madrid
Actualizado:Esto no tiene que ver con la nostalgia, aunque pueda interesarle a los puretas de la Generación X y a los baby boomers y quizás despierte curiosidad entre los millennials y los cachorros de la generación Z.
Caso real de verdad: un profesor de instituto —ahora, I.E.S.— hace un comentario en clase y los alumnos no se inmutan. La referencia les suena a chino, algo disculpable por razones de edad. Sin embargo, la situación se repite y a veces se trata de un icono pop, o sea, popular o perteneciente a la cultura de masas. Como si un nacido en los años ochenta no supiese quiénes son The Beatles por una cuestión generacional, aunque el ejemplo sea bastante forzado y exagerado. Les pasará a menudo en todo tipo de conversaciones.
Claro que, en ocasiones, esos personajes, objetos y demás fueron flor de un día, hasta el punto de que los más talluditos los recuerdan vagamente. Sucede algo parecido con la Real Academia Española, que tarda tanto en admitir nuevos términos en su diccionario que, cuando lo hace, ya se han quedado desfasados, léase el CD-ROM. Sin necesidad de retrotraernos a los trompos, a los cuadernos Rubio, a las canicas, a las J'hayber o a 13, Rue del Percebe, ahí van algunos rollos y movidas que no pillan muchos hijos, pero sí sus padres.
La Chochona y la muñeca Repollo
Antes de que la Tómbola El Cubo sortease coches por las ferias y fiestas patronales de España, Manolo el Loco Fernández entregaba Chochonas a gogó entre rifa y rifa. Los niños se arremolinaban ante aquel hombre del micrófono esperando a que algún afortunado les regalase la preciada muñeca, que guarda cierto parecido con la Repollo, víctima de la exploitation irónica de los cromos gore de La pandilla basura.
Los gritos de "¡Le tooooca la Chochooona!" se alternaban con los que aludían a otro protagonista de entonces: "¡Qué alegría, qué alboroto, y otro Perrito Piloto!". Más de un crío se dejó la paga del mes y la del resto del año en busca del Macario, el Rockefeller, la Pantera Rosa, el Perrito Piloto y, claro, la Chochona. Para disgusto de sus padres, quienes se plantearon pedir una hipoteca para comprar un piso más grande y hacerle un sitio a la fauna de trapo y látex. Tanto han cambiado los tiempos que hoy recurrirían a un trastero de alquiler.
Por cierto, ¿seguirá existiendo la tómbola del "¡Y otro jamón, y otro jamón!".
Del Street Fighter al Tetris
En las salas de máquinas, de juegos o recreativas, Ryu y Ken se hicieron fuertes. Los protagonistas del videojuego Street Fighter terminarían dando el salto al cine en una película homónima en la que Jean-Claude Van Damme encarnaba a Guile. Los psicólogos de entonces todavía se preguntan hoy por qué algunos chavales elegían a Honda, el orondo y honorable luchador de sumo que repartía manotazos a diestro y siniestro. Tratan de encajar las piezas en el cerebro de los imberbes jugadores, como si se tratase del Tetris, otro memorable videojuego en una lista que no tendría fin.
Naranjito y la santísima trinidad: Cobi, Curro y Pelegrín
La herencia de Naranjito, mascota del Mundial 82 y objeto de una serie de dibujos animados con un elenco de lujo (Clementina, Citronio, Zruspa…), fue recogida por Cobi, el polémico perro cubista de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y por Curro, el pájaro con patas de elefante de la Expo 92 de Sevilla. Lo peor llegó un año después, durante el Xacobeo 93, fecha del alumbramiento de Pelegrín, la primera mascota dark. Hubo quien llegó a lucir pins y colgantes de plata con su pedestre perfil, rollo osito de Tous. El horror en tu solapa o, más peligroso todavía, en tu cuello.
De Ghost a Dirty Dancing
El adjetivo que titula la película Dirty Dancing, protagonizada por Jennifer Grey y Patrick Swayze, parece una ingenuidad si pensamos en el baile afavelado del funk carioca o en el posterior perreo, aunque en 1987 debería de parecer sucio, como queda reflejado en los eufemísticos carteles del filme distribuidos en Chile (El baile atrevido), en Cuba (Bailando suave) y en México y Argentina (Baile caliente). Lo que resulta inconcebible es que treinta años después se rodara un remake para la televisión...
Por su parte, Demi Moore, Whoopi Goldberg y Patrick Swayze —quien en 2003 seguiría ejerciendo de profesor de baile en Dirty Dancing: Havana Nights— aún no tienen noticia de que alguien quiera dirigir una nueva adaptación de Ghost, merecido homenaje a los maestros y maestras alfareros que moldean la cerámica con amor.
Tamagotchi y Furby
El Tamagotchi, una mascota virtual con forma de huevo. Furby, un gremlin bueno que quería ser tu amigo, como el mono del quiosco. Entonces no había Snapchat, TikTok, ni mucho menos Pokémon GO.
Beta, VHS, MiniDisc, CD-ROM, LaserDisc, CD, Discman, DVD...
A finales de los ochenta muchos españoles se planteaban qué harían con sus cintas de vídeo y reproductores Betamax —o simplemente Beta—, una pregunta que se repetiría una década más tarde con los MiniDisc y los LaserDisc. Sin duda, lo más interesante fueron las teorías de la conspiración que giraban en torno a la popularización del VHS frente a su derrotado competidor, protagonista del caso Betamax.
Al VHS también le llegaría su fin, aunque hasta hace dos años podían alquilarse películas en ese formato en Import Vídeo. Después de cuatro décadas al frente de su negocio, Fernando Navarro decidió jubilarse y echar el cierre. Vallecas se despedía del videoclub más antiguo de Madrid, donde todas las cintas estaban a la venta. Entrar en su abigarrado establecimiento era un viaje en el tiempo.
Hoy para encontrar un disquete hay que ver las series Mr. Robot o Halt and Catch Fire. Del CD-ROM queda rastro en el diccionario de la Real Academia Española. El CD —y su reproductor portátil, el Discman, que quiso destronar al Walkman— y el DVD crían polvo. El Blu-ray no llegó a cuajar con la llegada de las plataformas de streaming: Movistar, Netflix, HBO, Amazon Prime Video, Disney, Filmin... Y, tras el renacimiento del vinilo, ha vuelto tímidamente el casete, más barato que un disco grabado en la República Checa.
Fotolog y MySpace
MySpace y Fotolog rivalizaron en fealdad y el premio, tras un acalorado debate, se lo llevó la segunda red social.
La Vuelta: maillot amarillo, sintonía Azul y Negro
Antes de que Carlos Baute amenizase La Vuelta a España, nos encontramos con verdaderas joyas, la mayoría en clave tecnopop. Artistas como Tino Casal o Víctor Coyote, uno de los grandes y tapados de la música española, firmaron la sintonía de la competición ciclista. Aunque la muñeca Chochona se la lleva Azul y Negro, cuyas canciones acompañaron a la serpiente multicolor —tópico chungo donde los haya— en tres ocasiones: Me estoy volviendo loco (1982), No tengo tiempo (1983) y Two Pa Ka (1993).
Por cierto, Magneto se mererecía que Vuela, vuela —versión de Voyage, Voyage, de Desireless— fuese la sintonía elegida en 1992, si bien el honor le correspondió a El Bosco. Sí, la canción de La Vuelta sigue existiendo, pero ya no es lo mismo ni tiene la misma repercusión.
MSN Messenger y Hotmail
Todo lo ahora conocido, de Facebook a Tinder, lo fue este programa de mensajería, emparentado con Hotmail. Hay quien jura y perjura que tiene un primo segundo que sigue usando su correo electrónico, aunque a veces duda si era de Hotmail o de Yahoo!
Foros y blogs
Sus usos fueron variados y diversos, pero muchos de los que antes discutían en los foros ahora lo hacen en Twitter o Facebook, que han venido a sustituir —junto a Instagram y otras redes sociales— a lo que antes eran los blogs: cuadernos de bitácora, diarios personales o webs de temáticas variadas que fueron perdiendo fuelle —una pena, porque muchos eran una mina— hasta que los diarios digitales empezaron a llamarle blogs a lo que antes eran columnas o artículos de opinión.
En ocasiones, los comentarios de los blogs canónicos eran tan o más interesantes que los propios posts y no cabe duda de que ejercieron de punto de encuentro y de medio de comunicación entre sus autores y usuarios. Pero mejor no nos pongamos serios...
Chicles Cheiw, Boomer y Bang Bang
Ahora que se han puesto a facturar series hasta los productores de patatas de A Limia, ahí va un boceto de guion: un cincuentón descubre un tesoro durante un viaje con sus suegros a Alicante y decide liar a sus antiguos compañeros del colegio público Francisco Franco —que es como se llamaban antes todas las escuelas de España— para robar en el sótano de una vieja fábrica el preciado botín, una tonelada de chicles Cheiw de fresa ácida.
Si funcionase, la segunda parte tendría como escenario un almacén de Bang Bang, un objetivo que provoca una discusión entre los amigos, pues varios eran partidarios de asaltar la vieja sede de Boomer.
El chicle se podría estirar todavía más con una tercera temporada en la que, después de sufrir una hiperglucemia, los protagonistas optan por vender la goma de mascar en las puertas de los colegios, aunque deben enfrentarse a la policía local —que sospecha que son unos camellos o peor todavía— y a la reticencia de los alumnos, pues cuando les dicen que los chicles cuestan un duro los estudiantes responden: "¿Qué es eso?".
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