Este artículo se publicó hace 4 años.
El 'secreto' que esconde el memorial de La Almudena al que la derecha arrancó los nombres de las víctimas del franquismo
Las familias de las víctimas y el artista Fernando Sánchez Castillo introdujeron en el interior de los troncos de árbol que incluye el monumento cartas de los descendientes de las víctimas de la dictadura fusiladas en el Madrid de 1939 a 1944 y un pendrive con los cerca de 3.000 nombres. La iniciativa se ejecutó en un acto realizado en mayo de 2019 y ha permanecido oculta hasta este jueves, en la presentación del libro 'Morir en Madrid'.
Alejandro Torrús
Madrid-Actualizado a
Es el 30 de mayo de 2019. Decenas de familiares de fusilados por el franquismo en el cementerio de la Almudena están en el taller de la Fundición Arte6. Allí se está dando forma a unos robles de bronce. Se trata de un encargo del artista Fernando Sánchez Castillo, responsable de diseñar el Memorial en homenaje a los 2.934 fusilados por el franquismo entre 1939 y 1945 que ha encargado el Ayuntamiento de Madrid, todavía gobernado por Ahora Madrid y que será instalado en el cementerio de La Almudena. Los descendientes acuden a la cita con una carta en la mano. Han escrito en un papel las palabras que quieren decirle a sus familiares. Algunas cuentan sus historias de vida; otras, simplemente, les hablan. Como si nunca se hubiesen ido, como si nunca hubiesen sido fusilados por pelear por la libertad. La actriz Amparo Climent comienza a dar lectura a algunos de los fragmentos. Han pasado 80 años pero las ausencias vuelven a ser presente.
"Ya soy mayor que tú, así que imagina qué raro llamarte abuelo. Abuelo, cómo me hubiera gustado llamarte abuelo, tanto, tanto que hubieras terminado cansado de mí. Cómo me hubiera gustado disfrutar de ti. Cómo me hubiera gustado que me contaras cuentos, historias bonitas de tu vida, de la abuela (la abuela no quería estar sin ti y no tardó en seguirte). Podía haber aprendido tanto de ti…", comienza la lectura Climent.
Una vez finalice la actriz, el artista Fernando Sánchez Castillo introducirá las cartas en el interior de los troncos. Son 52 misivas unidas en un solo relato que lleva el título de 'Allí donde te encuentres' y que ahora pueden consultarse en la web de la asociación Memoria y Libertad. La idea es que esta vez, 80 años después de su asesinato, ningún represaliado se quede sin recibir su correspondencia. Junto a las cartas, también se introducirá un pendrive con los nombres de los 2.934 personas que fueron fusilados por el franquismo. Los troncos del Memorial guardarán la memoria de las víctimas, su identidad, las cicatrices y el dolor de la represión franquista.
Mientras tanto, Amparo Climent sigue leyendo: "Con toda la miseria que me ha tocado sobrellevar nunca he deseado lujo ajeno. Sólo he añorado la figura de un padre, aquel a quien llevé paquetes a la cárcel hasta que alguien me avisó: 'Chaval no vengas más, que no está aquí'. A nadie se le permitió buscarte. Se les dejó claro que no preguntaran más por ti. Durante muchos años callamos tu muerte por no oír la coletilla de voz muda: 'Algo habría hecho'. No sois fantasmas, sois personas con nombres y apellidos. Ya no había una guerra, mataron vuestros cuerpos, pero no podían con vuestras ideas".
De fondo, se siente el ruido de un taller que no para y en el ambiente, el miedo a que todo aquello quede en nada. Las elecciones municipales se celebraron apenas unos días antes. Las tres derechas suman mayoría y parecen dispuestas a pactar en Madrid para arrebatar la alcaldía a Manuela Carmena. El riesgo a que decidan paralizar el memorial es evidente. Palpable. De hecho, el Gobierno de Ahora Madrid rechaza, y así lo explicita, dar publicidad al acto, al que acude el teniente de alcalde Mauricio Valiente. No quieren que este Memorial se convierta en un campo de batalla para la derecha y todavía no todo está perdido. Aquel día, en aquel taller, se habló de la posibilidad de que Ciudadanos se negara a pactar con el partido de extrema derecha en Madrid. Pero no. Finalmente, hubo pacto de las tres derechas madrileñas y el Ayuntamiento de Madrid volvió a tratar a los fusilados como fantasmas. Sin nombres. Sin apellidos. Y lo que sucedió a partir de ahí es Historia.
El Ayuntamiento de Madrid, gobernando por PP y Cs con el apoyo externo de Vox, desmanteló el memorial. Quitó las placas con los nombres de las miles de víctimas e introdujo la frase El pueblo de Madrid a todos los madrileños que entre 1936 y 1944 sufrieron la violencia por razones políticas, ideológicas, o por sus creencias religiosas. Paz, piedad y perdón. El mensaje volvía a situar en el centro la equidistancia que iguala a los que defendieron un Gobierno democrático con los que defendieron la tiranía de un golpe de Estado que contaba con el apoyo de la Italia fascista y la Alemania nazi. Los autoridades madrileñas también mutilaron del proyecto los versos de Miguel Hernández. El Memorial a las víctimas del franquismo quedó, por tanto, reducido a un monumento a la equidistancia de una cultura política que todavía sigue sin discernir entre víctimas y verdugos, entre democracia y golpe de Estado.
El secreto de las cartas y el pendrive
Sin embargo, el árbol de la Memoria que acompaña al Memorial ha guardado durante todo este tiempo un gran secreto: las cartas de los familiares de las víctimas del franquismo y un pendrive con los nombres de los 2.934 víctimas. El propio artista también deseaba que este aspecto se mantuviera en privado y así se lo transmitió a Público. Se corría el riesgo, señalaban, de que las autoridades del Ayuntamiento de Madrid abrieran los troncos y sacaran las cartas. También que introdujeran cartas de familiares de muertos durante la Guerra Civil a manos de los partidarios de la II República. Y también había el riesgo de que el Ayuntamiento tomara represalias económicas contra el propio artista.
Ahora, prácticamente un año y medio después, el artista Fernando Sánchez Castillo ha explicado durante la presentación este jueves de la obra Morir en Madrid, firmada por el historiador Fernando Hernández y el presidente de Memoria y Libertad Tomás Montero, que creó "en el interior de los troncos un espacio blindado para que los familiares pudieran escribir cartas con pensamientos hacia sus familiares ejecutados".
"Esta acción creo que cumple ahora con la parte funcional que debe cumplir un memorial, que es la de acompañar a las víctimas y recordarnos los desastres de una guerra. En la medida de lo posible estas cartas simbolizan una cierta victoria de la Memoria Democrática y de la humanidad", explica Sánchez Castillo, que recuerda la ceremonia que se celebró en su taller como "un orgullo secreto".
La presentación del libro que narra, entre otras cosas, la represión franquista en la ciudad de Madrid de 1939 a 1944 o el largo proceso de investigación hasta conseguir la lista final de los 2.934 nombres represaliados, ha contado con la presencia de la anterior alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y del actual secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez. "Es un libro muy oportuno en este momento histórico. Es una crónica y un ejemplo paradigmático de lo que son los conflictos de la memoria en nuestro país. También pone de relieve la necesidad de perseverar en la implantación de la cultura democrática y de los derechos humanos, una cultura democrática que se ve ausente en muchos debates y que toma vida en la decisión del Ayuntamiento de desmontar este Memorial", ha explicado Martínez.
"Cruel, despiadado y gratuito"
Uno de los nombres que ya estaba inscrito en el monumento era el de Feliciano García Rodilla, un comerciante que fue fusilado en Madrid el 19 de mayo de 1939, el mismo día del desfile de la Victoria en la capital. Su nieta, Ángela De Paz, introdujo su carta en el árbol que iba a presidir el monumento. Meses después, tras conocer la noticia de que las placas habían sido retiradas, Ángela acudía al cementerio a comprobarlo con sus propios ojos. "Esto supone un segundo fusilamiento. Era la primera vez que mi madre y yo teníamos un sitio donde llevar flores a mi abuelo. Lo asesinaron cuando mi madre solo tenía un año. Ha sido cruel, gratuito y despiadado", contaba entonces Ángela De Paz a Público.
Feliciano García Rodilla era tan sólo uno más de los 2.934 las personas que fueron fusiladas o ejecutadas mediante garrote en el cementerio de la Almudena entre 1939 y 1944. Fue arrestado una noche en su propio domicilio y nunca más se supo de él. Fue su nieta, hace apenas unos años y tras pasar por un buen número de archivos, la que consiguió saber la verdad: fue fusilado en el cementerio de la Almudena. No saben qué sucedió con sus restos y nunca, jamás, han tenido un lugar donde llorarle: "Pensaba en el momento de poder traer a mi madre a este monumento y decirle: 'Mamá, ya tienes un lugar donde llorar a tu padre'".
El abuelo de Ángela fue fusilado durante el segundo mes de ejecuciones en La Almudena. Los primeros republicanos ejecutados fueron Manuel Alcázar Monje y Antonio Sánchez Fraile. Era el 16 de abril de 1939. Solo apenas cinco días después, se produciría la ejecución de Avelino Lozano Cano mediante garrote. La mayoría de las ejecuciones, en cambio, fueron mediante fusilamientos. Los cadáveres solían ser enterrados en sepulturas gratuitas, llamadas de "caridad" y a los diez años, aproximadamente, metidos en un osario o fosa común salvo que los familiares los reclamaran.
De hecho, cabe la posibilidad de que el osario que contiene los restos de los miles de fusilados sea el mismo que las lluvias de 2017 dejaron, en parte, al descubierto. El Ayuntamiento encargó un estudio para confirmar esta posibilidad, pero con la nueva Corporación tampoco se han vuelto a tener noticias. Otro osario del Ayuntamiento donde también pueden estar estos restos y los de otros miles de madrileños, está en la actualidad cubierto de cemento y residuos.
Es posible que entre estos dos osarios se encuentren también los huesos perdidos de Pablo González Fernández, alcalde republicano de Boadilla del Monte (Madrid), que fue fusilado el 26 de mayo de 1939 junto a las tapias del Cementerio del Este. Su delito: haber sido alcalde en la primera democracia española. Durante años sus descendientes pensaron que González Fernández estaba en una tumba, tal y como les había indicado un funcionario, sin embargo, un día la abrieron y descubrieron el cuerpo de una mujer. Nunca supieron donde está. El Memorial simbolizaba, también para su sobrino, Ángel Luis González, un lugar donde poder honrar su memoria. González Fernández no es el único alcalde republicano que acabó siendo fusilado en el cementerio del oeste. Se estima que, al menos, fueron ejecutados una veintena de ellos durante los primeros años de la dictadura.
Los fusilamientos continuaron en La Almudena hasta el 4 de febrero de 1944. Ese día fue ejecutado José Reyes Gutiérrez. Sin embargo, el fin de los fusilamientos en La Almudena no significó el final de las ejecuciones en Madrid. Apenas un mes después, el 22 de marzo, serían fusiladas otras tres personas en el recinto penitenciario de Carabanchel. Se trata de Félix Puertas, Luis Serra y Alberto Durán. La obra Detrás de las rejas (Editorial Renacimiento), del historiador Manuel García Muñoz, cifra en 202 ejecuciones las que se produjeron en la antigua cárcel hasta la muerte del dictador. El franquismo mutó a lo largo de 40 años, pero nunca dejó de matar.
Y ahora, el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por PP y Ciudadanos, sigue negándose a exponer en La Almudena los nombres de las miles de víctimas. Sin embargo, el tronco del Memorial seguirá guardando en su interior un pendrive con los nombres de todos ellos y las cartas con las palabras de sus familiares. La semilla está sembrada y los familiares no tienen duda de que algún día los nombres de los suyos emergerán de ese árbol y volverán a lucir en la pared del Memorial.
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