Este artículo se publicó hace 2 años.
Las colmenas se asfixian por el calor y la sequía: la producción de miel, en estado de alarma
Las plantas no han tenido el suficiente aporte de agua para que sus flores produzcan el néctar necesario para sacar adelante toda la producción apicultora.
Alejandro Tena
Madrid--Actualizado a
"Los últimos tres años han sido malos, pero este 2022 ha sido el peor. Si la cosa sigue así, la apicultura profesional, tal y como la conocemos, puede llegar a desaparecer, muchos vamos a tener que colgar el traje de poliamida", dice Pedro Loscertales, responsable del sector apicultor de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Las colmenas españolas afrontan una de las peores producciones de los últimos años. Marcados por la sequía y las temperaturas elevadas del que ya se ha confirmador como el verano más cálido de la historia, los panales no han podido sacar la miel suficiente para dejar atrás los malos datos del pasado.
El periodo estival, con 2,2ºC por encima de la media, se suma a un año especialmente seco que, hasta la fecha, ha reducido la capacidad de los embalses hasta el 34,2%, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica. Sin agua y con el calor macado, las abejas apenas han tenido opciones: las flores han sido anecdóticas en el campo. "Las plantas, aunque han llegado a florecer, no han tenido suficiente aporte de agua para producir néctar y poder melar. Hace falta más humedad y nosotros hemos intentado aportar ese agua o llevar los apiarios cerca de sitios húmedos, pero no siempre es posible", explica Loscertales.
"Hace tres años se sacaban unos 25 kilos de miel por colmena y ahora estamos sobre los 12 kilos"
"No es posible hacer balance todavía de las pérdidas económicas. Quizá quienes se dediquen solo a la producción de primavera lo puedan tener algo más claro, pero el 90% del producto se recoge ahora", dice Carlos Paule, gerente de la cooperativa Apihurdes.
Pese a ello, los profesionales del sector ya empiezan a barruntarse, en esta recta final de la recolección, un declive importante. Javier Martín Vargas, apicultor trashumante, calcula que la media de su producción habrá bajado, "como poco, un 25%" respecto a la colecta de 2021. "Si el año pasado sacaba cada viaje de recolecta unos 1.800 kilos, este año año me estoy quedando en los 1.000 kilos", argumenta el abejero.
Desde COAG, estiman que la caída de la producción rondará, a nivel nacional, un 50% respecto al año anterior, pero advierten de que en algunas zonas de la península la crisis podría haber dejado el porcentaje de pérdidas en el 70%. "Hace tres o cuatro años se sacaban unos 25 kilos de miel por colmena y ahora estamos sobre los 12 kilos", dice Loscertales. Además del calor y la sequía, a este final de temporada se agrega otra amenaza: el abejaruco. "Para el colmo, como no está habiendo mucha comida en el campo, este pájaro se está alimentando de las abejas", afirma el portavoz de la organización agraria.
De los incendios a la epidemia de varroas
Fruto de las altas temperaturas, España ha sufrido uno de sus peores años en materia de incendios, convirtiéndose 2022 en el peor de la última década, con una superficie quemada que multiplica por cuatro la media de los últimos diez años: más de 230.000.
"Muchos apicultores van a tener que desplazar sus colmenas a otros sitios"
Las llamas tampoco han ayudado a los productores a mantener estables las colmenas. "La pérdida de biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas ha sido importante para las abejas, que se han quedado sin plantas que son muy interesantes para la polinización. Lo peor es que va a tener que pasar mucho tiempo para que estas zonas se recuperen y muchos apicultores van a tener que desplazar sus colmenas a otros sitios", enuncia Loscertales.
Por si fuera poco, en ese contexto, los apicultores han tenido que sortear la propagación de la varroa, un ácaro que lleva años menguando la recolecta de miel. Esta especie de garrapata entra dentro de las colmenas y coloniza los huevos de las abejas en los periodos de cría y esquilma las poblaciones. "El tratamiento lleva cerca de 30 años en funcionamiento y la varroa se ha ido haciendo resistente", dice Martín Vargas.
La crisis climática, además, está reduciendo la capacidad de actuación de los profesionales. "El tratamiento se echa cuando termina la temporada de recolecta, cuando llega el frío. Para curar la colmena tiene que estar limpia de crías, porque se propaga en los huevos. El problema es que el clima cada vez es más tropical, ahora llueve, pero después hace calor en invierno y salen algunas flores y las abejas vuelven a criar porque creen que hay cambio de estación", argumenta el apicultor.
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