Este artículo se publicó hace 3 años.
Así trabajan los vecinos que limpian los montes gallegos de eucalipto
Las brigadas deseucaliptizadoras son una iniciativa de voluntariado que opera en los montes gallegos con la finalidad de recuperar el patrimonio natural y liberar la tierra de especies invasoras.
Uxía Pérez
Madrid--Actualizado a
Tradicionalmente, cuando una familia no podía abarcar el peso de un trabajo en específico, se pedía la colaboración de la aldea. Más tarde y como agradecimiento se invitaba a los participantes a comer, en una fiesta laica vinculada con el cuidado de la comunidad. Hoy, las brigadas deseucaliptizadoras adoptan esta tradición y la incorporan en sus jornadas.
Esta es una iniciativa de voluntariado ambiental, organizada en Galicia de forma comarcal para "hacer frente a la degradación de los ecosistemas que causa la presencia del eucalipto y otras especies exóticas invasoras".
"Llevaba desde muy pequeña viendo como cada vez hay más incendios y había que dejar de llorar", dice a Público la integrante de las brigadas Ester Troncoso. Fueron 146 los incendios que arrasaron los montes gallegos en 2017. Aquel fin de semana del 13 al 15 de octubre fue devastador. Esos tres días se cobraron la vida de cuatro personas y 47.000 hectáreas quedaron irreconocibles tras el fuego.
La situación no fue ni accidental ni aislada. Las cifras del Comité de Lucha contra Incendios Forestales de la última década, presentados por el Ministerio para la transición ecológica y reto demográfico, catalogan a Galicia como la comunidad autónoma con el mayor número de incendios forestales de todo el Estado. El porcentaje de la superficie natural afectada por el fuego es del 69%.
Su condición de especie altamente inflamable es una de sus características más preocupantes y la que vincula estrechamente al eucalipto con esta tendencia incendiaria. En declaraciones a Público, Cristóbal López, portavoz de Ecoloxistas en Acción, afirmó que "cuando hay un incendio se ve que quien coloniza toda la tierra quemada es el eucalipto".
El eucalipto ocupa el 60% del total los montes gallegos
Los eucaliptos ocupan el 60% del total los montes gallegos. Este alto porcentaje está relacionado con la hegemonía de la papelera de Ence en Galicia. Esta es una fábrica que produce pasta de papel y energía a partir del ecosistema forestal. La propia empresa se define como el "mayor gestor forestal privado de España, primer productor europeo de celulosa de eucalipto y líder español en generación de energía renovable con biomasa".
Actualmente, los productores forestales tan solo cuentan con un cliente, la fábrica de celulosa. Esto supone que un gran porcentaje de los montes gallegos acaben siendo beneficio exclusivo de Ence. La papelera es objeto de cada vez más debates, debido, en gran parte, a la contaminación que esta genera en la ría de Pontevedra. Pese a esto, el gobierno autonómico continúa defendiendo su actividad. Cristóbal expone que lo que existe "es una dejadez de las instituciones en complicidad con las grandes empresas que viven del eucalipto. El caso manifiesto de todo es Ence".
Un dictamen del comité científico español del antiguo Ministerio de agricultura, pesca, alimentación y medio ambiente, cataloga al eucalipto naturalizado en España como una especie exótica invasora. Por su parte, el activista afirma que la situación con el eucalipto "es un problema ecológico, social, económico y paisajístico. Es un problema que afecta a la esencia de Galicia".
Fue este contexto de fuegos incontrolados y la amenaza ante una plaga cada vez más invasora la que impulsó el nacimiento de las brigadas deseucaliptizadoras.
Recuperar el patrimonio natural
Durante su entrevista con Público, Joam Evans, uno de los impulsores del proyecto, manifestó sus objetivos: "Lo que quiero es recuperar el monte nativo de Froxán. Los motivos son paisajísticos, poder volver a tener estaciones al año (puesto que las hojas del eucalipto son perennes). Por motivos de propia seguridad, porque si no vamos a arder cualquier día si seguimos rodeados de eucaliptos; queremos conservar el patrimonio. Conservar la biodiversidad, conservar los elementos de patrimonio cultural… Estos son los objetivos concretos, pero cada persona se suma a la causa por un tema diferente".
Su trabajo, junto con el de otros vecinos, fue reconocido por la ONU en 2017
El pasado de Evans con el monte no se remonta a las brigadas. De hecho, su trabajo, junto con el de otros vecinos, fue reconocido por la ONU en 2017, catalogando el monte de Froxán, su aldea nativa, con el registro ICCA, ejemplo de área conservada por comunidades locales. Junto con Santiago de Covelo, estos dos espacios naturales se convirtieron en los primeros lugares de España y terceros de Europa en adquirir dicha consideración.
Al mismo tiempo que esto sucedía en Froxán, en Lousame, en la provincia de A Coruña, sus impulsores eran conscientes de proyectos similares que se estaban llevando a cabo por todo el territorio gallego: "La iniciativa empezó en Froxán, y esto se fue haciendo más grande al contactar con [las asociaciones ecologistas] Rednatura y Verdegaia. Propusimos hacer un proyecto a escala gallega, sobre todo por el tema de la responsabilidad y de los seguros [de accidente], y también para poder cuidar el monte en otros sitios. Nos estaban llegando muchas voluntarias. Como parecía que el modelo funcionaba, tenía sentido hacer cosas en otros sitios con problemas similares".
Problemas con el monte
Inicialmente, la mano de obra disponible no era suficiente para hacer frente a los problemas del monte, ya que no había "manos para avanzar ni para comerle terreno al eucalipto, ni para poder recuperar lo autóctono. Esto es por lo que empezamos a hacer jornadas, convocatorias de voluntariado", comenta Evans. Él mismo relata a Público que "las brigadas fueron una inyección de vitamina, porque conseguimos avanzar a pasos agigantados".
La mayor parte del monte gallego está en pequeñas manos, como las de Ester Troncoso, quien tenía una parcela en Mondariz. Ella comenzó limpiando sus fincas hasta que las brigadas supieron de su trabajo. Troncoso se unió en sus inicios y continúa persistentemente "desde la primera convocatoria hasta ahora".
La iniciativa creció gracias "al boca a boca"
Fue el fuego el que reavivó la alarma social, incitando a aquellos más concienciados con la preservación de los montes a agruparse para cuidarlo. "Empezamos en abril de 2018 con 50 personas inscritas como brigadistas y hoy ya somos 1.040", cuenta Joam. Muchas de las personas que empezaron eran de la zona de Froxán. Era gente que ya estaba trabajando en proyectos similares, y, tal y como dicen algunos de sus integrantes, la iniciativa creció gracias "al boca a boca". La voz se fue corriendo, primero entre los conocidos y poco a poco se fueron haciendo con un protagonismo mayor en los medios y en las redes sociales.
La organización del trabajo
Los brigadistas destacan la retirada de las raíces del eucalipto, su tala o el descascado de esta especie
En un primer momento se hace un llamamiento, se manda la información y se convoca a los voluntarios. Llegado el día, los trabajos que se desarrollan durante la mañana pueden llegar a ser muy variados. Los brigadistas destacan la retirada de las raíces del eucalipto, su tala o el descascado de esta especie, pero también la preservación de especies autóctonas o la recuperación del terreno. En la sustitución del eucalipto se opta preferiblemente por regenerado natural. Joam Evans dice que "debajo de este eucalipto, yace un robledal" y por ello plantan árboles u otras especies que "están intentando salir''. Ellos catalogan esta actividad matinal como a roda (la rueda en gallego).
Una vez acabada la actividad más dura, los integrantes se reúnen para comer y tras la sobremesa, se ofrecen actividades culturales como regalo a los participantes. Tradicionalmente, el albaroque es el hecho que da por finalizado un convenio o una venta, bebiendo una copa de vino o ingiriendo algo en señal de que el contrato está ultimado. Estas actividades en señal de agradecimiento pueden ser coloquios visitas, rutas o charlas de educación ambiental.
El perfil de los voluntarios
"Voy, trabajo, me río mucho y hago lo que me mandan. Hoy estoy destrozada", afirma la brigadista Mara Urgal tras una jornada de trabajo en el monte de Lentille, en la provincia de Ourense. Al mismo tiempo, valora la iniciativa y explica que le "gusta mucho el monte. La gente es de edades y formaciones muy diferentes pero, después, en las comidas se intercambia conocimiento muy diverso y se aprende mucho".
Mara se jubiló hace seis años, y fue por esa época cuando ingresó en las brigadas de forma habitual. Por su parte, Joam Evans cuenta cómo no existe "un perfil de brigadista uniforme, la mitad pertenecen al rural y la otra mitad a la ciudad, porque hay gente de las zonas urbanas que normalmente no tiene esa posibilidad de realizar este tipo de trabajos. Hay desde personas muy jóvenes hasta el límite de edad que nos permite el seguro, que son 70 años. Hay gente que a veces incluso trae a sus niños".
"Esto nos recuerda que el cambio es posible"
Ester Troncoso: "Los incendios dejan muy claro que las [especies] autóctonas frenan el fuego"
El proyecto empezó como respuesta a la falta de implicación de la Xunta, y es por ello que Joam Evans se niega a esperar algo del Gobierno autonómico: "La gente siempre está pendiente de mirar lo que va a hacer el Gobierno, y la filosofía de las brigadas es la contraria. No vamos a esperar a que la Xunta haga o deje de hacer... Obviamente la Xunta tiene todos los medios, y nosotros no somos nada comparado con ella, pero esto no está en nuestra mano".
A su vez, la Consellería do medio rural reconoce en su plan de sanidad forestal la lucha biológica contra el eucalipto. Pese a ello, las medidas que adoptaron en 2019 apenas fueron la colocación de 10.000 bolsas con ootecas parasitadas en los árboles de esta especie.
En contraposición, las brigadas apuestan por un cambio de modelo, definiéndose como "una herramienta" para todas aquellas, personas o comunidades, que quieran apostar por la recuperación de los hábitats y los bosques nativos.
Ester cuenta cómo "los incendios dejan muy claro que las [especies] autóctonas frenan el fuego". Al mismo tiempo, Joam reitera que "hay miles y miles de hectáreas en el país y nosotros, en comparación, estamos interviniendo en una zona muy ínfima. Pero esto nos recuerda que el cambio es posible".
"Llevamos toda la vida escuchando que [este problema] es demasiado grande para nosotros", afirma Ester. Si hay algo que tienen en común estos brigadistas, es su convicción con el cuidado de la tierra junto con la intención de preservar la naturaleza autóctona. Y es, en definitiva, su trabajo constante a lo largo de los años el que permite que el cambio ambiental comience a ser algo más que una idea.
Esta iniciativa no es exclusiva de las brigadas. Los motivos que impulsan a muchos vecinos de diferentes partes de Galicia a lanzarse a cuidar el monte son muy variados.
"Hay muchas personas con proyectos similares por eso es más difícil conocer su trabajo", afirma Ester Troncoso. Al mismo tiempo, lamenta que estas iniciativas, ajenas a las brigadas deseucaliptizadoras, carecen de popularidad por su falta de presencia en los medios.
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