Este artículo se publicó hace 7 años.
Glifosato¿Glifo...qué? Cinco respuestas sobre el herbicida más usado y polémico del mundo
La UE debate si prohibir este agroquímico, masivamente usado en la agricultura y jardinería. Te explicamos qué es, cómo se comercializa o para qué se usa.
Madrid--Actualizado a
La UE debate desde hace más de un año sobre la posibilidad de prohibir el glifosato. Aquí algunas preguntas y respuestas sobre esta controvertida sustancia.
¿Qué es el glifosato?
El glifosato es un herbicida de amplio espectro, es decir, un producto químico creado para acabar con todo tipo de plantaciones no deseadas. Lo que hace este principio activo es atacar a una enzima esencial para el crecimiento de las plantas, impidiendo su desarrollo.
¿Cómo se comercializa?
Fue inventado por la multinacional estadounidense Monsanto en 1974 bajo la marca Roundup, la única que lo comercializaba hasta que en el año 2000 venció la patente. Desde entonces, la mayoría de herbicidas, algunos de la misma multinacional y otros de otras compañías, han introducido este componente activo en sus productos, que se venden bajo diferentes marcas. Según datos de la Asociación Empresarial para el Sector de las Plantas, (AEPLA), que representa a las empresas fabricantes de productos fitosanitarios en nuestro país, en España hay una veintena de compañías que comercializan el glifosato y a nivel europeo se venden más de 2.000 productos a base de este principio activo.
¿Para qué se usa?
El glifosato fue creado para la eliminación de maleza, pero no es un herbicida selectivo, es decir, afecta y mata a cualquier planta sobre la que se fumigue. Sus usos más comunes son:
En la agricultura: A nivel global, más del 50% del glifosato se usa en los cultivos transgénicos de maíz, algodón, soja, semillas oleaginosas y remolacha azucarera que fueron creados precisamente para resistir al glifosato. En Europa, no obstante, no existen apenas cultivos transgénicos, pero su uso está también muy extendido en la agricultura, sobre todo y de manera muy concreta en la llamada agricultura de conservación, un método alternativo a la agricultura convencional que se basa en aumentar la productividad de los suelos evitando su erosión, y para la cual es uso de glifosato es clave.
En la jardinería: para el cuidado de parques, jardines, aceras o el mantenimiento de carreteras, impidiendo que crezcan hierbas no deseadas.
En la gestión forestal: para la limpieza de bosques y eliminación de maleza y arbustos.
¿En qué medida estamos expuestos?
Pese a que se sabe que el glifosato es el herbicida más utilizado del mundo, no existen datos oficiales sobre la cantidad de producto que se usa a nivel mundial. Según un estudio publicado el año pasado en la revista Enviromental Sciencie Europe, el uso del glifosato en todo el mundo ha pasado de los 67 millones de kilos en 1995 a los 826 millones en 2014. En total, desde que comenzó a usarse, se han esparcido 8.600 millones de kilos de glifosato, según los cálculos de los investigadores.
En España el glifosato es habitual en cultivos de cereales, cultivos industriales, frutales, de olivar y de viña. De acuerdo con un informe elaborado en abril por PwC para la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA), la superficie agrícola tratada con glifosato asciende a 3,9 millones de hectáreas, aproximadamente el 28% de la superficie de cultivo nacional. En total, señala el estudio, la producción tratada con glifosato en España se estima en casi 19 millones de toneladas.
¿Es perjudicial para la salud?
Su uso ya había sido muy polémico en las fumigaciones aéreas sobre las plantaciones de cocaína que Colombia practicaba en su guerra contra el narco, así como en los cultivos de soja transgénica en Argentina y otros lugares de Suramérica, pero la discordia definitiva se desató en 2015, cuando la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, un organismo dependiente de la OMS, lo declaró como “probable cancerígeno”.
Unos meses después, sin embargo, una evaluación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) negaba justamente esto y señalaba que “es improbable que suponga un riesgo carcinógeno en humanos”, aunque la justicia americana desveló que Monsanto había manipulado los estudios sobre el glifosato para ocultar sus efectos nocivos. Esos resultados fueron utilizados por la EFSA y más tarde también por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) para sus informes, que declaran inocua la sustancia.
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