Catalunya mantiene más de 1.500 símbolos franquistas, la mayoría placas de vivienda
El Govern ha aprobado este martes el anteproyecto de ley catalana de memoria democrática, que recupera íntegramente el texto del ejecutivo de Pere Aragonès y que establece la retirada de toda la simbología de la dictadura en un plazo máximo de dos años.
Barcelona-Actualizado a
Casi cinco décadas después de la muerte de Franco, la simbología de la dictadura todavía mantiene una presencia sustancial en el espacio público de Catalunya. En concreto, según el censo actualizado elaborado por el Memorial Democràtic de la Generalitat, ahora mismo hay 1.529 símbolos franquistas en calles, plazas, edificios, cementerios u otros espacios de Catalunya.
Con todo, la cifra baja hasta los 1.295 en el caso de aquellos en los que no se ha hecho ninguna actuación posterior al franquismo –la gran mayoría, 1.081, son placas de vivienda–, mientras que el resto han sido "modificados, señalizados o reinterpretados".
El Memorial Democràtic realizó la primera versión del censo en 2010 y desde entonces lo ha ido actualizando. La base de datos se eleva a casi 4.000 símbolos franquistas -3.989-, si bien más del 60% (2.502) ya han sido retirados o modificados. Y este martes el Govern ha dado un primer paso que puede ser decisivo para retirar los restantes. En concreto, el Consell Ejecutiu ha aprobado el anteproyecto de ley de memoria democrática de Catalunya, que entre otras cuestiones establece la obligación explícita de retirar en un periodo de dos años los símbolos de la dictadura.
El texto que ha validado el Govern de Salvador Illa es exactamente el mismo que aprobó el ejecutivo de Pere Aragonès en marzo de 2023 y que ya había iniciado la tramitación parlamentaria, donde había superado las enmiendas a la totalidad. La normativa quedó colgada como consecuencia del final anticipado de la legislatura y ahora el Govern lo ha recuperado a raíz de un acuerdo entre el PSC y ERC.
La voluntad del ejecutivo, compartida por los republicanos, es que la iniciativa se tramite de urgencia en el Parlament, de forma que se apruebe y pueda entrar en vigor en unos meses.
El monumento franquista del Ebro, en Tortosa
Las placas de viviendas en los edificios construidos por el Instituto Nacional de la Vivienda franquista son el elemento predominante en la simbología franquista que se mantiene hoy en Catalunya, si bien también hay decenas de monumentos (55), cruces (37), letreros de calles (36), tumbas y lápidas (31) o grafitis y letreros pintados (11), entre otros. Ahora bien, si hay un símbolo de la dictadura que se mantiene de pie y que genera polémica este es sin duda el monumento franquista del río Ebro, en Tortosa.
Precisamente, ERC ya ha anunciado que presentará una enmienda en la tramitación de la ley de la memoria para que se priorice su retirada, en un plazo máximo de un año, al considerar que es un caso "especialmente simbólico". Como mínimo desde 2010, partidos de izquierdas y entidades memorialistas han exigido el derribo del monumento, pero hasta ahora no lo han conseguido, a pesar de que el Govern confiaba en hacerlo en verano de 2021. De momento, los defensores de mantener la estructura lo han conseguido, con batalla judicial incluida.
El monumento franquista de Tortosa tiene una altura de 45 metros y es obra del escultor Lluís Maria Saumells. Lo inauguró el 21 de junio de 1966 el propio dictador. Se construyó para conmemorar los 25 años de la victoria franquista en la Batalla del Ebro. Originariamente se denominó Monumento en honor al glorioso ejército vencedor de la Batalla del Ebro. Costó unos cuatro millones y medio de pesetas y fue financiado por el gobierno civil de Tarragona, la Falange y a través de uno recaudo —supuestamente voluntario y popular— que se hizo en diferentes municipios tarraconenses.
Desde la recuperación de la democracia el monumento se ha modificado, con la retirada de varias inscripciones, placas y Víctor, el anagrama personal de Franco.
Monumentos a los 'caídos'
A pesar de que no hay ninguno de tan conocido y polémico como el monumento del río en Tortosa, todavía hay decenas de monumentos franquistas repartidos por Catalunya, a pesar de que la mayoría de ellos han sido modificados desde su construcción original. Un ejemplo es el monumento dedicado a Alfonso Sala Argemí, el primer Conde de Egara, que se ubica en la plaza del Doctor Robert de Terrassa (Barcelona).
Implicado en la dictadura de Primo de Rivera y, posteriormente, partidario del bando fascista en la Guerra Civil, Sala fue homenajeado al inicio de la dictadura y se le dedicó una obra, hecha por el escultor Frederic Marès, en 1950, cinco años después de su muerte.
En el cementerio de la misma localidad también está el antiguo monumento a los caídos -del bando fascista-, en el que se representa a un soldado franquista y a un guerrero cristiano de las cruzadas. Además de trasladarlo de ubicación -antes estaba situado en el centro de la ciudad-, en 1999 se le quitaron las inscripciones franquistas y se colocó una nueva placa para dedicarlo en todas las víctimas de la Guerra Civil.
En enero del 2022 se retiró la escultura del requeté agonizante ubicada en el Monasterio de Montserrat y dedicada a los combatientes muertos del Tercio de Requetès de la Virgen María de Montserrat, una unidad militar integrada en el ejército franquista y formada mayoritariamente por catalanes ultracatólicos. Sí que se mantiene el pedestal de la escultura y la cripta funeraria -de acceso privado- que contiene los restos de 319 combatientes de la unidad franquista.
En cementerio de l'Arboç (Tarragona) se mantiene, sin cambios desde que se erigió en 1940, un mausoleo dedicado a las personas conservadoras asesinadas en la localidad durante el verano de 1936, con la inscripción "Caídos por Dios y por España. ¡Presentes!". También hay una cruz similar y con la misma leyenda en el municipio de Prat de Comte, en la Terra Alta (Tarragona). En un polígono de Abrera, en el Baix Llobregat, no se han tocado los cuatro monolitos dedicados a la franquista IV División Navarra y "a sus caídos en esta zona. 1936-1939".
Otros ejemplos son el monumento a las víctimas franquistas de Calldetenes, erigido el 1941 y que sigue de pie en la carretera de este municipio de Osona (Barcelona) a pesar de varios intentos de tirarlo a tierra; el monumento a los caídos del bando fascista que hay en el cementerio de Tremp, en el Pirineo, y al cual se le ha retirado la placa de homenaje; o el monumento a los caídos del cementerio de Olot (Girona), del cual hace más de una década se quitó el águila franquista, para citar algunos.
Retiradas en marcha
Anticipándose a la ley catalana, el Ayuntamiento de Girona envió ya en verano notificaciones para retirar toda la simbología franquista que quedaba en la ciudad, con el argumento que son elementos contrarios a la memoria democrática. El objetivo del consistorio que encabeza Lluc Salellas (CUP) es que en 2025 no se mantenga ninguno.
Los últimos años han sido mucho los municipios que han retirado elementos vinculados a la dictadura, un hecho que empezó a producirse de manera masiva después de que lo estableciera la ley de memoria histórica aprobada por el Gobierno español en 2007. Así, por ejemplo, en mayo de 2017 el Ayuntamiento de Sabadell retiró el monolito dedicado a Josep Maria Marcet Coll, alcalde de la ciudad desde 1940 hasta 1960. Desde 1936 estuvo afiliado a la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
En Gandesa (Terra Alta, Tarragona) en junio también de 2017 se derrocó la especie de altar de clara reminiscencias nacionalcatólicas que había en el Coll del Moro, y en la misma comarca, en Vilalba dels Arcs se retiró en la misma época la cruz franquista dedicada a los "caídos" del bando nacional.
El anteproyecto de ley de memoria democrática de Catalunya, que ahora iniciará su camino legislativo, también plantea introducir el estudio de la memoria en los currículums educativos y formativos, establecer como días de conmemoración el de la proclamación de la República, el 14 de abril, y el de la constitución de la Assemblea de Catalunya, el 7 de noviembre, así como perseguir de manera activa los crímenes del franquismo, a partir de personarse como acusación.
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