Este artículo se publicó hace 5 años.
Elecciones 2019Un Rivera acelerado utiliza el debate para enfrentarse con Casado y liderar la derecha
Sánchez contesta a Iglesias que “no está en sus planes” pactar con Ciudadanos. El líder de Unidas Podemos insiste en que quiere estar en un Gobierno de coalición con el PSOE
Manuel Sánchez
Madrid--Actualizado a
El candidato de Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno, Albert Rivera, protagonizó el último debate antes de las elecciones generales del próximo domingo 28 de abril, con un claro objetivo: buscar la confrontación con el líder del Partido Popular, Pablo Casado, en un intento de posicionarse como líder de la derecha.
Sánchez, respecto a Rivera: “No está en mis planes pactar con un partido que ha puesto un cordón sanitario al PSOE”
Rivera, acelerado, sudoroso y en algún momento hasta desquiciado, puso en duda hasta los datos de creación de empleo durante los Gobierno del PP, reprochó sus subidas de impuestos en la etapa de Mariano Rajoy, y tachó a los populares de ser una formación claramente “conservadora” por su oposición a la eutanasia o su postura sobre el aborto.
Casado se sintió verdaderamente incómodo ante la avalancha de acusaciones, refugiándose en la gestión económica de los gobiernos del PP y contraponiéndola con los del PSOE, sin olvidar su bandera de garantizar la unidad de España.
La agresividad de Rivera también puso su foco en Sánchez, a quien le dijo de todo: que era un “fake”, que pactaba con terroristas como Arnaldo Otegi o que era el presidente de los independentistas y de lo que quieren romper España. Le llevó hasta la tesis doctoral hecha por Pedro Sánchez y, en tono faltón le dijo: “Tome, para que se la lea”.
El candidato del PSOE, Pedro Sánchez, vio clara la situación y fue el primero que habló de que en el debate se estaban sustanciado “las primarias de la derecha”. Por ello, aunque algo más agresivo con Rivera que con Casado, siguió leyendo su guión programado: denunciar la corrupción del PP, asegurar que no hubo pactos con el independentismo y que bajo su mandato no habrá referéndum ni autodeterminación; y contar las medidas aprobadas por su Gobierno.
Pablo Iglesias fue el que puso más sentido común y hasta ejerció como moderador del debate. De nuevo, insistió en exigirle a Sánchez que dijera si pactaría con Ciudadanos y, en esta ocasión, obtuvo una respuesta de Sánchez: “No está en mis planes pactar con un partido que ha puesto un cordón sanitario al PSOE”, afirmó.
El líder de Unidas Podemos hizo propuesta en materia de fiscalidad, en materia de igualad, defendió el cumplimiento íntegro de la Constitución y siguió con su denuncia de acabar con las puertas giratorias. Pero Sánchez e Iglesias estaban jugando otro partido.
Como se preveía,el debate en Atresmedia fue más tenso que el de TVE y más desordenado. Se empezó a hablar de empleo, y el propio Sánchez cambió sin sentido de tema para afirmar: “Yo no he pactado con los independentistas, eso es falso”.
Ni que decir tiene que Casado y Rivera se tiraron a la yugular del candidato socialista acusándolo de mentir, cruzándose entre los tres acusaciones de quién era más embustero. Sólo Iglesias pidió respeto, que tampoco consiguió en otro enfrentamiento con el punzante Rivera, a quien tuvo que se acusar de ser “impertinente”.
Sánchez, mientras, leía papeles sin mirar a la cámara y Casado intentaba una y otra vez hacer honor a su lema de campaña y demostrar que sólo el PP puede dar seguridad y estabilidad a España.
El debate se volvió bronco y feo cuando se trató el tema de la violencia de género y la igualdad, donde sólo Iglesias puso encima del mesa cuatro propuestas muy concretas, mientras que el resto de candidatos se enzarzaba entre acusaciones mutuas.
Cuando llegó el turno del tema territorial, el asunto ya estaba gastado, Las posiciones ya conocidas se pusieron encima de la mesa con la misma virulencia que en el debate del lunes.
El minuto de oro le sirvió a Rivera para presumir de ser el único partido “liberal”, a Casado para garantizar un Gobierno eficiente, a Sánchez para insistir en la idea que es el único partido que puede parar a “las tres derechas” y a Iglesias para reivindicar que sólo su presencia en un Gobierno de coalición garantizará que el PSOE haga políticas de izquierda de verdad. No hubo sorpresas.
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