Acude todos los días al hospital para ver a su madre por la ventana

Hay afectos que nunca fallan, y el que Inma y su hermana envían a su madre desde la calle es pura energía que sube hasta la habitación de Conchita, en la segunda planta. Intubada, apenas puede levantar un brazo para saludar, pero sabe que no estará sola. Es una ternura parecida a la que demuestra Amador. Va cada día a una residencia de Lagartera, en Toledo, a intentar ver a su mujer. Dentro hay un brote y varios ancianos han fallecido. Añora un encuentro en el que pocas palabras serán suficientes. Asistimos también a un momento emocionante. Yolanda, enfermera, sale de la UCI débil, pero inmensamente agradecida. Y los compañeros con los que ha luchado para curar a otros ahora celebran su victoria en una de esas batallas que se recuerdan de por vida.

-Redacción-