MADRID
Actualizado:Virgilio Fernández (Larache, 1918) está cansado. Son las 20 horas y lleva desde las 10 de la mañana atendiendo a medios y manteniendo encuentros con, entre otros, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Tiene 98 años, vive en Aguascalientes (México) y ha venido a Madrid a pasar unos días. A recordar, quizá por última vez, los paisajes de una ciudad y de un país por el que se jugó la vida. En julio de 1936 Virgilio hacía prácticas en el Hospital La Princesa. Fracasó el golpe de Estado y estalló la Guerra Civil. Se enroló en el Ejército y como sanitario fue enviado al Batallón Dombrowksi de la XIII Brigada Internacional durante la Guerra Civil. De hecho, es uno de los últimos brigadistas vivos.
Durante sus últimas 48 horas ha repetido hasta la saciedad los lugares en los que estuvo durante la Guerra Civil. Guadalajara, Somosierra, Brunete, Belchite, el frente de Aragón, el Ebro... Le preguntan por canciones del frente. Por poemas. Algún recuerdo. Una anécdota graciosa. Él habla despacio, pero con la ilusión del que se siente escuchado. No pierde la ilusión en la victoria final, pero sabe que se antoja complicada. Carga contra los medios de comunicación tradidicional. Cuando habla, tiene una cadencia similar a la de Julio Anguita. De hecho, considera que el cordobés es el mejor político que ha dado España. Lo cita constantemente. Le hubiese gustado poder conocerlo en esta visita. No ha sido posible. "Es una razón para volver".
El 18 de julio de 1936 fracasa el golpe de Estado militar y comienza la Guerra Civil. ¿En ningún momento pensó en huir de la guerra?
No y no. Yo no tenía nada que hacer en Francia o en América. Trabajaba en el Hospital La Princesa y nos enteramos a través de un cartel que hacían falta practicantes para el frente. Un muchacho de Alcoi y yo fuimos a la casa del Conde Duque, donde uno se enrolaba en el ejército. Enseñamos nuestro título de practicante y nos mandaron a Somosierra, a primera línea de batalla donde había muchísimos heridos. Después me mandaron con la Columna de Mangada y de ahí con los Brigadistas. Tenían muchos soldados, pero tenían poco servicio sanitario.
¿Por qué decidió un sanitario ir al frente?
Estaba afiliado a las Juventudes Comunistas desde los 14 años. Cuando comenzó la Guerra nos pidieron que ayudáramos y no lo pensé. Tenía la obligación de ayudar a ganar la Guerra, de defender a mi país del fascismo.
¿Cómo era esa España que usted quería defender del fascismo?
Era un país pobre. Tremendamente pobre. Con la llegada de la República se hicieron cambios, aunque no tan profundos como a nosotros nos hubiera gustado. Hubo un reparto agrario y había más igualdad a la hora de aplicar la ley. Con la República el señorito no siempre se salía con la suya y el trabajador no era siempre el culpable de todo. La España que nacía en 1931 era una España mejor que la que había antes. Aspiraba a ser más justa. Más noble. Pero seguía teniendo muchos problemas. Los cotos de caza, por ejemplo, seguían defendidos por la Guardia Civil. El rico podía matar 57 conejos por diversión y el pobre no podía ni cazar uno para comer. Teníamos un país de señoritos católicos que no faltaban a misa, pero que luego tenían tres casas con tres amantes.
¿La España de hoy sería diferente si hubiera ganado la República?
La España de hoy sería diferente. Seguro que sí. No creo que pasaran todas estas barbaridades que están pasando... Somos uno de los países con los sueldos más bajos de Europa. A mi me gustaría, por ejemplo, que si no hay trabajo pues que se repartiera. Que en lugar de trabajar ocho pues se trabajaran cuatro y que hubiera más tiempo para educarse, para descansar, disfrutar... Pero lo que estamos sufriendo se tiene que terminar. Me acuerdo un 14 de abril que me preguntaron en Sevilla que qué me gustaría. Y dije que me gustaría que la gente votara lo mejor para sí misma. Y volvió a salir el PP. No se cumplió mi deseo. Hay obreros que votan al PP.
¿Cómo explica eso, que haya obreros que votan al PP?
Hay unos medios de comunicación que se dedican a inculcar que todos los políticos son iguales, que todos engañan y que para qué cambiarlos si es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y después hay una educación franquista que mucha gente lleva dentro. Fueron 40 años. Con esto de Catalunya ha salido el fascismo que mucha gente llevaba dentro. Y es que la prensa... yo antes leía todos los días El País. Ya no puedo. Ahora me gusta leer Público y Eldiario.es aunque no me gusta que haya tantos insultos en los foros. En el foro de Público se insulta sin aportar razones. Eso no me gusta nada.
¿Y la derecha? ¿Encuentra alguna semejanza entre la derecha de 1936 y la actual?
Aquellos eran más bestias. Me acuerdo de un ganadero al que le mataron dos toros y a cambió fusiló a las 100 personas que habían comido carne de esos animales. En la plaza de toros de Badajoz la gente acudía a ver cómo se mataba gente. Me he preguntado muchas veces de dónde había salido tanta sed de sangre. En el campo republicano también hubo injusticias. Claro. Injusticias justificadas por años de humillaciones, discriminación, de morirse de hambre, años en los que si te quejabas entrabas en la lista negra y ya no encontrabas trabajo.
Ahora lo que creo que hace falta es que se pongan impuestos progresivos de verdad. Hasta el 90%. Los ricos como el dueño de Zara [Amancio Ortega] o el hombre más rico de México [Carlos Slim] no necesitan tanto dinero. Seguro que hay gente que trabaja para ellos, directa o indirectamente, solo por un plato de comida. Eso es muy injusto.
Y luego hay cosas que no cambian. Yo respeto mucho a Julio Anguita. Recuerdo que él dijo que si fuera presidente del Gobierno él sí respetaría la Constitución borbónica de 1978, pero que son esos mismos partidos borbónicos los que no la respetan. Ni el derecho al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la educación... En eso la derecha no ha cambiado tanto. El pueblo tiene que dejar de ser ciego y sordo.
¿Cree usted que hay un despertar del fascismo?
No lo sé. Hay muchos chavales, de esos que van bien vestidos y arreglados, que en cuanto te descuidas te levantan la mano. Pero luego hay mucha que lo que hace es repetir lo que dice esa prensa de la que hemos hablado. Gente que repiten esos mensajes simplemente porque como tienen una casa ya se creen que son clase media e incluso capitalistas.
No me canso de decir que las clases medias son las que más sufren con este sistema. Se creen que tienen algo y se lo pueden quitar cuando quieras. Nos han metido en la mente que tenemos que tener un coche, un piso con aire y cocina nueva. Pero, ¿cómo se paga después si te quedas sin trabajo? Lo que tenemos es un gobierno de bandidos, un sistema de bandidos. Tenemos que cambiar, pero con votos. Hay que abrir los ojos y hay que dejar de votar los señoritos.
¿Se siente desilusionado con el mundo?
Me desilusiona que la gente no recapacite y cambie. Me desilusiona que los obreros voten por el Partido Popular. Me desespera que voten al malo conocido antes de dar la oportunidad al bueno por conocer. Podemos y debemos cambiar.
Me consta que ha mantenido encuentro con varios líderes de izquierdas como Pablo Iglesias o Manuela Carmena. ¿Cómo ve a la izquierda española?
Hay personalidades que me gustan mucho. He escuchado voces como la de Pablo Iglesias o Monedero. Y mi opinión siempre es que la izquierda tiene que estar junta. Unida. Tiene que llevar un programa de mínimos y ganar. Si en las próximas elecciones vuelve a ganar el PP tendremos otros 100 años de derecha y de perder el tiempo. Yo ya no lo veré. Pero me molesta pensar que no haya gente que recapacite.
A mi el que más me gusta es Julio Anguita. Pero Pablo Iglesias tiene un discurso muy articulado y siempre es interesante escucharlo. No es el único. Hay mucha gente en España muy brillante dispuesta a trabajar por una buena causa. Creo que se puede ganar. Sí se puede.
¿Se puede ganar? ¿De verdad?
Sí. De verdad. Incluso con toda en contra. Hay que ganar y cuando se gane hay que ser demócratas con los demócratas y saber quitarse de encima a los fascistas. Yo ya no tengo la paciencia que tenía antes. Por ejemplo. Yo leía El País hace 20 años. Había cosas que no me gustaban, pero se podía leer. Ahora no se puede leer. Apesta. Se lo dije a un periodista que me quiso hacer una entrevista. ¿Cuántos millones se gasta el Gobierno en publicidad para que el mensaje que lanzan le favorezca? En México nos gastamos miles de millones en exaltar al ignorante que tenemos por presidente de la República.
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