Este artículo se publicó hace 2 años.
La "refundación" de Ciudadanos, el último aliento de un partido que suena a epitafio
Ex miembros y fundadores del Cs señalan dos errores trascendentales: no intentar el pacto con Sánchez en 2019 y una organización interna "cesarista".
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Con esta histórica frase de Josep Tarradellas empezó todo: "Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí". Era 1977. Veintiocho año después, en 2005, ese "Ciutadans" del expresidente de la Generalitat de Catalunya serviría de inspiración para ponerle nombre a un nuevo partido político, Ciudadanos, que nacía con doble objetivo: "estirpar" los nacionalismos y romper el bipartidismo PP-PSOE. Los éxitos cosechados en Catalunya les llevaron a dar el salto a la arena nacional y entre 2014 y 2019 su crecimiento parecía imparable: El 28A se colocaron como tercera fuerza política, a solo nueve escaños del PP. Y ahí comenzó el goteo de tragedias políticas para el partido. La última la de la desaparición del Parlamento andaluz: 'Ciutadans de Andalucía, ja no sóc aquí'.
Tras la debacle, el partido ha anunciado una refundación que ya estaba planeada y que ahora se ha acelerado. ¿Llega a tiempo Ciudadanos? Para la dirección nacional su espacio "existe" y hay que reconquistarlo pero para varios ex miembros y fundadores del partido "ya solo queda ponerle el epitafio". Así analizan quienes están y estuvieron dentro la caída:
"Es una historia de éxito hasta que se convierte en una historia de fracaso", dice a Público un ex destacado miembro de la formación que prefiere no dar su nombre. "No es momento de hacer más sangre", asegura. "Con 57 diputados pudimos materializar aquello para lo que habíamos llegado y conseguir apoyar un gobierno de Sánchez sin partidos nacionalistas pero por una disparatada decisión no se hace", para él ese es el punto de inflexión "visible" que explica el devenir de la formación.
El gran error: no intentar el pacto con Sánchez
Se refiere a lo que sucedió después de las elecciones del 28 de abril de 2019. Cs sumaba con el PSOE una amplia mayoría absoluta de 180 escaños pero Albert Rivera, que quitó la careta abandonando el centro y se veía capaz de arrebatarle el liderazgo de la derecha al PP, despreció el pacto con Pedro Sánchez y se desentendió de la investidura. Una semana antes de que terminase el plazo para formar Gobierno el miedo a que se les señalase como culpables de la repetición electoral empujó a Rivera a ofrecer un acuerdo in extremis, pero era demasiado tarde. El 10 de noviembre se volvió a votar y Ciudadanos pasó de 57 a 10 escaños.
"Nos dedicamos a mirar solo a la derecha, convirtiéndonos en un partido anti Sánchez. Perdimos la centralidad y nos sumamos al polo antisanchista", dice otro ex miembro muy destacado del partido que también pide no revelar su nombre. Su análisis coincide, de extremo a extremo, con el de otros dos exdirigentes del partido, uno de ellos con un papel protagonista en su fundación que asegura que en ese momento "no demostramos un principio de responsabilidad".
Pero antes de ese momento hubo otro en el que Ciudadanos se despojó sin complejos de la centralidad: la ‘foto de Colón’. "En Colón renunciamos a nuestra esencia", asegura un exdiputado de Ciudadanos. Dos meses antes Cs había cerrado un acuerdo con PP y Vox para impedir que el PSOE, ganador de las elecciones andaluzas, gobernase. Moreno Bonilla se aseguró la presidencia de la Junta y Ciudadanos entró por primera vez en un gobierno autonómico de la mano de la extrema derecha. Esa connivencia política se evidenció en la manifestación de la plaza de Colón(Madrid).
El diagnóstico que hacen desde la dirección nacional del partido coincide en señalar que no intentar el pacto con Pedro Sánchez en 2019 fue un error. "Se tiene el convencimiento de que faltó un poco que quedara claro que si no se llagaba a un acuerdo no era por Ciudadanos", dicen a Público fuentes de la cúpula de Ciudadanos. Consideran, eso sí, que ‘la foto de Colón’ no les lastró "especialmente".
"Partido de virreyes"
Además de la fallida estrategia política del partido, habría otra grita "invisible" que ha ido quebrando a Ciudadanos: funcionamiento orgánico del partido. Uno de los exdirigentes con los que ha hablado este medio señala que cuando se marchó, con Inés Arrimadas en la presidencia, "la inteligencia ya no fluía, se había convertido en un partido cesarista". "Fue así con Rivera y fue más así todavía con ella (por Inés Arrimadas)", asegura.
"El problema de os partidos cesaristas es que inevitablemente el líder de un partido se vuelve loco", continúa en referencia a lo que señala como "decisiones totalmente equivocadas" durante la última etapa de Albert Rivera al frente del partido. "Para evitar que haya barones tienes un partido de virreyes", dice otro exdirigente.
Lo cierto es que en Ciudadanos las decisiones están totalmente centralidades y ni siquiera celebra congresos territoriales. "Es un error que el escalón autonómico no exista y que los puestos decisivos de las administraciones autonómicas se nombren a dedo", señala un ex diputado de la periferia.
La refundación de Arrimadas
Inés Arrimadas ha anunciado que se iniciará una "refundación" del partido en los próximos meses. Un plan que ya estaba en marcha, aseguran desde la dirección nacional, pero que se ha acelerado como reacción a los resultados en Andalucía. "La idea es ir, hay trabajo por hacer", apuntan. Arrimadas y su equipo no bajarán los brazos a pesar de que sus excompañeros de partido, alguno de ellos impulsores del proyecto político, no son optimistas: "Es muy difícil que esto se pueda levantar, se han cometido muchos errores".
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