Yolanda Díaz inicia su candidatura a las generales con los retos del 28M y el de lograr la unidad con Podemos
La vicepresidenta afronta una hoja de ruta que pondrá a prueba su capacidad aglutinadora de la izquierda y en el que tendrá que decidir su papel definitivo en las elecciones municipales y autonómicas.
Madrid-Actualizado a
Los baños de masas también dan resaca, la de confrontar la realidad terrenal tras haber sido la protagonista de un acto que congregó a alrededor de 5.000 personas coreando "presidenta, presidenta" que llevaban esperando un anuncio nueve meses. "Quiero ser la primera presidenta de mi país", dijo este domingo Yolanda Díaz en el polideportivo Magariños, y con estas palabras se puso el traje de candidata que llevaba tanto tiempo tejiendo.
Asumir una candidatura a la Presidencia del Gobierno y las riendas de una izquierda en transición genera, sobre todo, responsabilidad. Y este lunes, 24 horas después del acto de Sumar en Madrid, la vicepresidenta segunda del Gobierno ya ha empezado a encarar los retos asociados a su nuevo rol y, también, algunas derivadas y consecuencias del propio evento.
En este sentido, la puesta en largo de Díaz y de Sumar en Magariños ha logrado aglutinar a prácticamente todas las fuerzas y colectivos de la denominada izquierda transformadora, pero sin la participación de la que en la actualidad es la principal fuerza de este espacio: Podemos.
La escenificación de la unidad de Ada Colau, Alberto Garzón, Mónica García, Íñigo Errejón, Joan Ribó, Rita Maestre o Juantxo López de Uralde y sus partidos (los comuns, Izquierda Unida, Más País, Más Madrid, Compromís, Alianza Verde o Equo, entre otros) en torno a Yolanda Díaz han reforzado de manera indirecta la imagen ausente de la formación morada en este cónclave.
Sobre todo si se tiene en cuenta que a este acto también acudieron exdirigentes y personas que antaño fueron cuadros importantes de Podemos. La formación morada decidió no acudir a Magariños este domingo tras rechazar Díaz cerrar un acuerdo bilateral (entre los de Belarra y Sumar, sin la concurrencia del resto de fuerzas) que incluyera unas primarias abiertas. El día anterior, sábado, Podemos reunió a su Consejo Ciudadano Estatal para afrontar esta cuestión y, aunque se produjo un intenso debate sobre las eventuales consecuencias de no acudir, el cierre de filas con la dirección terminó por imponerse.
La lectura para el 28M
De hecho, aunque algunos coordinadores autonómicos de la formación morada expresaron su simpatía por el acto, finalmente no acudieron, como se había planteado desde la dirección. Esta cuestión entronca directamente con las elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán el 28 de mayo.
Por un lado, no acudir al acto suponía perder la oportunidad de engancharse al revulsivo electoral que potencialmente despliega la vicepresidenta entre el electorado más progresista; sobre todo si se tiene en cuenta que sí han estado presentes los candidatos de otras opciones que compiten con Podemos en mayo (como Más Madrid o Compromís, entre otros).
Por otro, el hecho de que Díaz no tenga previsto volcarse de lleno en la campaña (entre otros factores, precisamente por el asunto de la competencia del 28M entre fuerzas que aspiran a ir juntas a las generales bajo su liderazgo) convierte el lanzamiento de su candidatura de este domingo en una suerte de primer (y en algunos casos único) acto preelectoral con la vicepresidenta como figura destacada. Aunque en su equipo trasladan que a partir de este lunes uno de sus principales pensamientos serán, precisamente, estos comicios.
Díaz dio las gracias de manera individual a los dirigentes que la arroparon en el acto y eso también ha provocado algunas lecturas que posicionan a la vicepresidenta en la campaña del lado de fuerzas que competirán con Podemos e Izquierda Unida en las elecciones (aunque la titular de Trabajo no ha desvelado nada de su hoja de ruta en el 28M y aunque IU ha sido una de las formaciones protagonistas en el polideportivo Magariños).
En cualquier caso, en su rol de candidata a Díaz se le presentan estos dos retos fundamentales: atraer a Podemos a una reunificación de la izquierda transformadora que se lee un tanto incompleta (aunque la imagen de las principales dirigentes juntas en el acto de Madrid tiene una fuerza muy relevante), y decidir qué papel juega en unas elecciones municipales y autonómicas que serán decisivas.
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