Este artículo se publicó hace 5 años.
Juicio procésDe "Trapero está loco" a la "llamada al Papa"; el día que un testigo de las defensas del 'procés' le explotó a Jordi Sànchez
Un mando de los Mossos d'Esquadra, testigo en la causa que debe enjuiciar el Tribunal Supremo, acusa al expresidente de la ANC y diputado electo en el Congreso de haberle amenazado con llamar “al president”, si no ordenaba la retirada inmediata de los ant
Alejandro López de Miguel
Madrid-
Iba a ser un día redondo para las defensas de los 12 procesados en el juicio a la cúpula del procés, pero el relato de uno de los testigos en la 39 sesión de la causa, un mando de los Mossos d'Esquadra, rompió sus esquemas, y no se molestaron en ocultarlo.
"Trapero está loco, ha perdido la chaveta, saca a la BRIMO de aquí", escuchó decir a Sánchez por teléfono
Con la protesta del 20 de septiembre de 2017 ante la sede de la Consellería de Economía de la Generalitat de Catalunya como escenario, ante el Tribunal Supremo, el testigo llamado por las defensas acusó este lunes a Jordi Sánchez de referirse a él de forma “altiva y prepotente”, en respuesta al despliegue de los antidisturbios de la policía catalana. Afirmó incluso que el expresidente de la ANC y diputado electo en el Congreso por JxCat llegó a amenazarle con llamar a Carles Puigdemont, entonces president, para intentar forzarle a ordenar la retirada de los antidisturbios de la policía catalana, la Brigada Móvil (BRIMO).
“Me dijo: ‘Esto no es lo que hemos acordado, largaos de aquí’”. "Me dijo que iba a llamar al president, al conseller [de Interior, Joaquim Forn] y que me iba a largar, está grabado”. "Trapero está loco, ha perdido la chaveta, saca a la BRIMO de aquí", escuchó decir a Sánchez por teléfono, sin poder precisar con quién estaba hablando.
Esto, antes de advertir al mando, que tenía órdenes de llegar a la Consellería, de que el jefe del Cuerpo, el major Josep Lluis Trapero, “pronto” recibiría una llamada [del Govern], y después ordenaría la retirada de los agentes. “Mi respuesta es que puede llamar al Papa de Roma, que si no me da la orden mi superior, yo llego a la Conselleria", esgrimió el mando de los Mossos, siempre según su relato.
Según el testigo, Sànchez cambió de actitud y ayudó a "calmar los ánimos". Pasó a "una actitud más correcta y conciliadora"
Ya han comparecido cerca de 300 testigos ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo en casi 3 meses de juicio, pero nadie se había referido de esta forma las amenazas supuestamente vertidas por Sànchez en esta jornada. Lo habían descrito como cabecilla de la protesta, como mediador entre los policías y los concentrados, a veces acompañado por el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart.
Lo ha hecho un intendente de los Mossos d’Esquadra, inspector jefe de la BRIMO durante el otoño de 2017. Identificado por su número de agente, y sin permitir que las cámaras captasen su rostro -como ocurre con la inmensa mayoría de policías que comparecen en esta causa-, ha ofrecido una versión que contradice a la aportada por Sànchez sobre lo ocurrido en esta protesta. Estos hechos son de especial importancia para las acusaciones, que intentan probar que el expresidente de la ANC cometió un supuesto delito de rebelión -por el que se enfrenta a una petición de cárcel de 17 años por parte de la Fiscalía-.
El testigo sólo daba tregua al reconocer que posteriormente Sànchez sí colaboró para supervisar que la protesta permaneciera bajo control, para “calmar los ánimos” de los concentrados, y que ayudó a gestionar su disolución, pasando a adoptar “una actitud más correcta y conciliadora”, ofreciendo “ayuda y colaboración”.
Con todo, el daño que pudieran causar sus palabras ya estaba hecho. El inspector de los Mossos se quejó de haberse quedado con “mal sabor de boca”, al no haber podido entrar en la sede de Economía para ayudar a salir a la letrada de la administración de Justicia, Montserrat del Toro -a cargo del registro-.
"Ni aunque me hubieran traído el Séptimo de Caballería hubiera llegado yo a Economía. Era materialmente imposible"
También debería haber escoltado a un número de agentes de la Guardia Civil que podía duplicarse en minutos -según las órdenes recibidas por el agente entonces-, e incluso se contempló incluir al perro del que los agentes se ayudaron en el registro en ese dispositivo: “En la cápsula va a ir un perro”, le transmitieron.
No hubo cápsula: la concentración tenía “un cariz de rechazo hacia la policía” -en contra de lo esgrimido por las defensas-, y el primer y único botellazo que presenció esa noche –“Golpea en la cabeza a un compañero”- le convenció de que no era posible acceder a Economía. Había demasiada gente, y usar las porras habría provocado “un alud de personas”. “Esa decisión técnica la asumí yo como mía”, narraba.
“Ni aunque me hubieran traído el Séptimo de Caballería hubiera llegado yo allí”. “Era materialmente imposible”, incidía. Algunos Mossos, además, habrían sido confundidos con guardias civiles por los manifestantes, sufriendo el lanzamiento de objetos y líquidos -que el testigo no supo precisar-. Hasta tuvo que coger un megáfono para advertir a los concentrados de que no eran guardias civiles.
Todo, en un ambiente de “confusión total”, en el que decidieron no cargar hasta cerca de la 1.00, ya el 21 de septiembre. Algo antes, en torno a las 23.45 del día 20, Sànchez le comunicó que desconvocaban, y por tanto que no se “hacía responsable” de lo que pudiera ocurrir.
A esa “confusión total se sumó, además”, la cuestión de las armas que la Guardia Civil dejó sin custodiar en sus vehículos ante la sede -otra cuestión recurrente del juicio, rodeados por miles de personas y que, según el testigo, fueron vigilados por un helicóptero de los Mossos.
Xavier Trias, sobre las armas que la Guarida Civil dejó en un coche: “Yo que he hecho la mili, digo, esto es una barbaridad"
“Yo que he hecho la mili, digo, esto es una barbaridad. Al que lo ha hecho [dejar las armas en el coche] le va a caer un paquete que se va a quedar solo”, que diría el concejal de CIU en el Ayuntamiento de Barcelona y exalcalde de la localidad, Xavier Trías. El veterano político, también llamado como testigo por las defensas este lunes, venía a ensalzar el carácter pacífico de las protestas, que en todo momento han sido descritas como emotivas, alegres y festivas.
"Cuando dicen que aquello fue festivo, la fiesta la tuvieron por la noche", afirmaba el testigo de los Mossos. De hecho, en torno a las 00.00, cuando ya se había desconvocado la protesta, los policías catalanes recibieron “una lluvia de latas de cerveza”, y ordenó el uso de "la defensa policial”. “Tardamos casi dos horas en limpiar la zona”, rememoraba.
Sànchez cambió de actitud en cuestión de horas
El letrado que pidió la citación del inspector fue Xavier Melero, a cargo de la defensa del exconseller Forn. Melero sólo logró capear el temporal cuando el testigo aseguró que el conseller no le dio ningún tipo de “restricción o criterio” sobre qué hacer en esa jornada, sobre cómo usar la fuerza o sobre la actuación que, a su entender, deberían tener los Mossos. “Asumo toda la responsabilidad", decía después, sobre el recurso a la fuerza. “En ningún momento se me ordenó nada, se me dijo qué tenía que hacer [llegar a la consellería], pero el cómo es cosa mía”.
Marchena abronca a Roig: "No tiene ninguna trascendencia [el testimonio de Pacheco]. Yerra usted en su estrategia defensiva"
Tampoco salió tan mal parado Cuixart, todavía presidente de Òmnium Cultural y en prisión preventiva desde octubre de 2017 -como Sánchez, fueron los primeros presos provisionales de la causa-. Su actitud “no tuvo nada que ver” con la del entonces presidente de la ANC, según el inspector. "Recuerdo a Cuixart hablar en tono elevado con algunos ciudadanos, decirles que nosotros éramos mossos, no guardias civiles. Intentó mediar y apaciguar”, afirmaba, en respuesta a preguntas de la letrada de Cuixart, Marina Roig. “Y en un momento el señor Jordi Sànchez también [medió]. Su actitud cambió”.
Apenas unos minutos después, como hiciera Roig, el letrado de Sànchez, Jordi Pina, corrió a intentar apagar el incendio. “Su primer contacto fue muy desafortunado, porque cree que me puede ordenar que retire la Brigada Móvil”. “Su actitud cambió de la noche al día”, reconoció el testigo, no obstante.
La 39 sesión del juicio concluyó en torno a las 18.30 horas, tras la declaración de otros mossos, miembros de la ANC y el secretario general del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) en Catalunya, Javier Pacheco. En este interrogatorio, el presidente de la Sala de Lo Penal del Alto Tribunal, Manuel Marchena, abroncó con dureza a la letrada Roig, reprochándole que intentase introducir en el juicio la “posición” del sindicato sobre el procés.
“No tiene ninguna trascendencia. Yerra usted en su estrategia defensiva”. “Este señor no puede venir aquí a disertar sobre los manifiestos de CCOO”. “Es muy respetable su posición, pero no tiene ningún interés para nosotros, ninguno”, abroncó.
Con todo, la 39 sesión de la causa ya casi estaba hecha con la declaración del mando de los Mossos. Tras las defensas, la acusación popular que ejercen los ultraderechistas de Vox apenas lanzaba una pregunta -si los concentrados golpearon la puerta de la Consellería-, y la Fiscalía ni siquiera tomaba la palabra. No le hacía falta.
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