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Eduard PunsetPunset, el niño curioso
Eduard Punset (Barcelona, 1936) se nos ha ido a los 82 años de edad. Aunque buena parte de las semblanzas publicadas estos días pondrán en valor el gran divulgador que fue, por encima de todo, destacó como curioso.
Málaga--Actualizado a
Nada se puede transmitir si antes no se ha sentido uno fascinado por ello. Punset tuvo durante toda su vida la curiosidad abierta del niño que fue. El documental inédito que nos deja, es una prueba de ello: en Someretes al cap (Soñando someretas, en catalán) este renacentista de la Edad Moderna grita en defensa de las especies, ligando el futuro de la Humanidad al del resto de seres vivos del Planeta desde su misma niñez.
Esa curiosidad viva, inagotable, casi febril es la que le llevó a saltar de su licenciatura en Derecho a militar en el PCE, llegar a ser ministro con Suárez y entrar en el gobierno de Tarradellas como responsable de Economía y Finanzas. Más allá de sacar a pasear su vasto conocimiento multidisciplinar, Punset abordaba cada aventura con ansias de saber, de aprender. Del mismo modo que siempre llevaba encima su pasaporte –fue lo que le salvó la vida cuando en la Dictadura se exilió con lo puesto- para despegar en cualquier momento, Punset nunca se despojó de su hambre de saber, siempre acompañándolo.
El mantra durante toda su vida fue fundir conocimiento y entretenimiento
Quizás esa fue la clave de su éxito como divulgador, ya fuera escribiendo sobre economía para la BBC o dirigiendo la edición latinoamericana de The Economist. El mantra durante toda su vida fue fundir conocimiento y entretenimiento. Nadie podrá borrar de la retina las casi dos décadas de su programa Redes (1996-2014), durante las cuales, nos llevó por la montaña rusa de saber e inquietud que fue su propia vida.
Imaginen un primer capítulo en 1996 con la actriz Carmen Maura y el empresario Leopoldo Rodes (el gurú de la publicidad) abordando el nacimiento de una empresa, para continuar con mentes tan prodigiosas como el célebre paleontólogo Stephen Jay Gould, el filósofo Daniel Dennett, la bióloga Lynn Margulis, el físico y matemático Roger Penrose o el químico mexicano Mario Molina, que descubrió la causa del agujero de la capa de ozono en la atmósfera.
La curiosidad insaciable de Punset satisfacía la nuestra propia hablando del comportamiento de los chimpancés con Jane Goodall
Una viaje en el que la curiosidad insaciable de Punset satisfacía la nuestra propia hablando del comportamiento de los chimpancés con Jane Goodall, de la importancia de las emociones para el aprendizaje con el neurocientífico Antonio Damasio o del origen del universo con el físico y cosmólogo Lawrence Krauss.
En los últimos años, este viajero incansable con una capacidad de renovación a la altura de su curiosidad, se volcó en el estudio del funcionamiento del cerebro, de lo que nos sucede por dentro, de la felicidad, de la que llegó a decir que es la ausencia de miedo, al tiempo que no dudaba en afirmar que "tenemos una capacidad infinita para ser infelices".
Con todo, Punset era un optimista irredento, defensor de que cualquier tiempo pasado siempre fue peor, plagado de crueldad, de crímenes, de vulneraciones... Quizás por eso siempre apostó por compartir, por desterrar la soledad y empatizar con el dolor de los demás, porque sólo así es posible no extrañar esos tiempos pretéritos.
Punset fue capaz de transmitirnos conocimiento y llevarnos a reflexionar sobre asuntos que no hubiéramos dado ni media vuelta
Eduard Punset nos hizo grandes haciéndonos pequeños: fue capaz, no sólo de transmitirnos conocimiento sino, lo que es más importante, de llevarnos a reflexionar sobre asuntos a los que no le habríamos dado ni media vuelta, evidenciando cuántos cuerpos de ventaja nos sacaba, aunque jamás se jactara de ello.
A fin de cuentas, ¿quién puede si quiera aproximarse a un tipo que desde la más profunda sinceridad atribuía su éxito profesional (superventas con sus múltiples libros, grandes audiencias, un ejército de seguidores en redes sociales...) al hecho de haber crecido rodeado de cabras y perdices? Ese era Punset, el niño curioso.
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