Este artículo se publicó hace 3 años.
La covid-19 también atacó la salud democrática: el 70% de la población mundial vive ya en regímenes autocráticos o democracias en retroceso
Un informe internacional revela que el mundo se está volviendo más autoritario y que la pandemia ha confirmado la tendencia de deterioro democrático. El número de democracias en retroceso se ha duplicado en la última década y representan ya una cuarta parte de la población global.
Jorge Yusta Valverde
Madrid--Actualizado a
La pandemia por el virus covid-19 que todo el mundo sigue sufriendo desde hace ya dos años no solo ha supuesto una de las mayores crisis sanitarias del último siglo a nivel global, sino que también ha debilitado los propios sistemas democráticos. Las restricciones impuestas por los países para contener los estragos del virus han chocado, en ocasiones, con derechos y libertades establecidas y consolidadas en democracia.
Muchos gobiernos democráticos han aprovechado la pandemia para restringir la libertad de expresión y debilitar el estado de derecho y los regímenes autoritarios han fortalecido sus postulados y bajo el amparo de la enfermedad han empeorado, más si cabe, las condiciones de vida de sus ciudadanos.
La voz de alarma la da el informe El estado de la democracia en el mundo 2021: Fomentando la resiliencia en una era pandémica que acaba de publicar el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) y que, entre otros preocupantes datos, señala que el número de democracias en retroceso se ha duplicado en la última década y ahora representa una cuarta parte de la población mundial. Esto se traduce en que más de dos tercios de la población mundial vive ahora en democracias en retroceso o regímenes autocráticos.
"En los últimos años, la cantidad de países que han perdido calidad democrática y han pasado a ser regímenes híbridos o autoritarios ha sido mucho mayor que la de aquellos que se han convertido en democracias", asegura en declaraciones a Público Kevin Casas-Zamora, Secretario General de IDEA Internacional.
El número de países que avanzan hacia el autoritarismo es aproximadamente tres veces mayor que el número que lo hace hacia la democracia
El informe destaca que desde 2016, y por quinto año consecutivo, el número de países que avanzan hacia el autoritarismo es aproximadamente tres veces mayor que el número que lo hace hacia la democracia. Desde 2016 hay hasta 20 países que han ido hacia el autoritarismo mientras que en el mismo tiempo solo siete han realizado el camino inverso para terminar siendo democracias.
En 2021, el único país que ha dejado de ser una democracia es Myanmar ha sufrido un golpe militar en febrero, que depuso al gobierno dirigido por Aung San Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD). Un año antes, en 2020 fueron tres los países que se consideró que habían dejado de ser democracias: Costa de Marfil, Mali y Serbia. Así pues, el informe refleja que desde 2015 a 2020 el mundo ha pasado de tener 104 países democráticos a 98, lo que supone un 59% del total. Entre 2020 y 2021, los años de la pandemia, también se han detenido procesos de democratización.
Crecimiento del autoritarismo
2020 fue el peor año en ese aspecto desde que se tienen registros, según los Índices del Estado de la Democracia en el Mundo
La tendencia hacia la que se dirigió, desgraciadamente, el mundo durante la pandemia fue el crecimiento del autoritarismo y la pérdida de calidad democrática. En muchos países se han tomado medidas consideradas desproporcionadas, innecesarias o ilegales para frenar la pandemia. Y los regímenes autoritarios han aprovechado la coyuntura para aumentar su represión. Es más, 2020 fue el peor año en ese aspecto desde que se tienen registros, según los Índices del Estado de la Democracia en el Mundo (GSoD, de sus siglas en inglés). El porcentaje de regímenes no democráticos en los que se han producido descensos significativos en algún parámetro ha pasado del 21% en 2015 al 45% en 2020, el más alto hasta ahora.
Los regímenes híbridos (democracia con claros tintes autoritarios) han aprovechado la pandemia durante 2020 y 2021 para eliminar cualquier apariencia de democracia y reforzar su control sobre el poder y restringir libertades individuales sin temor a una condena internacional.
Los países que más han empeorado su democracia en los últimos 10 años son: Turquía, Nicaragua, Serbia, Polonia Brasil, Eslovenia, Bolivia, Benín, Hungría y Mauritania
Según el informe de IDEA Internacional, los países que más han empeorado su democracia en los últimos 10 años son por este orden: Turquía, Nicaragua, Serbia, Polonia Brasil, Eslovenia, Bolivia, Benín, Hungría y Mauritania. Además, el número de países en retroceso democrático nunca ha sido tan alto como en la última década. De hecho, el 70% de la población mundial ahora vive en regímenes no democráticos o en países en retroceso democrático. Y se considera que tan solo el 9% vive en zonas de alto rendimiento democrático.
Polonia, Hungría, Serbia y Eslovenia, los que más retroceden
Polonia, Hungría y Eslovenia se encuentran sumidos en procesos de grave retroceso democrático
Ciñéndonos a nuestro continente, Europa, los retrocesos más significativos se han dado en Polonia, Hungría, Serbia y Eslovenia. "Serbia, de hecho, ha dejado de estar categorizada como una democracia y ha pasado a ser, en nuestra medición, un régimen híbrido", afirma Casas-Zamora. Polonia, Hungría y Eslovenia se encuentran sumidos en procesos de grave retroceso democrático, es decir, un deterioro deliberado, gradual y constante de la calidad de los controles al Gobierno y de la protección de los derechos fundamentales.
Casas-Zamora también destaca que entre los países no democráticos en Europa, "hemos observado un incremento del autoritarismo notable tanto en Turquía como en Bielorrusia. Y Rusia es claramente un país con una tendencia de autoritarismo creciente".
Esta tendencia hacia la pérdida de derechos y libertades se ha agudizado desde que empezó la pandemia. "El retroceso democrático sigue avanzando muy visiblemente y en países muy grandes e influyentes, como Estados Unidos, Brasil o India, además de otros como Hungría, Polonia o Eslovenia", observa Kevin Casas-Zamora.
La pandemia como acelerador de tendencias
Kevin Casas-Zamora: "Las restricciones han sido más agudas en aquellos países donde el respeto a los principios democráticos ya era débil desde antes de la pandemia"
"Como era de esperar, las restricciones han sido más agudas en aquellos países donde el respeto a los principios democráticos y el estado de derecho ya era débil desde antes de la pandemia. La pandemia ha sido un acelerador de tendencias ya existentes", insiste Casas-Zamora, que pone como ejemplos de países que han aprovechado la pandemia para expandir su represión de las libertades civiles básicas a Camboya, Bielorrusia, Nicaragua o Egipto.
Elecciones condicionadas por la pandemia
La pandemia también ha influido a la hora de abordar los distintos procesos electorales que han tenido lugar en multitud de países durante estos dos últimos años. El lado positivo es que en muchas ocasiones, los países han superado las dificultades de organización y pese a las restricciones sanitarias, han podido celebrar con relativa normalidad comicios y han innovado en su manera de afrontarlos.
Sin embargo, hay factores que han influido de forma muy negativa en otros países que han llamado a sus ciudadanos a las urnas. Son la desinformación, los bulos y las acusaciones infundadas de fraude electorales. El ejemplo más conocido fue lo sucedido en las elecciones presidenciales de EEUU a finales de 2020, cuando Donald Trump no quiso aceptar la victoria del demócrata Joe Biden e hizo todo lo posible por impedirla pese a no contar con ninguna prueba en contra. Situaciones similares también se han dado en Myanmar, Brasil o Perú, entre otros.
Las vacunas, factor de desequilibrio
Otro vector a tener en cuenta relacionado con la pandemia es la solución a la misma, es decir las vacunas. El informe alerta de que se ha producido en el mundo una distribución desigual de las vacunas anticovid entre las distintas regiones del mundo, lo que está provocando una salida de la crisis sanitaria a distintas velocidades. Hay países rondando el 90% de su población vacunada, mientras, en otros -los que menos recursos tienen- los porcentajes todavía son muy escasos.
También hay que tener en cuenta los movimientos antivacunas que han surgido durante la pandemia, alentados incluso por gobernantes como fue Donald Trump o Jail Bolsonaro. Los contrarios a las vacunas, basándose en informaciones falsas y teorías de la conspiración, intentan hacer creer al resto de ciudadanos que no deben vacunarse, lo que está provocando que se prolongue esta crisis y se estandaricen las restricciones a las libertades básicas.
La democracia también ha demostrado resiliencia ante la pandemia
Pero también el informe aporta buenas noticias. Aquellos países donde la democracia se encontraba en buena forma han sido capaces de afrontar todas las complejidades políticas de la pandemia de una manera democrática. La democracia ha demostrado resiliencia ante la pandemia. En algunos casos, como por ejemplo Nueva Zelanda o Taiwán, la democracia ha salido fortalecida. Casas-Zamora también aporta otros ejemplos: "En países como Noruega, Canadá y Bután se han creado, por ejemplo, comisiones parlamentarias multi-partidarias para monitorear las acciones del gobierno para frenar la pandemia. Eso es un signo notable de madurez democrática".
La resiliencia de la democracia
Hay que distinguir entre los países democráticos que han visto mejoras en la calidad de sus instituciones y procesos democráticos, y países que no son democráticos pero han ido experimentando procesos de apertura política. Entre el primer grupo, y en el contexto latinoamericano, el informe destaca a República Dominicana y Ecuador como dos países que han mejorado significativamente en los últimos cinco años.
En África, Gambia es el país que más ha mejorado, pero ha habido también grandes avances en Malawi y en Zambia. En Asia las mayores mejoras se han visto en las democracias ya establecidas de Taiwán y Corea del Sur y en Europa, en Rumania, Ucrania y Macedonia del Norte.
Entre los países que no son democracias, pero que aun así han mejorado sustancialmente, cabe destacar Uzbekistán, que, aunque lejos de ser una democracia, se ha beneficiado de reformas importantes y positivas impulsadas por el presidente Mirziyoyev.
En el caso de España, el informe pasa muy de soslayo por su situación. En palabras de Casas-Zamora esto se debe a que "la calidad democrática del país se ha mantenido estable en los últimos años, incluso teniendo en cuenta los diferentes retos constitucionales que han afectado al país. El mayor movimiento registrado, de hecho, es una mejora en el indicador de Ausencia de Corrupción".
Crecimiento de la protesta y la acción cívica
Los movimientos a favor de la democracia se han enfrentado a la represión en todo el mundo, pero sobre todo en Bielorrusia, Cuba, Swazilandia, Myanmar y Sudán
Otro de los análisis importantes es que la protesta y la acción cívica han sacado músculo en los últimos años. Los movimientos a favor de la democracia se han enfrentado a la represión en todo el mundo, pero sobre todo en lugares como Bielorrusia, Cuba, Swazilandia, Myanmar y Sudán, y han surgido movimientos sociales globales para abordar el cambio climático y combatir las desigualdades raciales. A pesar de las restricciones, más de las tres cuartas partes de los países (más de 80) han experimentado protestas durante la pandemia a pesar de las severas restricciones gubernamentales.
Para concluir, desde IDEA Internacional se hace un llamamiento. "Es el momento de actuar decisivamente para defender la democracia", alerta su secretario general. El Informe recomienda una serie de acciones políticas para impulsar la renovación democrática global.
"Es el momento de actuar decisivamente para defender la democracia", alerta el secretario general de IDEA Internacional
En primer lugar, la articulación de un nuevo contrato social que cierre el creciente abismo entre las demandas sociales y la capacidad de los gobiernos para satisfacerlas. "Debemos aspirar a contratos sociales incluyentes y basados en la transparencia y la rendición de cuentas", sostiene Casas-Zamora. Segundo, es preciso reconstruir y revitalizar las instituciones y prácticas democrática. Y en tercer lugar, es urgente combatir a las fuerzas que erosionan la democracia desde dentro. Para ello, hay que reforzar la sociedad civil, apoyar la integridad de los medios de comunicación y luchar contra la desinformación.
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