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El día a día de los niños ciegos durante el confinamiento: los deberes del cole y ejercicios para reforzar su autonomía

Millar y medio de profesionales de la ONCE acompañan a los menores que tienen alguna discapacidad visual durante su recorrido escolar, enseñándoles a utilizar sus dispositivos adaptados y haciendo accesibles los contenidos explicados en las aulas. El confinamiento puede servir para reforzar su autonomía mediante acciones que antes no tenían tiempo de hacer.

Alumna del Centro de Recursos Educativos de la ONCE junto a su profesora.
Alumna del Centro de Recursos Educativos de la ONCE junto a su profesora.

"En el instituto nos mandan más tareas que antes, pero aun así aprovecho para reforzar mi autonomía haciendo cosas sencillas, como la cama, buscar mi ropa o poner la mesa". Este es el relato que Natalia hace de su nueva rutina que, con 15 años y una discapacidad visual total, ha experimentado cómo sus hábitos se rompían con el confinamiento obligatorio.

España tiene 7.500 personas con problemas de visión en edad escolar, un estudiantado que ve reforzados sus quehaceres con la ayuda de especialistas que les acompañan y enseñan cómo utilizar todas las herramientas que tienen a su alcance para adaptarse de la mejor forma posible a los ritmos de aquellos que no tienen ningún déficit visual.

Los equipos educativos de la ONCE siguen volcándose en estos menores para que el acceso a los materiales que les proporcionan en sus centros escolares esté adecuado a sus circunstancias. En total, 1.500 profesionales de la organización de ciegos especializados en diferentes áreas acompañan a este sector de la población que, si bien aún sigue padeciendo los estragos de la accesibilidad a los recursos educativos, aprovecha la coyuntura para potenciar otras parcelas de su desarrollo que en una situación normal no tendría tiempo para ejercitar.

Covadonga de la Fuente es maestra de la ONCE en A Coruña, donde acompaña a unos 18 alumnos integrados en sus respectivos centros escolares. Sus funciones dependen del grado de pérdida visual que tenga cada usuario, pero generalmente se centran en distintas enseñanzas, como braille, moverse por las instalaciones del colegio o cómo acceder a los editores de sus dispositivos digitales que tienen integrados un lector de pantalla orientado a que una persona ciega pueda saber manejar como otra cualquiera todo tipo de recursos necesarios para llevar al día el aprendizaje.

Su trabajo también se triangula entre el propio alumno, y los profesores y familiares del mismo. "Como ahora todo es a distancia, sus padres nos van contando cómo se manejan con las tareas que el colegio les envía a través del correo o en sus plataformas", comenta esta maestra gallega.

La accesibilidad se mantiene como el principal escollo a superar por las instituciones educativas:  "Además de estar con los chavales que lo necesiten, hacemos un seguimiento con los propios profesores para ver si el alumnado está recibiendo todo de manera correcta. No se trata de valorar si los resultados de los ejercicios están bien o mal, sino de si puede llegar a los materiales como cualquier otro alumno", agrega De la Fuente. En el caso de que un recurso educativo no esté adaptado a las necesidades del alumno, entra en juego su acompañante de la ONCE, quien intentará solucionar el problema, y si aun así no encuentran dónde está el fallo, un técnico de la Organización puede introducirse en el dispositivo de forma remota para remediar la situación.

Tareas de refuerzo pero no de formación

En el caso de esta maestra, su trabajo es itinerante: "Yo voy de cole en cole, y si uno está a 200 kilómetros de otro, para allá que voy; y en cada uno tengo unas funciones diferentes, desde sentarme a su lado en el aula de infantil y acompañarles en todo momento hasta asesorar al departamento de orientación del centro en cuestión", relata la profesional.

"Todos hacen las mismas tareas que sus compañeros, y además ejercicios orientados a fortalecer la autonomía"

El seminario de Educación Física o Plástica son las referencias que los especialistas poseen a la hora de dar algunas pautas, orientadas tanto a la educación como al entretenimiento y centradas en el ocio, el deporte en casa, las manualidades o la música.  "Todos hacen las mismas tareas que sus compañeros, por eso no planteamos ejercicios específicos de formación como tal, sino orientados a fortalecer la autonomía y aprovechar este tiempo para hacer cosas que antes no se hacían, como enseñarles a doblar la ropa", relata De la fuente.

Esta teoría se convierte en práctica si se atiende a la cotidianeidad de Natalia: "Aprovecho la situación para reforzar mi autonomía porque me va a venir muy bien para el futuro", relata esta estudiante de tercero de la ESO. Desde su punto de vista, las cosas no han cambiado demasiado desde el confinamiento, pues se levanta temprano para llevar a cabo todo lo que le señalan desde su instituto. Pese a ello, prefiere las clases presenciales porque los profesores explican de forma más cercana los contenidos y ahora se tiene que valer por sí misma más que antes, "aunque se pierda menos tiempo mandando callar y quizá se avance más en el temario", apuntilla la joven.

Aunque durante el confinamiento apenas tiene tiempo para el aburrimiento, sigue guardando su pasión intacta: la música. "Curso primero en el Conservatorio Profesional de Música de A Coruña, donde participo en el coro, y toco el piano, pero he de admitir que lo que me interesa es el canto", narra Natalia.

Aragón y su 'Heraldo Confinado'

Este tipo de actividades son las que El Heraldo Confinado  recoge entre sus páginas virtuales, quizá el primer periódico en el que solo aparecen noticias positivas. Esta iniciativa está ideada y encabezada por los trabajadores de la ONCE en Aragón Luis Santos y Alicia Martín: "Debido a que cada alumno asiste a un centro de educación diferente y nunca coinciden con nadie de su misma condición y edad, observamos que les faltaba algo en el ámbito de las relaciones sociales, así que desde que son bebés hasta que terminan Bachillerato intentamos hacer una serie de talleres para que tengan la oportunidad de relacionarse entre ellos y suplir las carencias que puedan producirse"en palabras del primero.

Él mismo comenta que el estudiantado que más se ha animado a participar en este Heraldo tan peculiar se encuentra entre los 3 y los 12 años. Por ahora, en su primera edición, han sido 15 chavales los que han relatado todo aquello que han querido: desde contar qué han aprendido nuevo estos días hasta relatar sus primeros pinitos en la cocina, pasando por cantar sus canciones favoritas, explicar cómo pasan tiempo con sus hermanos, grabarse haciendo actividades de equilibrio, contar chistes o leer los relatos, sobre todo fantásticos, que han escrito. "Lo importante también es la participación de las familias, el hecho de que consideren que es una actividad importante ya que supone un esfuerzo para los padres seguir este tipo de iniciativas que se suman a las tareas de los colegios", agrega Santos a Público.

Los niños de Almería cuentan cuentos

Esta simbiosis perfecta entre familiares e hijos con discapacidad visual en edad escolar también ha encontrado reflejo en Almería. Elisa Poyatos coordina una iniciativa en las que los niños son los protagonistas:  "Hemos hecho que los adultos se pongan detrás de las cámaras para que sean los propios críos los que cuenten o se inventen un cuento; los papás lo graban y por redes los vamos compartiendo para que se vayan conociendo todos los niños", explica esta trabajadora de la ONCE.

"Es importante que el resto de la clase vea que su compañero ciego es capaz de hacer otras cosas diferentes"

A la difusión del vídeo entre los propios progenitores de los participantes se suma el envío del mismo al tutor del colegio en el que cursen sus estudios para que lo suba al blog o la web del centro porque "es importante que la clase vea que su compañero ciego es capaz de hacer otras cosas diferentes", en palabras de Poyatos.

Aunque hay más de 120 menores ciegos en la provincia andaluza, los más predispuestos para participar en la iniciativa son aquellas que tienen entre 6 y 11 años. En este caso, los participantes ven reforzada la valoración positiva que hacen de ellos mismos: "Pensamos que el contar el cuento, el sentirse el protagonista, es una especie de inyección de autoestima y de creatividad que le puede ayudar para ir sorteando la situación", agrega la especialista a Público.

Plastilina casera para desarrollar la motricidad

La ONCE lleva años apostando por la inclusión de las personas ciegas en los centros escolares, pero aún hay dos Centros de Recursos Educativos (CRE) donde, exclusivamente, acuden a aprender aquellos que no asisten a los colegios normativos.

María Molina trabaja en el de Madrid y enseña Plástica a alumnos de primaria y secundaria: "Las actividades que hacemos en esta asignatura refuerzan su autonomía, pero sobre todo el desarrollo de la percepción háptica, es decir, la modalidad táctil y la motricidad fina por los propios ejercicios que se realizan, como cortar, enrollar, modelar y amasar", comenta la maestra.

Entre 5 y 8 es el número de alumnos que participan en sus clases, y pese a que le acompaña otra profesional del centro, el hecho de tener que estar encima de ellos hace que su preparación deba ser muy exhaustiva. Así es como describe Molina la primera clase, a 20 de abril, que se imparte de forma online desde el CRE: "Hemos estado con seis alumnos en total de 8 y 9 años que hemos tratado acompañados de sus padres y de dos en dos, aunque las siguientes clases serán conjuntas para que puedan hablar entre ellos".

Experiencias nuevas para paliar los efectos de otras nuevas situaciones, como la del confinamiento, son lo que mejor viene a esta población de personas con discapacidad visual en edad escolar; algo que no sería posible sin el trabajo del millar y medio de especialistas que tiene la ONCE y financia a través de su obra social, a raíz del archiconocido cupón y otros sorteos. El estado de alarma, si bien ha distorsionado los ritmos interiorizados por rutinas mantenidas durante años, no ha conseguido que los hábitos se rompan del todo. Por lo pronto, Molina se despide: "Mañana estaré trabajando también por videollamada con los de primero de la ESO, que están muy ilusionados, y haremos plastilina casera para seguir con el temario hasta conseguir realizar un mural con volumen, líneas y figuras geométricas".

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