de ayer jueves, el ministro Fernando Grande-Marlaska omitió esta cuestión, pero respondió a esta ONG que ya trabajaba por mejorar la atención sanitaria en los CETI de Melilla y Ceuta antes del inicio de esta crisis sanitaria. El responsable de Interior aseguró que "se tomarán las medidas necesarias para garantizar la salud y el bienestar" de los residentes, pero apuntó que a día de hoy "no le consta la necesidad ni que la situación personal estén comprometidas”. Marlaska indicó que en caso de verse afectada la salud de algún modo seguiría "los dictámenes de las autoridades sanitarias" para "seguir con el protocolo".
"Derechos congelados"
La responsable de Política Interior en Amnistía Internacional España, Virginia Álvarez, considera que "las autoridades no deberían esperar a que se produjera un contagio en estos lugares, sino anticiparse y tomar medidas para proteger a todas las personas sin discriminación" y destaca que "los derechos de las personas migrantes y refugiadas no quedan 'congelados' en un momento de pandemia", de ahí a que inste al Gobierno a buscar una solución que ponga fin al hacinamiento que se da en el CETI de Melilla.
José Palazón pide que se cuide la salud física de estas personas y también la mental
Por su parte, el activista por los Derechos Humanos y presidente de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón, no solo hace hincapié en la importancia de cuidar de la salud física de estas personas, sino también en la mental. "Están deprimidos, nerviosos, son muchos en un espacio muy pequeño, no se les ha hecho ninguna prueba a ellos ni a los trabajadores. Deberían enviarlos a la península igual que en Ceuta", apunta.
"Realmente quienes podemos ser un foco de infección para los residentes del CETI somos los trabajadores. Seguimos un protocolo estricto de limpieza e higiene a la entrada y salida del centro, pero el riesgo siempre está ahí", comenta un empleado del centro que prefiere permanecer en el anonimato. "Pasar tanto tiempo encerrado con una situación tan dura como la que arrastran estas personas puede derivar en peleas y empeorar el ambiente ya de por sí enrarecido", concluye.
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