La discriminación y la violencia de género hacen que niñas y mujeres sean más vulnerables frente al hambre
En algunas regiones del mundo, la brecha de seguridad alimentaria entre hombres y mujeres puede ser de hasta 19 puntos porcentuales, según el informe anual del Global Hunger Index.
Luna González Gala
Madrid-Actualizado a
La desigualdad de género se intensifica dentro del grave problema de la inseguridad alimentaria y las mujeres y niñas son las más afectadas. Según los datos del Global Hunger Index 2024, la discriminación y la violencia de género agravan la seguridad alimentaria e impiden que accedan a recursos básicos, como alimentos y tierras.
Este estudio, que analiza la pobreza de 127 países, hasta 43 de ellos enfrentan niveles alarmantes de hambre, con países cómo Somalia, Yemen o Chad sufriendo los mayores niveles de subalimentación. Además, en regiones como Gaza y Sudán, se han desencadenado crisis alimentarias por los conflictos prolongados en sus territorios; y en otros países, como Haití y la República Democrática del Congo han sido la violencia, los impactos climáticos y la inestabilidad política los motivos del empeoramiento de la inseguridad alimentaria.
La puntuación mundial actual de pobreza es de 18,3, solo ligeramente inferior a la de 2016, que era de 18.8. "Al ritmo actual, el mundo no alcanzará niveles bajos de hambre hasta el año 2160, lo que supone un retraso de 130 años respecto a los compromisos internacionales", según explica en una nota de prensa el director de Incidencia de Ayuda en Acción, Alberto Casado.
Para ver más de cerca la realidad de las personas que viven en esta situación de desigualdad, el diario Público ha hablado con Maritza Noemy Flores, una mujer de El Salvador, que recibió hace cinco años una ayuda en forma de emprendimiento de hortalizas de parte de Ayuda en Acción para mejorar su calidad de vida.
“De las ocho mujeres, soy la única que sigue creyendo que sí se puede”
Hace cinco años, Ayuda en Acción reunió a 20 mujeres para proponerles un emprendimiento de hortalizas que mejoraría tanto su economía como su alimentación. De todas, Maritza cuenta que varias estaban en contra: "Solo ocho creyeron que sí se podía", afirma. Pasado el tiempo, las otras siete mujeres abandonaron, pero se han unido dos recientemente, por lo que ahora trabajan tres mujeres y tres hombres en dicho emprendimiento.
Al preguntarle a Maritza sobre cómo es una jornada trabajando en las hortalizas, lo primero que afirma es que "es bonito". Cuenta que trabajan tres horas por la tarde, y también añade que "ha funcionado bastante. Es un gran cambio", puesto que, antes de esta ayuda, Maritza era ama de casa y no trabajaba fuera de su hogar.
Sobre la evolución en la calidad de vida en su entorno desde que era pequeña, Maritza afirma que sí se ha visto el cambio y que antes había más pobreza. Relata que sus padres eran muy pobres y que tuvieron doce hijos, de los cuales tres murieron por la pobreza, y las tres eran mujeres.
“Las mujeres sí que podemos trabajar”
Las mujeres son las más perjudicadas, por lo que es muy importante que se les de oportunidades para que logren una independencia económica y de vida. A pesar de las situaciones que ha tenido que vivir Maritza como mujer, nunca ha perdido la motivación por trabajar.
Personalmente, está orgullosa de sí misma. "Como mujer, me siento orgullosa de ver que las mujeres sí que podemos trabajar. Podemos llevar el cargo de nuestro hogar, si fuera necesario", añade. Pero no todas las mujeres de su entorno piensan así. Maritza cuenta que otras mujeres creen que su trabajo es una pérdida de tiempo.
"Las oportunidades son las que uno tiene que aprovechar para salir adelante"
Maritza cree que si las mujeres que estuvieron en contra del emprendimiento vieran los resultados que se han obtenido, cambiarían de opinión.
“Aquí la gente tiene la seguridad de que nuestras verduras no van a afectar a su salud”
El emprendimiento ha beneficiado la economía y la alimentación con productos orgánicos de personas como Maritza. Cuenta que, antes de este proyecto, tenían que comprar la comida a un camión que va a su pueblo o trasladarse a otro a dos horas del suyo para poder obtenerla
Con las hortalizas que cultivan ellos mismos ya no tienen ese problema. "Estas hortalizas no dañan la salud de las personas. Nosotros hacemos abonos y venenos orgánicos, y vamos a buscar lo necesario para ello. Aquí la gente tiene la seguridad de que nuestras verduras no van a afectar su salud", afirma Maritza.
“Se necesita un poco más”
La poca motivación que reciben las mujeres como Maritza por parte de sus entornos es un factor determinante para el futuro de las que se encuentran en estas situaciones de desigualdad. Sobre si cree que se irán integrando más mujeres en proyectos así, Maritza señala que "si las mujeres creyeran más en ellas mismas, que sí se puede, llegaríamos muy lejos".
Este proyecto de Ayuda en Acción le ha cambiado la vida a Maritza, pero apunta que sí que es cierto que "se necesita un poco más", refiriéndose a las pocas ayudas que reciben para salir adelante. "Yo motivaría a las demás mujeres a que lo intentaran, porque las mujeres sí podemos lograrlo". "Es cosa de creer en nosotras mismas y pensar que sí se puede", apunta.
Por su parte, Pilar Lara, del equipo de Incidencia de Ayuda en Acción y con trayectoria en trabajos con perspectiva de género, afirma que "las inversiones públicas deben enfocarse en mejorar el servicio de las mujeres a los servicios básicos, promoviendo una distribución equitativa del trabajo y de los recursos dentro de las comunidades. También hay que incorporar el enfoque de género en todos los marcos legales y programas".
El cambio climático afecta gravemente a las mujeres
Las inversiones que se realicen en cuanto a la agricultura deben tener como objetivo principal la reducción del cambio climático y la adaptación transformadora de genero y hacia el nivel local.
Algunas consecuencias del cambio climático, como las olas de calor o las inundaciones, amplían la brecha de desigualdad entre personas pobres y las que no lo son, y también entre hogares encabezados por hombres y por mujeres.
El cambio climático afecta gravemente a las mujeres. Las agriculturas no suelen estar lo suficientemente informadas sobre la extensión agrícola y tampoco disponen del capital necesario para recuperarse de las crisis. Como consecuencia del cambio climático, las mujeres tienen que responsabilizarse de cargas de trabajo cada vez mayores, como la necesidad de desplazarse más lejos para buscar agua.
Finalmente, la soluciones que plantea el Global Hunger Index 2024 son la exigibilidad del derecho a una alimentación adecuada, que se incluya a las mujeres en la creación de políticas alimentarias y realizar un mayor número de inversiones para promover la justicia de género, climática y alimentaria.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.